ABC - Alfa y Omega

Sultanas de coco

Carmelitas descalzas de Ronda. Convento del Corazón Eucarístic­o

- @csanchezag­uilar

La hermana M.ª Paz tiene 88 años. Entró con 20 en el convento desde Ardales, un pueblo vecino de la provincia malagueña. «Soy la más antigua, llevo 68 años aquí». Hermana carnal de trece –«once llegamos a mayores»–, la religiosa desprende emoción cuando rememora, pausada, la historia de su casa. «Era parte de un edificio de los mercedario­s, pero tras la desamortiz­ación se redujo a una parte pequeña, que es la que nosotras ocupamos hoy».

Las carmelitas llegaron hasta la licalidad de Ronda gracias a la madre María de Cristo, que a principios del siglo XX, siendo una joven estudiante, pasaba ante la fachada del edificio en su paseo diario entre el colegio de las esclavas y la casa de las hermanitas de los pobres. «Su tío Pepe era el capellán de los mercedario­s, y a ella siempre le llamó la atención aquel convento. Cuando entró como carmelita en Málaga no se le quitaba de la cabeza el pensamient­o de hacer un convento en la Merced de Ronda y decidió investigar cómo». Entre luces y sombras, la fundación llegó en 1924 gracias al impulso de san Manuel González, obispo en la época.

La alegría duró poco, porque «durante la guerra dispusiero­n el convento como cuartel», aunque la hermana afirma, contenta: «Al menos no lo quemaron». La comunidad se refugió con las vecinas hermanitas de los pobres, pero «estando allí llegó una carta en la que decían que o la madre daba la mano de santa Teresa a los republican­os o echarían a las monjas al Tajo», recuerda M.ª Paz.

La mano incorrupta de la santa

A los ocho meses de la muerte de santa Teresa «el padre Gracián levantó el cuerpo del enterramie­nto y se llevó la mano como reliquia, depositánd­ola en Ávila», explica la veterana carmelita. «Pero cuando el resto del cuerpo llegó a la ciudad, él decidió llevarse la mano a Madrid». Esta mano, incorrupta a día de hoy, viajó posteriorm­ente a Lisboa, pero en 1910, el país luso «echó a todas la monjas» y con ellas la reliquia, que llegó hasta el carmelo rondeño en 1924.

Fue la misiva del comité republican­o la que sacó a la mano de su nuevo hogar. «La superiora decidió entregarla» para salvar a sus religiosas, «pero se quedó con una pena horrible. Un sacerdote le dijo que se tranquiliz­ase, que la santa volvería». Cuando los nacionales tomaron primero Ronda y después Málaga, fueron puestos al día de la desaparici­ón de la tan querida reliquia. «La encontraro­n en un armario de la casa del doctor Gálvez Ginachero –hoy en proceso de beatificac­ión–, que había sido utilizada también como cuartel. Estaba en un armario empotrado, «junto con un sinfín de alhajas, metida en una maleta». Los soldados querían llevar la maleta a Ronda, pero su jefe «pidió que la llevaran al cuartel general de Salamanca, donde estaba Franco», quien solicitó quedársela «mientras que fuese jefe de Estado». Y así fue.

«La mano volvió a esta casa después de la muerte de Franco». La hermana, que lo vivió en primera persona, recuerda «cómo me subí a tocar las campanas entre los andamios, porque andábamos de obras. La calle Virgen de la Paz parecía una serpiente de gente».

En la actualidad es un reclamo para turistas del mundo entero, que además de ver la mano de santa Teresa, visitan esta comunidad de nueve religiosas –dos de ellas vietnamita­s y una keniata– que venden unos ricos dulces como estas sultanas para mantener el convento y seguir orando y cuidando de su preciado tesoro.

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Una imagen de la comunidad de 2015. A la derecha imagen de la reliquia de la mano incorrupta de santa Teresa
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Fotos: Carmelitas Descalzas de Ronda
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