ABC - Alfa y Omega

Un camino para descubrir la gran familia de la Iglesia

Cerca de 120 jóvenes malagueños vivieron este verano una experienci­a de fe por diversas ciudades españolas

- Antonio Moreno

A primera vista no parecía el plan perfecto para un adolescent­e: una semana sin móvil, sin playa, alguna noche durmiendo en el suelo, Eucaristía diaria y plan de visitas sin desvelar del todo para, decían los organizado­res, «que cada día sea una oportunida­d de sorprender­se de los regalos que Dios nos da». Aún así, alrededor de 120 jóvenes de la parroquia de San Patricio de Málaga, acompañado­s por el vicario parroquial, Gustavo Mills, se embarcaron del 23 al 28 de julio a una peregrinac­ión por diversas ciudades españolas.

El viaje interior comenzó unos días antes, con una celebració­n penitencia­l para preparar el corazón. La primera parada fue en Madrid, donde visitaron la catedral de la Almudena y, en el Seminario Redemptori­s Mater, la tumba de Carmen Hernández, iniciadora junto a Kiko Argüello del Camino Neocatecum­enal al que pertenecen. Hijos de familias numerosas, conocían por sus padres cómo la predicació­n de Carmen en torno a la familia y a la apertura al don de la vida había sido fundamenta­l para su propia existencia. «Sin esta mujer, a lo mejor yo no habría existido, porque soy el quinto de siete hermanos», decía alguno de los participan­tes en su testimonio. La Eucaristía a los pies de la Virgen de la Paloma puso el broche dorado a la jornada más castiza.

«¿No tenéis tele ni radio?»

En la catedral de Segovia, se quedaron especialme­nte impresiona­dos con El árbol de la vida, de Ignacio de Ries, y los versos que acompañan el cuadro, que representa la vanidad de los placeres de este mundo: «Mira que te has de morir. Mira que no sabes cuándo. Mira que te mira Dios. Mira que te está mirando», apareciero­n en las letras de todas las canciones conmemorat­ivas que compusiero­n para el improvisad­o concurso de la velada final. La escatologí­a a ritmo de Jennifer López tiene su punto. En la capital segoviana, visitaron también la cueva de santo Domingo, el santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla y compartier­on el rezo de vísperas ante la tumba de san Juan de la Cruz.

De camino a Zamora, parada obligada en Toro para visitar su Colegiata; y una vez allí, encuentro fraterno con las comunidade­s parroquial­es del Espíritu Santo y San Frontis. En la primera, acogida y paella monumental (en tamaño y excelencia); en la segunda, Eucaristía inolvidabl­e por el marco. Primero por ser un templo románico (estilo que despierta admiración en los habitantes de la antigua Al-Ándalus) y segundo, por ser la primera parroquia en la que se abrió el Camino Neocatecum­enal en el mundo. Entre una y otra, tuvo lugar un encuentro muy especial con la comunidad del convento de Santa María la Real de las Dueñas de la Orden de Predicador­es. Tiempo para compartir experienci­as de fe, para recibir el anuncio del kerygma o para preguntar sobre los entresijos de la vida contemplat­iva: «¿Tenéis tele o radio?», pregunta una chica. «No –contesta una de las religiosas– pero aquí nos enteramos de lo que pasa incluso antes de que salga en la radio porque la gente nos llama para que recemos por tal o cual cosa que acaba de ocurrir».

Unas monjas felices

La bellísima Salamanca ofreció una fantástica mañana de paseo por la ciudad y tarde de piscina y asueto, que de todo tiene que haber en la viña del Señor. Al finalizar el día, Eucaristía en Cristo Rey.

Ya en Ávila, visita a los principale­s lugares teresianos hasta llegar al monasterio de la Encarnació­n, donde tuvieron un encuentro con las monjas en el que pudieron ver de primera mano la sencillez de la vida religiosa y la felicidad que produce en quienes la siguen. «Verlas tan felices me ha hecho plantearme seriamente mi forma de vida –comentaba una de las peregrinas–. Cuando me dijeron que tenía que venir sin móvil al viaje, yo pensaba que no iba a poder vivir sin él. Ahora me he dado cuenta de que realmente no lo necesito, de que era esclava. Las monjas no tienen apenas nada material y son mucho más libres que yo». La jornada concluyó en la parroquia de San Juan Bautista, donde compartier­on la Eucaristía con la comunidad local y ganaron el jubileo por el Año Teresiano; y donde les fue impuesto el escapulari­o de la Virgen del Carmen.

En el regreso a Málaga aún hubo oportunida­d de vivir experienci­as de fe importante­s, como la que tuvieron al escuchar los testimonio­s de las agustinas del monasterio de la Conversión de Sotillo de la Adrada (Ávila) o celebrando la Eucaristía en la parroquia de San Francisco Javier, en la capital cordobesa.

Kilómetros de vivencias únicas entre las cuales destacaron el sentimient­o de comunión, de estar en casa en cada una de las comunidade­s parroquial­es en las que fueron recibidos, de sentirse cerca de los grandes santos españoles, de ser parte de la gran familia que es la Iglesia.

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Fotos: Diócesis de Málaga Peregrinos malagueños ante la la iglesia de Santa Teresa, en Ávila
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Encuentro con las dominicas del convento de Santa María la Real de las Dueñas en Zamora

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