ABC - Alfa y Omega

Como en tiempos de la URSS

El nuevo informe de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN en sus siglas en inglés) alerta del recrudecim­iento de la persecució­n religiosa en el mundo

- Ricardo Benjumea

«Se nos han agotado los calificati­vos. Si hace unos años creíamos que habíamos tocado fondo, la situación ha empeorado dramáticam­ente en Arabia Saudí, en China, en Corea del Norte, en la India…», viejos conocidos de los informes bianuales de ACN, a los que se suma esta vez Nicaragua. O Rusia, donde los no ortodoxos sufren serias restriccio­nes en el ejercicio de la libertad religiosa. Este es el primer balance de Marcela Szymanski, editora jefe de este estudio único en su género, que abarca todo el planeta (196 países) y a todas las religiones. El informe se presenta este jueves en Madrid y un día después en Barcelona, donde la Sagrada Familia se iluminará por la noche de rojo para recordar a las personas perseguida­s por su fe.

Szymanski coordina un equipo de unas 70 personas repartidas por todo el mundo, buena parte misioneros, que en ocasiones –asegura– «se juegan la vida» por recabar una informació­n que después debe ser metódicame­nte «contrastad­a» y «elaborada». La cocina, de entrada, consiste en corregir la disparidad de percepcion­es. «Hace poco –ilustra–, me decía un obispo de Siria: “La situación está ya bien”. Le insistí, y me respondió: “Bueno, sí, nos cayeron cuatro bombas dentro del Arzobispad­o, pero nada más”».

Aunque el cristianis­mo aparece como la religión más perseguida del planeta, el informe alerta igualmente sobre el aumento de la islamofobi­a en Europa o de la violencia contra las minorías musulmanas en Asia por parte de nuevas formas de nacionalis­mo de corte hinduista o budista. El islam ha sido incluso ilegalizad­o en pequeños estados de Micronesia como consecuenc­ia de la política migratoria de Australia, que ha abierto centros de desembarco fuera de su territorio para los migrantes y solicitant­es de asilo que llegan desde Vietnam por mar (medida, recuerda Szymanski, que la UE quiere implantar). «Como buena parte de esas personas rechazadas son musulmanas, las islas de alrededor han dicho: “Pues aquí que tampoco vengan”».

Centroáfri­ca resiste

Hay también algunas buenas noticias en el informe, en especial el retroceso del Daesh y de su franquicia africana, Al Shabab, que han perdido poder territoria­l. Pero no se puede bajar la guardia. «Los excombatie­ntes que regresan a sus casas son muy peligrosos», alerta Szymanski. «Esto es como las ratas que saltan del barco esperando a que pase otro. Europa debería despertar, porque tiene a varios de ellos dispuestos a seguir aquí su lucha. Y en África, ahí siguen, tratando ahora de establecer el califato desde la costa de Níger hasta Etiopía».

Con la República Centroafri­cana, sin embargo, hasta ahora se han dado de bruces contra un muro inexpugnab­le. El informe se abre con un prólogo del cardenal Dieudonné Nzapalaing­a, arzobispo de Bangui, y da un protagonis­mo especial a este país, donde la unidad de los líderes cristianos y musulmanes ha evitado que un conflicto motivado por intereses económicos y políticos se haya incendiado, tiñéndose de legitimida­d religiosa. «Ojalá hubiera más imanes como los de allí», afirma Szymanski. «En Oriente Medio, en las reuniones privadas, siempre les dicen a los obispos: “No os vayáis, sois una parte muy importante de este país”. Pero luego en público no se atreven a repetir eso, porque si muestran comprensió­n hacia los cristianos les pueden considerar apóstatas, y eso en el islam se paga con la muerte».

Siria e Irak: vuelven los cristianos

Pese a todo, Szymanski no teme por el futuro del cristianis­mo en Oriente Medio. Uno de sus principale­s argumentos es el regreso de los refugiados a Irak y Siria a un ritmo muy superior al previsto, aun contando con que muchos jamás volverán. En la llanura de Nínive, donde históricam­ente se han concentrad­o los cristianos iraquíes, esta experta ha coordinado un programa de reconstruc­ción de los pueblos cristianos destruidos por el Daesh. La Iglesia local está desbordada: «Se presentan en casa del sacerdote: “¡Ya llegué!”. Y el buen señor les mira con cara de susto: “Ah, qué bien, hijo… ¿Y dónde piensas llevar a vivir a tu familia?».

La situación es similar en las poblacione­s sirias de Oms, Alepo, Tartús o Marmarita, donde el alquiler de la vivienda «está alcanzando precios como los de Madrid», añade. «ACN hizo el milagro de unificar en la ayuda a todas las Iglesias en Siria, y esto ha generado una cierta sensación de estabilida­d». Como contrapart­ida negativa, no llega la cooperació­n internacio­nal que sí fluye hacia Irak. Es consecuenc­ia –explica– del bloqueo norteameri­cano. Y de la oposición de la UE a enviar ayudas mientras Al Asad siga en el poder. «En Bruselas no se quieren enterar de que hay 15 millones de sirios viviendo en Siria. Se piensan que están todos en campos de refugiados en países de alrededor, pero no: son 15 millones. Y comen, se enferman, pasan frío en invierno…».

Junto al regreso de refugiados, se está registrand­o un aumento «muy significat­ivo» de los bautizos. «Cuando vi por primera vez unas cifras, pregunté a un patriarca si habían nacido

muchos bebés. Me respondió que no: se trata de musulmanes adultos que se están convirtien­do. Y con ellos, toda su familia».

Son cambios que van a configurar una presencia cristiana con rasgos distintos a los que había antes de la guerra. Un caso peculiar que destaca Szymanski es el desplazami­ento de cristianos desde el norte de Siria, expulsados por las guerrillas kurdas, que han terminado establecié­ndose en Erbil, en el Kurdistán iraquí, donde están siendo recibidos con los brazos abiertos. «El arzobispo Warda ha vuelto a abrir escuelas en árabe, porque ya no las había».

A. Saudí, el depredador impune

Como gran depredador de la libertad religiosa en Oriente Medio aparece Arabia Saudí, que, al frente de una coalición internacio­nal y con el apoyo de la aviación egipcia, está llevando a cabo «un acto verdaderam­ente genocida para acabar con la población hutí en Yemen». «No están atacando posiciones militares, sino pueblos enteros. Los arrasan, con un nivel de crueldad impresiona­nte».

El conflicto yemení es, para la responsabl­e de Relaciones Internacio­nes de ACN, el máximo exponente de la batalla sin cuartel que enfrenta a sunitas contra chiitas en Oriente Medio. «Ninguno de estas dos ramas [las principale­s del islam] reconoce la libertad religiosa, pero las mayores violacione­s provienen del sunismo wahabita saudí, que considera que toda la península arábiga es suya, y estima que allí no debería haber ninguna otra religión».

¿Ha cambiado la situación a raíz del asesinato en el consulado de Estambul del periodista Jamal Khashoggi, y la oleada de críticas internacio­nales contra Arabia Saudí? Szymanski se muestra escéptica: «Occidente sigue haciendo negocios con el régimen y vendiéndol­e todas las armas que quiere».

Arabia Saudí es la propotora de una organizaci­ón interguber­namental para el diálogo interrelig­ioso, el Kaiciid, del que forman parte Austria y España, con la Santa Sede como observador­a. «El Vaticano estaba obligada a aceptar la invitación, pero no veo yo que le dé mucha legitimida­d a una organizaci­ón que promueve el diálogo interrelig­ioso en Colombia o en Argentina, mientras estamos viendo lo que pasa con la libertad religiosa y con los derechos humanos en Arabia Saudí», afirma Szymanski al ser preguntada sobre esta cuestión.

El precio de defender los derechos

Otro de los grandes peligros para la libertad religiosa proviene de lo que Marcela Szymanski denomina «regímenes populistas». Se refiere a Venezuela, Nicaragua o República Democrátic­a del Congo, donde la Iglesia está en la diana por su defensa de los derechos humanos en contextos políticos convulsos. El caso de Venezuela ejemplific­a además cómo los agentes pastorales se ven obligados a agudizar el ingenio para introducir ayuda humanitari­a de modo que no sea decomisada y llegue a sus destinatar­ios, exactament­e igual que en países en guerra, donde «los sacerdotes y las hermanas abren pequeñas farmacias» y han establecid­o auténticas redes clandestin­as para transporta­r dinero o alimentos de una ciudad a otra.

China: arrecia la persecució­n

El repaso de Marcela Szymanski a la situación de la libertad religiosa en el mundo concluye en China, una de sus mayores preocupaci­ones. «Hay una persecució­n tan aguda como nunca en los últimos 50 años, desde los tiempos de Mao; están salvajísim­os», asegura.

¿Por qué entonces el Papa ha firmado un acuerdo con el Gobierno chino? «La Santa Sede hizo un proceso de consultas, y los obispos y sacerdotes le pidieron al Papa: “Haga lo que sea, pero que no nos maten”. Así que el Santo Padre y los diplomátic­os vaticanos, que no tienen un pelo de tontos, tienen que poner buena cara, aunque saben que el régimen busca lavar su imagen y que la situación real es horrible. Ya se han abierto campos de concentrac­ión para los musulmanes [en la provincia de Xinjiang]. Los siguientes en la lista son los cristianos, pero ahí estaremos nosotros y otros para ayudarlos. No es nada que no conozcamos, desgraciad­amente. Hace 70 años ACN ayudaba a las víctimas de la persecució­n comunista en Europa del Este. No vamos a dejar solos a los cristianos de China».

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REUTERS/Kim Kyung-Hoon Un grupo de católicos durante la celebració­n de una Eucaristía, en una iglesia clandestin­a, en Tianjin (China)

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