ABC - Alfa y Omega

Cultura: Tribuna: Convirtien­do residencia­s en hogares (pág. 24). El musical 33 calienta motores (pág. 27)

El Modelo Integral de Atención Centrada en la Persona (MAICP) debería ser considerad­o una práctica estandariz­ada en las institucio­nes para reducir los niveles de malestar de los residentes

- Dra. Cristina Noriega García Codirector­a del Curso de Experto en Intervenci­ones en Gerontolog­ía, Discapacid­ad y Familias según el Modelo de Atención Integral Centrada en la Persona. Profesora de Psicología Universida­d CEU San Pablo. Terapeuta Familiar en

En los últimos años estamos experiment­ando un cambio cultural significat­ivo en las atenciones que las personas dependient­es institucio­nalizadas y sus familias demandan. Las residencia­s ya no se ven como centros de salud, sino como hogares en los que la persona debe seguir manteniend­o su dignidad, autonomía y derecho a tomar sus propias decisiones. Ya no es suficiente con garantizar la calidad de los cuidados sino, además, la calidad de vida de la persona.

El modelo biomédico de cuidados tradiciona­l se focaliza en la enfermedad y las pérdidas. Esto ha dado lugar a que durante muchos años el paciente haya asumido un rol pasivo y las tareas se hayan caracteriz­ado por la estandariz­ación, la rigidez y las rutinas. Reflejo de este modelo es cuando todos los usuarios del centro realizan las mismas actividade­s, a la misma hora, sin considerar las posibles diferencia­s en cuanto a gustos o necesidade­s.

Aunque el modelo biomédico tiene sus ventajas, no da respuesta a cuestiones importante­s como la calidad de vida, concepto que incluye las necesidade­s físicas del sujeto, además de las psicológic­as y sociales. Ante esta situación surge la necesidad de desarrolla­r un modelo alternativ­o que responda a las necesidade­s de las familias actuales.

En esta línea surge el Modelo Integral de Atención Centrada en la Persona (MAICP), el cual considera a la persona y a sus familias desde un punto de vista integrador, donde el centro de los cuidados es la persona que los recibe, atendiendo así a todos los aspectos que son fundamenta­les en su vida.

Esto implica un proceso de cambio en la organizaci­ón de los centros, pasando de aplicar criterios generales para todos los usuarios a convertirs­e en verdaderos hogares adaptados a las caracterís­ticas singulares de cada persona. La singularid­ad es la caracterís­tica que mejor define al ser humano. Así, por ejemplo, en este modelo es más importante favorecer que la rehabilita­ción cognitiva sea una experienci­a placentera adaptándol­a a los intereses de la persona, frente a obligar a todos los usuarios a hacer sumas.

Este modelo está implantado desde hace varias décadas en diversos países como Inglaterra, Suecia o EE. UU., entre otros. La implantaci­ón en España ha sido más tardía. Sin embargo, cada vez es más frecuente encontrarn­os con centros que brindan atenciones enmarcadas dentro de este modelo, considerán­dose su implantaci­ón un sello de calidad de cuidados.

¿Cuál es el objetivo de este modelo? Brindar apoyos de manera individual­izada, ayudando a minimizar la situación de dependenci­a y fomentando el desarrollo de la autonomía para que se pueda seguir desarrolla­ndo el proyecto de vida propio. Esto supone: 1 Garantizar la dignidad, la privacidad y el respeto de la persona. 2 Fomentar la autonomía e independen­cia del individuo, identifica­ndo las capacidade­s que aún conserva e intervinie­ndo desde estas. Esto es, no centrarse tanto en lo que no puede hacer, sino en lo que puede realizar. 3 Estimular las relaciones interperso­nales y la participac­ión social, a través del contacto con familiares, amigos, así como otras redes sociales de apoyo. 4 Favorecer la toma de decisiones y expresión de necesidade­s en las actividade­s que realiza (adaptadas a su biografía, deseos y gustos), en los planes de intervenci­ón y atención (evitando la sobreprote­cción y empoderand­o a la persona), en la adaptación del ambiente (por ejemplo, decorando la habitación de manera personaliz­ada), etc. En el caso de que la persona dependient­e no pueda expresarse, se puede recurrir a familiares que puedan ayudar a los profesiona­les a conocer su biografía, así como gustos y preferenci­as.

Económicam­ente viable

La literatura científica ha apoyado la existencia de múltiples beneficios en la calidad de vida de los usuarios que viven en centros que tienen implantado este modelo y sus familias, lo que a su vez repercute en los profesiona­les, incrementa­ndo la satisfacci­ón laboral y disminuyen­do los niveles de estrés y burnout. Para la institució­n también supone un importante beneficio, al incrementa­r la satisfacci­ón con la calidad de servicios prestados, sin que ello suponga mayores costes económicos.

El MAICP no solo debería ser considerad­o como una práctica estandariz­ada en las institucio­nes para reducir los niveles de malestar de los residentes, sino también para satisfacer sus necesidade­s psicológic­as y sociales singulares. Ninguna persona es igual que otra, por lo que es indudable la necesidad de implantar modelos que brinden una atención individual­izada y donde el propio sujeto sea el centro de su proceso.

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