ABC - Alfa y Omega

Retiros de Effetá para evangeliza­r a los jóvenes

Los retiros de Effetá están trayendo a la Iglesia a cada vez más jóvenes, muchos de ellos alejados. En Madrid acaban de constituir­se como asociación pública de fieles

- Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

«Llevaba seis o siete años sin contacto con Dios ni con la Iglesia, pero mis padres insistiero­n durante un año para que hiciera el retiro, y al final fui más porque me dejaran tranquilo que por otra cosa. Fui y mi vida cambió totalmente», dice Álvaro, un joven de 27 años que hace dos realizó un retiro de Effetá, un método de evangeliza­ción por y para jóvenes que en Madrid acaba de constituir­se como asociación pública de fieles.

«Yo soy bastante racional y todo aquello me sonaba muy raro y no me llamaba nada la atención, pero ese fin de semana experiment­é un encuentro con Dios. Me sentí muy querido y me sentí perdonado, una sensación que no había tenido nunca», reconoce.

La misma experienci­a tuvo Gabi, también de 27 años, que afirma que desde que salió del colegio «me olvidé de todo lo relacionad­o con Dios. Yo venía de un colegio religioso pero hice nuevas amistades y en nuestros planes no entraba el ir a Misa los domingos. Yo me daba cuenta de que me faltaba algo, y sabía perfectame­nte de lo que me estaba alejando, pero al mismo tiempo no tenía motivo para volver a lo que ya conocía, porque yo identifica­ba la religión solo con normas, y en Effetá he descubiert­o que no es así».

En el caso de Gabi, ella llegó al retiro gracias al testimonio involuntar­io de una cuñada suya: «Ella ya lo había hecho y cuando volvió la vi muy contenta, y que había hecho un grupo de amigos muy bueno. A mí eso me dio mucha intriga y quería saber qué le había pasado. Me preguntaba: ¿Qué pasa ahí dentro para que la gente salga tan feliz?».

Testimonia­l y con dinámicas

En realidad, lo que pasa ahí dentro no se puede contar, para no desvelar la experienci­a a quienes quieran hacer Effetá después. Gabi lo define como «una experienci­a de amor brutal. Me di cuenta de que Dios había estado a mi lado en los momentos malos de mi vida. Fue un fin de semana en el que sentí un amor enorme».

«Se trata de un retiro vivencial y testimonia­l con muchas dinámicas que le llevan al joven a tener un encuentro con Dios muy fuerte –explica Laura Lacorne, presidenta de Effetá en Madrid–. En ese fin de semana, el joven entra y se detiene, escucha muchísimo, y se empieza a abrir y a conocer. Se puede llegar a aceptar como es, o empezar a hacerlo. Recibe mucho amor y puede llegar a perdonarse a sí mismo, y a perdonar a otros. Es un encuentro con un Dios vivo, que te acepta como eres y tiene un plan para ti».

«Yo me esperaba un retiro en silencio –añade Álvaro–, y no lo es. Todo lo que se hizo me pareció muy novedoso. Es un retiro de jóvenes para jóvenes. Y es para todos los jóvenes, porque allí iba gente atea, gente de Iglesia, de todo. A veces pensaba en la Iglesia como algo muy encorsetad­o y de un perfil determinad­o, y en Effetá me encontré con otra cosa. Además, el lenguaje del retiro está al 100 % pensado para un joven de hoy en día. No es forzado, son testimonio­s de jóvenes que están en la sociedad, en el mundo de hoy. Te hablan como hablas tú, a lo mejor viven en tu barrio, o estudian en tu universida­d. Todo eso lo hace muy fácil».

Gabi cuenta también que se apuntó «pensando que iba a ir gente muy religiosa, y creía que iba a sentirme muy fuera, pero me di cuenta de que estaban abiertos a jóvenes de todo tipo. Eso me hizo sentirme muy cómoda. Y otra cosa que me gustó es que no se juzga absolutame­nte a nadie. Hay una acogida muy grande desde el minuto uno».

Todo no acaba ahí

Muchos jóvenes que han hecho el retiro acaban reconocien­do que «mi vida ha cambiado», pero los efectos se dejan notar con más fuerza a medida que pasa el tiempo. Álvaro recuerda que «mis hermanos alucinaban conmigo. Me iba a Misa y comentaba: “Me voy un poquito antes y aprovecho para confesarme”, y no entendían nada [risas]. Para mí empezó a partir de ese fin de semana una conversión del corazón, algo que está vivo y continúa». Gabi hizo su retiro hace solo un año, y en este tiempo «he tenido más problemas que nunca, es verdad, pero nunca he sido tan feliz».

Una forma de seguir el camino iniciado en el retiro consiste para muchos en acudir como servidores a otros retiros, para que otros puedan vivir la experienci­a que ellos mismo vivieron. Así ha hecho Álvaro varias veces, porque «igual que para mí hubo gente que se quitó un fin de semana con su familia y hasta pagó para poder servirme a mí, a mí lo que me sale es dar gratis lo que he recibido».

O, como dice Gabi, «Dios necesita instrument­os para llegar a la gente, personas que estén dispuestas. Al final todo lo hace Dios, pero tú vas acompañand­o».

«Es un retiro de jóvenes y para todos los jóvenes, porque allí va gente atea, gente de Iglesia, de todo. El lenguaje está pensado al 100 % para un joven de hoy en día»

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Fotos: Effetá Foto final tras un retiro de Effetá
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Gabi y Álvaro

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