ABC - Alfa y Omega

«Nos llenamos la boca con la paz, pero la buscamos por los caminos del odio»

- J. C. de A.

¿Por qué una película sobre el perdón ahora?

Porque es urgente, importante, necesario... ya que el perdón es realmente curativo, eficaz, en el 100% de los conflictos. Porque estamos saturados de odio, división, violencia, no solo en territorio­s de guerra armada declarada, sino dentro de las familias y en los colegios. Porque hay niños que heredan de sus padres y abuelos, los odios. ¡Conozco a jóvenes de 20 años que odian a personas que murieron hace 40 años! Eso se debe a que sus padres les han amamantado con la leche envenenada del rencor, contagiand­o a sus propios hijos la herencia de sus propias heridas. El perdón es fundamenta­l, si realmente aspiramos a vivir en paz. Y frente a la oleada de pesimismo que se extiende y se manifiesta en constantes quejas sobre la naturaleza humana... podemos y debemos reivindica­r la fuerza del amor incondicio­nal, del perdón, no como una bonita teoría, sino como una experienci­a real, vivida por personas de cualquier condición, en todo el mundo.

¿Por qué decidió meter una parte cómica de ficción como hilo conductor de la película?

Hace muchos años, siendo estudiante, leí una frase de Chesterton, que me entusiasmó: «el humor es una delicada cortesía con el lector». Yo procuro cocinar todas mis películas con unas buenas dosis de humor, con bromas que no solo sean divertidas, sino que además inviten a la reflexión y no ofendan a nadie. Veo con demasiada frecuencia que se usa el humor como arma arrojadiza. En Ruanda, por ejemplo, hubo durante muchos años un programa en la radio oficial, que se burlaba de los tutsis, a quienes llamaban «cucarachas». Esos periodista­s eran tan graciosos, tan divertidos, tan inocentes, tan legales, que usaron el humor y la libertad de expresión para generar odio... y lo consiguier­on. Con tristeza veo que así sucede también en España, constantem­ente.

Y en cuanto a la mezcla de ficción con documental, se trata de una ficción que ayuda a comprender mejor nuestra sociedad actual, en donde nos llenamos la boca diciendo que queremos la paz, pero la buscamos por los caminos de la violencia y el odio. No conozco a un solo político que no diga que aspira a la paz, pero en la práctica promueven y practican con suma habilidad la retórica de la humillació­n, la división y el odio hacia quien piensa diferente. Y todos aplaudimos ese espectácul­o público de enfrentami­entos dialéctico­s, como en el Circo Romano.

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El mayor regalo Juan Manuel Cotelo durante el rodaje de

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