¿Una nueva ley de libertad religiosa?
Los duelos dialécticos entre cardenales y personalidades socialistas fueron uno de los principales atractivos del congreso La Iglesia
en la sociedad democrática. En la apertura, el cardenal Fernando Sebastián, estrecho colaborador de Vicente Tarancón, defendió que los creyentes «tenemos que aceptar con serenidad las consecuencias de vivir en un régimen de libertad» y «no debemos tener miedo », ya que «la fe es esencialmente libertad». Aunque «ahora somos menos los católicos», sin embargo «podemos vivir la fe con mas autenticidad y más fuerza existencial y personal».
El arzobispo emérito de Pamplona calificó de «cierto resabio totalitario» y «síntoma innegable de falta de espíritu democrático» algunas actitudes en «la izquierda y los movimientos laicistas», a los que les cuesta admitir que «los católicos somos ciudadanos como todos los demás, con derecho a participar en la vida democrática». Y concluyó apelando al «diálogo sincero y permanente». «Nos conocemos poco», dijo. «Nos hemos juzgado y criticado y condenado demasiadas veces». «En las ciudades, en los centros, en las parroquias… tendrían que multiplicarse los encuentros entre creyentes y no creyentes para analizar juntos los problemas comunes y buscar juntos soluciones comunes que sean buenas para todos».
La exvicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, actual presidenta del Consejo de Estado, respondió con una defensa de una mayor separación entre Iglesia y Estado, puesto que «cuando se confunden los ámbitos de cada cual, llegan los problemas». En esa línea, abogó por una nueva ley de libertad religiosa, un proyecto que su Gobierno dejó inacabado y que figuraba en el programa electoral con el que Pedro Sánchez se presentó a las elecciones. Por último, De la Vega criticó el a su juicio déficit en igualdad de género en la Iglesia, donde las mujeres son mayoría, pero «quedan relegadas a un segundo plano y se les corta el acceso al sacerdocio, y con él, a las estructuras de poder eclesiástico».