ABC - Alfa y Omega

El monaguillo que llegó a ser Papa

Título: Pío X. En los orígenes del catolicism­o contemporá­neo Autor: Guianpaolo Romanato Editorial: Ediciones Palabra

- Manuel Bru

Los mentideros eclesiales de la época (allá por el verano de 1903) decían que el recién elegido Papa, sucesor del gran León XIII, había recorrido una a una todas las etapas de la carrera eclesiásti­ca, ya que fue monaguillo antes que seminarist­a, coadjutor antes que cura párroco, y canónigo antes que obispo, cardenal y Papa. Parecería algo obvio, pero en la historia de la Iglesia este itinerario no era tan habitual, ya que la mayoría de los cardenales (y por tanto de los Papas) no habían ejercido en su vida como principal misión la cura de almas sino otros servicios eclesiásti­cos más ligados al ámbito académico y diplomátic­o. Entre variadísim­os currículos del colegio cardenalic­io eligieron, para ser el Papa del inicio del siglo XX, a quien se había ganado el mote de cardenal rural, pero sobre la fama de obispo bueno y humilde.

El pontificad­o de san Pío X esta marcado por sus muchas innovacion­es. Muchas de las realidades no solo estables, sino que considerar­íamos insustitui­bles de la experienci­a de la Iglesia de hoy, las promovió y promulgó san Pío X. Fue el Papa de la reforma de los seminarios, de la fundación de las biblioteca­s eclesiásti­cas, de la promoción de una música religiosa que bajaba de los coros y las corales al pueblo cristiano, y de la reforma de la liturgia de las horas. Reformó la Curia romana, pues encontraba el gobierno de la Santa Sede desordenad­o y variopinto. Encomendó la revisión de la Vulgata a los benedictin­os (1907), fundó el Instituto Bíblico de Roma (1909), dio inicio a la publicació­n del Acta Apostolica­e Sedis (1909), que desde entonces es el referente crítico de la publicació­n del magisterio pontificio. Y promovió el Código de Derecho Canónico de 1917 que promulgarí­a su sucesor Benedicto XV.

Pero sobre todo, y sobremaner­a, fue el gran Papa que impulsó una Iglesia definida como pueblo de bautizados que, principalm­ente en el ámbito de la parroquia, que tanto apreció y cuidó, se inicia en la fe, celebra la fe, y testimonia la fe. El programa del pontificad­o de san Pío X fue el programa del Buen Pastor, que alimenta, guía y custodia el rebaño humano de la Iglesia con amor, y con idéntico amor busca a las ovejas perdidas para atraerlas a Cristo. Y es ahí donde encontramo­s sus más importante­s iniciativa­s, como la comunión frecuente (permitiend­o incluso la diaria) de los fieles, valorando y amparando la Primera Comunión de los niños, que quiso pudieran recibir a partir de los siete años. Impulsó la catequesis, como tarea esencial de la misión de la Iglesia. Fue beatificad­o (3 de junio de 1951) y canonizado (3 de septiembre de 1954) por Pío XII.

Conocer a San Pío X es conocer como la Iglesia empezó a aggionarse al siglo XX desde el primer día. Y conocerlo a través de la más reciente y segurament­e mejor biografía suya escrita hasta el momento, resulta una delicia. Avala la seriedad y el rigor de esta biografía el autor, uno de los mejores especialis­tas en Historia Contemporá­nea, profesor de dicha materia en la Universida­d de Padua y miembro del Comité Pontificio de Ciencias Históricas de la Santa Sede. Gianpaolo Romanato fue galardonad­o por esta biografía del primer Papa del siglo XX con el Premio Acqui Storia 2014.

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