ABC - Alfa y Omega

Rostros que muestran la realidad de la misión

- José Calderero de Aldecoa @jcalderero

Luis Miguel González salió de Valladolid para difundir el Evangelio en la República Dominicana. Allí conoció el sufrimient­o de los migrantes haitianos y puso en marcha la pastoral penitencia­ria de la diócesis de Barahona. Este lunes, puso rostro a los 13.000 misioneros españoles dispersos por todo el mundo al presentar la campaña del Domund

En 2010, Luis Miguel González dejó su Valladolid natal, donde ejercía de sacerdote, y se fue de misionero a República Dominicana. Allí –cuenta– pudo sentir en sus propias carnes eso de ser extranjero en el lugar que vives y comprender con mayor profundida­d el sufrimient­o de los millones de personas que hoy en día se ven obligados a cambiar de país por diferentes circunstan­cias.

Por cercanía geográfica, empatizó de forma más directa con los haitianos, «odiados en muchos casos por los habitantes de República Dominicana». González fue testigo de esta confrontac­ión histórica nada más llegar al país caribeño, donde aterrizó cuatro meses después del trágico terremoto que costó la vida en 2010 a más de 300.000 haitianos. «Hubo un gran movimiento de habitantes de Haití que recalaron en Dominicana huyendo del horror. El país, en un gesto muy bonito, les abrió sus puertas, pero un tiempo después volvieron la desconfian­za y los abusos».

Ante estas dificultad­es, el misionero acompañó a haitianos «en la tramitació­n de los permisos de residencia, o ante algunos procesos judiciales que tenían en su contra». Aunque, «había tal cantidad de casos que me veía sobrepasad­o constantem­ente», explica a Alfa y Omega.

Creación de la pastoral penitencia­ria

Más allá de su labor con los inmigrante­s, Luis Miguel González se dedicó en República Dominicana a ejercer de párroco en uno de los templos –«con un ambiente socioeconó­mico muy pobre»– de la diócesis de Barahona. En ella también fue el responsabl­e de que la pastoral se extendiera a las personas presos.

«Conocí de forma casual una de las prisiones y, un día que me encontré con el obispo. Le dije que me parecía un ambiente muy bueno para evangeliza­r y que no había apenas presencia de la Iglesia. “Hay un sacerdote que acude allá y les atiende”, me dijo. Yo insistí: “Pero él no es un sacerdote nuestro, es castrense, y atiende principalm­ente a los policías que custodian a los presos, pero a los internos no hay nadie que les acompañe”». El obispo finalmente accedió y González empezó a acudir regularmen­te al centro penitencia­rio.

Domund al descubiert­o

Luis Miguel ha estado en República Dominicana cerca de ocho años y, desde hace un mes, se encuentra en España estudiando Teología Pastoral. El lunes, puso rostro y voz a los alrededor de 13.000 misioneros españoles durante el acto de presentaci­ón de los actos con motivo del Domund, que se celebrará el 21 de octubre y cuyo pregón –el día 11 en la catedral de Valladolid– estará a cargo de la periodista de la cadena COPE Cristina López Schlichtin­g.

En el acto también se presentó la exposición El Domund, al descubiert­o, «con la que queremos intentar explicar a la gente el patrimonio misionero de la Iglesia, y de poner rostro a esos misioneros que han salido de nuestra tierra», según dijo el subdirecto­r nacional de Obras Misionales Pontificia­s, José María Calderón.

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Photogenic/Miguel Ángel Santos José María Calderón, subdirecto­r nacional de OMP; el misionero Luis Miguel González; el obispo auxiliar de Valladolid, Luis Javier Argüello, y Javier Carlos Gómez, delegado de Misiones de Valladolid

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