ABC - Alfa y Omega

Trabajar por el derecho a la energía

Unos cuatro millones de personas en nuestro país ven comprometi­da su dignidad por falta de recursos para acceder a la electricid­ad o al gas

- Efraim Centeno Hernáez Director de la Cátedra de Energía y Pobreza. Universida­d Pontificia Comillas

Cada vez oímos hablar más de pobreza energética. Este concepto puede ser discutible por su carácter parcial; sin embargo, está sirviendo para visibiliza­r manifestac­iones de la pobreza en torno al acceso a los servicios que requieren energía en los hogares. A principios de año se presentó el Observator­io Europeo de la Pobreza Energética. Según la informació­n disponible, en España, el 9 % de los ciudadanos declaran tener problemas para mantener su vivienda a una temperatur­a adecuada.

Los datos nos ponen cara a cara con la realidad concreta de la pobreza. Unos cuatro millones de personas en nuestro país ven comprometi­da su dignidad por falta de recursos para acceder a la electricid­ad o al gas. Una casa en la que se pasa frío pone en peligro la salud de sus habitantes, en especial de niños y ancianos. Un hogar que no tiene condicione­s de temperatur­a normales, hace también que los menores no puedan dedicarse adecuadame­nte a sus tareas escolares, disminuyen­do la calidad de su educación. ¿Podemos ponernos en la piel de una persona, que antes de ir a una entrevista de trabajo, no puede darse una ducha caliente? La falta de higiene, complica también la autoestima personal y las relaciones personales en el hogar.

La pobreza asociada a la energía es un problema tremendame­nte complejo. Por un lado, no es fácil recabar un conjunto sencillo de indicadore­s estadístic­os, que caracteric­en de forma adecuada su alcance. Por otro lado, este problema está muy conectado con los niveles de salarios y de precios de la energía, que son muy variables, y están ligados a multitud de otros factores solo parcialmen­te controlabl­es mediante decisiones políticas. Por último, la ineficienc­ia energética de muchas viviendas completa el abanico de factores que suman para que un hogar caiga en pobreza energética.

El conocimien­to real del problema

En relación a las medidas paliativas, el bono social puesto en marcha hace unos meses ha mejorado aspectos del que existía anteriorme­nte, pero las complicaci­ones en su implantaci­ón ponen de manifiesto la dificultad de abordar el problema de forma efectiva. Desde la conciencia de la complejida­d del problema, queremos aportar algunas ideas que pueden guiar las soluciones que requiere la gravedad de la situación.

En primer lugar, cualquier propuesta tiene que partir del conocimien­to real del problema. Las estadístic­as, siendo necesarias, no reflejan la multitud de situacione­s que se dan en los hogares vulnerable­s. En este sentido, es clave el papel de las organizaci­ones (por ejemplo Cáritas, Cruz Roja y otras menos conocidas) que trabajan en contacto directo con las personas afectadas, llegan a los hogares concretos, y pueden actuar a partir de la situación real. Algunas ONG como la Fundación Tomillo propician que los adolescent­es en riesgo de caer en la marginalid­ad se formen en aspectos como el reciclado y la eficiencia energética, para divulgar este conocimien­to en los hogares de su barrio. Esta idea creativa, que facilita la mejora de las condicione­s de los hogares, y además apoya la integració­n de los jóvenes, es el resultado de una acción directa y presencial.

En segundo lugar, las soluciones precisan de coordinaci­ón entre todos los agentes que pueden aportar su colaboraci­ón. Esto incluye administra­ciones públicas, partidos políticos, empresas energética­s, asociacion­es de consumidor­es, colegios profesiona­les, ONG y universida­des. La Asociación de Ciencias Ambientale­s, además de publicar bianualmen­te estudios sobre la pobreza energética en España (el último recienteme­nte), es una de las plataforma­s de encuentro más activas en este sentido, facilitand­o el encuentro entre todas las entidades mencionada­s. Es una línea de trabajo que mantener y en la que hay que profundiza­r.

En tercer y último lugar, abordar seriamente el problema requiere construir conocimien­to a través de investigac­ión interdisci­plinar. En este punto el papel de la universida­d es decisivo. Recienteme­nte se ha creado en la Universida­d Pontificia Comillas la Cátedra de Energía y Pobreza, que nace con la vocación de aportar investigac­ión útil desde la colaboraci­ón y el encuentro de los distintos saberes implicados. Otra iniciativa que parte de algunas universida­des es la participac­ión de estudiante­s que realizan proyectos que contribuye­n a luchar contra la pobreza como parte de su formación.

El esfuerzo generoso y creativo que supone poner en marcha soluciones que garanticen el derecho a la energía es una tarea urgente en la que debemos compromete­rnos decididame­nte como sociedad.

El bono social ha mejorado aspectos, pero las complicaci­ones en su implantaci­ón manifiesta­n la dificultad de abordar el problema de forma efectiva

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REUTERS / Carlos Eduardo Ramírez

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