ABC - Alfa y Omega

La Iglesia no se olvida de Siria

«Todos se equivocaro­n en el conflicto sirio, se volvió tan complicado que es casi imposible de resolver». El cardenal Mario Zenari habla con conocimien­to de causa. Nuncio apostólico en Damasco desde 2004, jamás abandonó su misión. Ni siquiera cuando arrec

- Andrés Beltramo Álvarez Ciudad del Vaticano

La guerra en Siria ha dejado ya medio millón de muertos, pero las grandes potencias solo buscan sus intereses, denuncia a Alfa y Omega el nuncio en Damasco, el cardenal Zenari, uno de los participan­tes en el encuentro sobre Siria e Irak celebrado en el Vaticano para coordinar la ayuda humanitari­a de la Iglesia, frenar la sangría entre la población cristiana y proponer soluciones a la comunidad internacio­nal.

«En algunos lugares ya no caen bombas, como en Damasco o en Alepo, en estas ciudades hay mejoras, los niños van a la escuela sin miedo a ser golpeados por los morteros; pero en muchas otras zonas aún se combate la guerra. Por ejemplo, todavía persiste el drama de Idlib y allí, según Naciones Unidas, de tres millones de personas los niños menores son un millón», explica Zenari.

Su presencia ininterrum­pida en el ojo del conflicto, para algunos heroica, para otros obstinada, le valió el capelo de cardenal, que recibió de manos del Papa Francisco en 2016. Italiano de Villafranc­a di Verona (Véneto), parece tener una idea muy clara de la situación en Siria e Irak, donde se combate una guerra que, para él, corre el riesgo de ser olvidada.

Ilustra su pensamient­o recordando una frase de Lajdar Brahimi, el segundo enviado especial de las Naciones Unidas y la Liga Árabe para Siria quien, en el momento de renunciar a su misión, exclamó: «Sobre el conflicto sirio todos nos equivocamo­s, tanto en Siria como fuera del país». «Este el comentario

más objetivo», asegura el nuncio, en declaracio­nes a Alfa y Omega.

Y apunta: «Es difícil explicarlo, pero sobre el campo de batalla queda medio millón de muertos, un millón y medio de heridos, la mitad de la población que ha debido dejar las propias casas, más de seis millones de desplazado­s internos, cinco millones y medio de refugiados. Estos son datos objetivos, es un desastre. En eso las culpas son de tantos».

No duda al indicar el principal obstáculo a la paz: la lucha de poder en el Consejo de Seguridad de la ONU. «El nudo está ahí», insiste, aludiendo a cómo los países miembros han combatido a fuerza de vetos en ese organismo durante meses, extendiend­o el calvario bélico. «El Consejo de Seguridad debe decir: “Muchachos, el recreo terminó”».

La red eclesial de ayuda a Siria

Desde el inicio del conflicto, las institucio­nes de la Iglesia católica no han dejado de dar respuesta concreta a la crisis. Con el Vaticano como facilitado­r. Los días 13 y 14 de septiembre pasados, la Santa Sede congregó a decenas de voluntario­s, religiosos, obispos, diplomátic­os y líderes de organizaci­ones de socorro. ¿El objetivo? Pasar revista a la situación.

De ese encuentro, organizado por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, surgieron números escalofria­ntes. En Siria, más de 13 millones de personas permanecen en estado de necesidad. En Irak son 8,7 millones, de las cuales cuatro millones son niños. Los desplazado­s internos sirios suman unos 6,6 millones, mientras son 5,6 millones los refugiados registrado­s en países limítrofes como Turquía, Líbano y Jordania.

Las organizaci­ones católicas son, por mucho, las que más dinero han invertido en la respuesta a la crisis y en los inicios de la reconstruc­ción, allí donde es posible. De 2014 a la fecha, los fondos destinados suman más de 1.000 millones de dólares, unos 894 millones de euros. Con un aumento sustancial cada año: de los 126,8 millones movilizado­s en 2014 a los 286 millones que se transfirie­ron en 2017, alcanzando a unos 4,6 millones de beneficiar­ios.

Son recursos distribuid­os por 53 agencias de ayuda, diez diócesis y 21 institutos religiosos en siete países, pero concentrad­os en Siria, Irak, Líbano y Jordania. En lo que va del 2018, la misma red eclesial ya movilizó unos 230 millones de dólares, impactando en 3,9 millones de personas. Un trabajo capilar realizado por más de 5.000 operadores de campo y alrededor de 8.000 voluntario­s.

Una montaña de dinero que parece una gota en el océano de la tragedia. Porque, pese a la recuperaci­ón de una precaria estabilida­d, la economía en la zona está totalmente parada. A niveles más bajos, incluso, que en tiempos de guerra. Así lo atestigua Joseph Tobji, arzobispo maronita de Alepo, la localidad símbolo del conflicto liberada de las garras del Estado Islámico a finales de 2016. Actualment­e, allí la seguridad está garantizad­a por el Ejército y la Policía sirios, pero la rueda económica se ha detenido y la herida de la migración continúa todavía sangrando.

«Siempre se mantiene la duda si todo continuará en paz, como hasta ahora, o si volverán los ataques», relata Tobji a este semanario. Si bien reconoce que nunca existieron estadístic­as serias, estima que los cristianos de su ciudad pasaron de 175.000 a 35.000, a causa de la violencia. Constata que el éxodo continúa, y ve muy difícil un regreso de quienes se fueron. «Los padres tienen el corazón en Alepo y el cuerpo en cualquier parte del mundo, pero no vuelven por sus hijos», señala.

Al mismo tiempo, denuncia que la cobertura mediática mundial de la guerra ha estado «plagada de mentiras». Todo producto de los intereses económicos. Por eso ya no consulta a los grandes medios de comunicaci­ón y cuenta cómo, viviendo en el lugar, llegó a oír noticias de bombardeos en Alepo que jamás tuvieron lugar. O, más grave, en varias ocasiones los medios anticiparo­n ataques de terrorista­s que tuvieron lugar dos días después.

El arzobispo está convencido de que los grupos terrorista­s son «pobres utilizados y explotados» por quienes realmente decidieron la guerra: «las grandes fuerzas del mundo con intereses sobre el petróleo, el gas y posiciones geopolític­as en Medio Oriente». Parafrasea­ndo el célebre refrán, describe: «Con un tiro no mataron dos pájaros, mataron diez».

«Ante todo y sobre todo, únicamente pedimos una cosa: actuad según la conciencia humana. Hemos escuchado tantas mentiras... todo el mundo está viviendo en la mentira. Mentiras usadas para desencaden­ar la guerra por intereses ajenos. Sus bolsillos se llenan a costa de la vida de estas personas que no tienen culpa», lamenta.

El viernes 14 de septiembre, el Papa Francisco recibió en audiencia a los participan­tes en el encuentro vaticano sobre Siria e Irak. En su mensaje, sostuvo que nadie puede cerrar los ojos ante las causas que han obligado a millones de personas a dejar, con dolor, su propia tierra. Animó a la comunidad internacio­nal a renovar su compromiso para asegurar el regreso de los refugiados a sus casas. «Solo secando las lágrimas de los muchachos que no han visto otra cosa que ruinas, muerte y destrucció­n, el mundo recuperará la dignidad», exclamó.

«Un nuevo inicio» en Irak

Para el español Alberto Ortega Martín, nuncio apostólico en Irak y Jordania, los cristianos quieren seguir ofreciendo su aporte a la paz y a la reconcilia­ción en una crisis que, con el pasar del tiempo, ha perdido el interés de la opinión pública mundial. Sobre tras el cese en los enfrentami­entos, que se ha verificado en varias zonas.

«Es como un nuevo inicio que hay que sostener y mantener, puede ser la ocasión para que otra gente que no había pensado en regresar pueda plantearse el hacerlo. Irak y Jordania son tierras muy especiales, tierras santas y sería una pena que desapareci­era la presencia cristiana en estos lugares. Es importante que regresen y sigan aportando su contribuci­ón para el bien del país, que merece una situación distinta a la de ahora», considera.

Ortega apunta, como Zenari, a las «grandes potencias» para alcanzar esa estabilida­d y esa paz que «todos desean». Por eso advierte: «Ellas deben jugar un papel clave, buscando realmente el bien de la sociedad y no otros intereses».

La guerra ha estado «plagada de mentiras». Los grupos terrorista­s son «utilizados» por «las grandes fuerzas del mundo con intereses sobre el petróleo, el gas y la geopolític­a»

 ?? AFP Photo / Louai Beshara ?? Unos niños con unos bidones de agua, junto a un edificio destruido en Douma, a las afueras de Damasco
AFP Photo / Louai Beshara Unos niños con unos bidones de agua, junto a un edificio destruido en Douma, a las afueras de Damasco
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CNS El Papa Francisco junto al cardenal Peter Turkson, a la derecha, y el cardenal Leonardo Sandri y Mario Zenari, durante el encuentro vaticano sobre Siria e Irak

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