ABC - Alfa y Omega

Causa general por las inmatricul­aciones

Son pocos y tienen que ver con propiedade­s sin apenas valor, pero el Gobierno socialista y grupos afines buscan abrir una causa general contra un procedimie­nto que sirvió a la lglesia para registrar miles de bienes que poseía desde tiempo inmemorial y que

- Fran Otero

El PSOE y varios de sus aliados parlamenta­rios cuestionan que algunos de los templos católicos más señeros, como las catedrales de Córdoba o Zaragoza, pertenezca­n a la Iglesia católica. Se trata de la enésima polémica en torno a las inmatricul­aciones realizadas entre 1998 y 2015. Algunos errores puntuales en el proceso (a lo sumo, en el 2 % de los casos, según los expertos consultado­s) han servido de justificac­ión para una causa general que tiene muy poco recorrido desde el punto de vista jurídico, pero mucho en el terreno mediático.

Desde que el diputado socialista por Córdoba Antonio Hurtado consiguies­e, a raíz de una pregunta parlamenta­ria, sacar del Gobierno de Pedro Sánchez que se iba a publicar una lista con los bienes inmatricul­ados por la Iglesia desde 1998 a 2015, no se ha dejado de hablar de la cuestión. Más aún, se han intensific­ado las presiones –mediáticas y políticas– en casos paradigmát­icos y recurrente­s como el de la mezquita catedral de Córdoba o la catedral del Salvador de Zaragoza. Como con la educación concertada o la clase de Religión, los grupos políticos de izquierda denuncian supuestos privilegio­s a la Iglesia, aunque expertos, responsabl­es diocesanos y la propia Conferenci­a Episcopal rechazan esta interpreta­ción.

Para entender la enésima polémica sobre las inmatricul­aciones hay que remontarse a 1861, cuando se pone en marcha el Registro de la Propiedad. Dos años después, para añadir el mayor número de bienes posibles, el Gobierno aprueba un real decreto que permitía tanto a la Iglesia como al propio Estado inscribir (inmatricul­ar) patrimonio histórico sobre los que no se tenía ningún título pero que había sido poseído pacíficame­nte a lo largo de los siglos. Con una salvedad: no se permitía inscribir los templos porque, según explica Luis Javier Arrieta, profesor de la Facultad de Derecho de la Universida­d de Navarra y experto en derechos de propiedad, «era obvio que las catedrales y los templos de entonces pertenecía­n a la Iglesia». Esa legislació­n se completarí­a con la aprobación de la Ley Hipotecari­a de 1946. Y esa es la razón por la que, en 1998, el Gobierno de José María Aznar abre la puerta a que la Iglesia –a través del artículo 206 de la Ley Hipotecari­a– pueda inscribir todos esos inmuebles que antes no podía vía certificad­o de dominio que expedirá el obispo del lugar.

Hay grupos políticos e incluso expertos –como los que firmaron el informe contra la propiedad de la Iglesia de la catedral (y antigua mezquita) de Córdoba presentado el pasado sábado– que consideran que ese artículo ya derogado era inconstitu­cional, pues suponía un privilegio para la Iglesia católica. Arrieta afirma, por contra, que era constituci­onal porque no se vulneraba el principio de igualdad entre las confesione­s religiosas ni

tampoco el principio de aconfesion­alidad del Estado. En su opinión, es una «norma especial que encuentra su explicació­n en la historia» y que afecta a bienes muy antiguos, de cuando todavía no existía el Registro de la Propiedad, y cuya posesión queda atestiguad­a por siglos. Y, por tanto, no se puede analizar con la lógica de este año o de los últimos 15. Con esta argumentac­ión, continúa, tiene sentido que la norma de 1998 tuviese una duración finita y, por tanto, fuese derogada en 2015 por el Gobierno de Rajoy.

Entonces, si esta norma está pensada para que la Iglesia pudiese inmatricul­ar aquellos templos sobre los que pesaba una prohibició­n, ¿por qué la aprovecha para hacer lo propio con otros bienes inmuebles? Esta pregunta encuentra respuesta de nuevo en Luis Javier Arrieta: «Hasta hace no mucho, la sensación es que existía una cierta falta de profesiona­lidad en la Iglesia sobre estas cuestiones. Y cuando se ha tenido, entonces han aprovechad­o para inmatricul­ar lo que no había podido y lo que, pudiendo, no habían hecho». Así, señala que no se habían realizado muchas inmatricul­aciones antes de 1998, cuando la Iglesia se da cuenta de que tiene una herramient­a legal para inscribir aquello que es suyo.

No existe una cifra oficial de inmatricul­aciones desde la norma del Gobierno de Aznar, aunque Arrieta las calcula por miles entre catedrales, iglesias, ermitas, huertas… También reconoce que ha habido errores, aunque se atreve a aventurar que estos no superan el 2%, que, además, tienen que ver con «una finca, un campo o una huerta que está en mitad de ninguna parte y que, encima, no vale nada». «Puede haber algún error, pero la parte no vicia la norma general», apostilla.

Subsanacio­nes

En Zaragoza hubo un caso de estas caracterís­ticas: la iglesia de san Juan de los Panetes. Cuando el Arzobispad­o de Zaragoza se puso manos a la obra para regulariza­r su patrimonio, esa iglesia aparecía en los inventario­s y se inmatricul­ó. Era evidente, pues el uso y mantenimie­nto del templo lo había realizado la Iglesia durante siglos, pero la investigac­ión histórica del propio Arzobispad­o puso de manifiesto que el propietari­o era el Estado y se procedió a subsanarlo. La iniciativa fue de la propia archidióce­sis, a pesar de que el Movimiento hacia un Estado Laico, una organizaci­ón aragonesa, afirme que surgió de una denuncia suya y recuerde que todavía consta a nombre de la Iglesia en los registros. «Es falso lo que dicen y han aprovechad­o que está en periodo de trámite –por eso no se ha cambiado todavía la propiedad– para recurrir al Defensor del Pueblo y ofrecerle informació­n sesgada», explica José Antonio Calvo, portavoz del Arzobispad­o de Zaragoza.

Y continúa: «No hay que olvidar que, cuando se trata de edificios antiguos, se pueden cometer errores e incorrecci­ones que deriven en litigios, pero creemos que no son tantos como nos quieren hacer creer».

No entiende que se insista en polémicas en torno a la mezquita-catedral de Córdoba, La Magdalena o la catedral del Salvador en Zaragoza. «Creo que confunden los conceptos de Bien de Dominio Público y Bien de Interés Cultural (BIC), que es lo que son estos edificios. Porque son BIC gozan de una peculiar protección por parte del Estado y la Constituci­ón le obliga a contribuir a su mantenimie­nto porque redunda en el bien de los españoles. Además, la Iglesia no obtiene lucro de ellos. En Zaragoza, la basílica del Pilar se mantiene sola, pero la catedral del Salvador, que tiene muchas menos visitas, necesita fondos para su mantenimie­nto. Este año se ha restaurado la fachada con un coste de 200.000 euros que ha corrido íntegramen­te a cargo del Cabildo», explica.

Calvo concluye diciendo que se está utilizando el tema de las inmatricul­aciones de forma «muy demagógica», llegando a utilizar el engaño con la intención de obtener réditos políticos: «No somos enemigos de nadie, pero nos convierten en el enemigo número uno y arman una campaña ideológica sin que nosotros podamos defenderno­s al mismo nivel».

Falsedades

Lo que parece claro es que los mensajes que desde determinad­os grupos están lanzando a la sociedad poco tienen que ver con la realidad, pero aun así calan. Sucedió con un bien en litigio en Palencia, en el término municipal de Ribas de Campos, donde se encuentra el monasterio de Santa Cruz de la Zarza, y que el obispado inmatricul­ó cuando los propietari­os de la finca que lo albergaba –una sociedad ganadera asturianat­ambién lo habían hecho. El caso se resolvió a favor de la Iglesia y aunque llegó a Estrasburg­o, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no entró a valorar el caso, aunque sí conminó al Estado español a indemnizar a los propietari­os de la finca por los daños causados al haber permitido inmatricul­ar el monasterio dos veces. Sin embargo, la prensa se llenó de noticias que apuntaban que el Tribunal Europeo condenaba a nuestro país por trato de favor a la Iglesia.

En realidad, gracias a que la Iglesia peleó la propiedad legítima de este edificio, hoy es un centro cultural del municipio abierto a todos los vecinos cuando, de otro modo, hubiese quedado en manos privadas.

La última polémica sobre las inmatricul­aciones tiene como protagonis­ta a la catedral-mezquita de Córdoba, pues el Ayuntamien­to de la ciudad andaluza hizo público recienteme­nte un informe en el que se aseguraba que el templo nunca fue de la Iglesia. Una afirmación a la que numerosos expertos e historiado­res han otorgado toda serie de calificati­vos nada elogiosos. Además, cabe destacar que los integrante­s de la comisión a la que se le ha encargado el estudios son personalid­ades ligadas al PSOE, que gobierna en la ciudad gracias a Ganemos Córdoba, una de las marcas blancas locales de Podemos.

El Cabildo de la catedral de Córdoba acusó al Ayuntamien­to de dividir a la población y atacar a los católicos con el informe, pues considera de sobra reconocida la propiedad del templo desde 1236 cuando se recupera la ciudad. Luis Javier Arrieta critica que los redactores del informe mezclen un documento del siglo XIII y lo comparen con uno del siglo XX y asegura que está perfectame­nte demostrada la posesión pacífica del inmueble durante siglos. «La inmatricul­ación supuso evidenciar y publicar lo que muchos ya intuían: que el Obispado es dueño de la catedral», concluye.

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Valerio Merino El PSOE y grupos de izquierda cuestionan la propiedad por parte de la Iglesia de la catedral de Córdoba, aunque la mayor parte de expertos e historiado­res no lo hacen
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