Reconocimiento al Papa
Más adelante, Vergari constata que el Papa es «conocido y respetado» en China y ejerce allí una «particular atracción». Para los ciudadanos, él no es simplemente un jefe de Estado. Su figura va más allá, por su cercanía y su capacidad para romper esquemas. «Los cristianos que encontré en China son bellas personas, dispuestas a vivir su cristiandad con la conciencia de ser comunidades pequeñas, pero sin miedo y sin complejos», abunda. En su fuero íntimo, Vergari es consciente de que su mirada es, quizás, demasiado optimista. Por eso, aclara con fuerza: «¡No crea que hago propaganda!». Aún así, prefiere quedarse al margen de las valoraciones políticas, buscando, a toda costa, el equilibrio. Al mismo tiempo, asegura que China es un «terreno fértil» para el diálogo. Esto cuando, paradójicamente –hace notar–, en varios países occidentales decirse cristiano puede resultar problemático. «Nunca he sentido aquí un clima de dictadura. Está claro que te controlan. La pregunta es: ¿no nos controlan también en nuestros países? ¿No somos manipulados también? Basta ver los últimos acontecimientos, como el caso Facebook». Y concluye: «China puede dar tanto al mundo cristiano, a esta profundidad del hombre que Jesús nos ha revelado. Pero para recibir se necesita ir con corazón abierto, sin la armadura y recibiendo».