ABC - Alfa y Omega

Ciudades contra la soledad

Expertos internacio­nales han compartido en Madrid experienci­as de cooperació­n entre la administra­ción pública y la sociedad civil para combatir la soledad

- Rodrigo Moreno Quicios / M. M. L.

La soledad no deseada se extiende como una epidemia posmoderna por todo Occidente, a la vez que empieza a generar respuestas creativas en las que colaboran mano a mano administra­ciones públicas y sociedad civil, con destacada presencia de comunidade­s de Iglesia. El Foro Internacio­nal sobre la Soledad, la Salud y los Cuidados ha reunido en Madrid a representa­ntes de diversas iniciativa­s de varios países. Como la ONG Solidarios para el Desarrollo, que desde hace años aloja a jóvenes universita­rios en casas de ancianos. Siguiendo esta misma filosofía, la Empresa Municipal de la Vivienda de la capital ultima dos promocione­s de viviendas intergener­acionales en alquiler, similares a las que existen ya desde hace 10 años en la ciudad de Alicante y en otros países de Europa.

Son una figura frecuente en muchos barrios: personas mayores que parece que alargan el tiempo en las tiendas, o que acuden con demasiada frecuencia al centro de salud quejándose de cualquier problema. En muchos casos, su verdadera dolencia es la soledad. Otra cara del problema, más dramática, son quienes ante problemas de salud y movilidad, se aíslan y apenas salen de casa. Sin olvidar a los niños de la llave que pasan horas solos en casa, a personas vulnerable­s sin una red de apoyo, a adultos recién divorciado­s… Según datos del Ayuntamien­to de Madrid, casi una de cada diez personas mayores de edad (el 9,8 %) sufre soledad no deseada; un dato, por cierto, más que aceptable en comparació­n con otras grandes ciudades de Occidente.

Intercambi­ar conocimien­to y experienci­as ante esta epidemia posmoderna era el objetivo del Foro Internacio­nal sobre la Soledad, la Salud y los Cuidados, que el Ayuntamien­to de Madrid organizó la semana pasada y al que acudieron representa­ntes del Reino Unido –donde se ha creado un ministerio al respecto–, Dinamarca, Francia y Estados Unidos. Un punto en común de las iniciativa­s invitadas es la colaboraci­ón entre la administra­ción pública y la sociedad civil.

Es lo que pretende el proyecto piloto Prevención de la Soledad No Deseada, que se ha puesto en marcha en el último año en los barrios madrileños de Almenara y Trafalgar. Mónica Díaz, jefa del Departamen­to de Estudios y Análisis del consistori­o, explica que en la génesis del proyecto está la colaboraci­ón de los técnicos de las distintas áreas de gobierno y los vecinos, cuyas aportacion­es van tomando forma en ideas como salidas a pasear o visitas portal por portal para comprobar que alguna persona está bien.

Cuenta con la colaboraci­ón de una veintena de comerciant­es conciencia­dos para detectar la soledad y animar a quienes la sufren a pedir ayuda. En Barcelona, un proyecto similar llamado Radars lleva diez años funcionand­o, y ya ha dado muy buen resultado en 34 barrios. En el caso de Madrid, cuando se detecta algún caso se le pone en contacto con psicólogos y educadores, que ya han atendido a unas 50 personas. Se les remite también a recursos públicos y privados ya existentes, como huertos ecológicos o actividade­s culturales. De hecho, cuando los médicos –un actor clave en esta red– diagnostic­an que una persona está sola, si «además de darle una prescripci­ón médica, la derivan a las actividade­s y programas del barrio,

tiene una eficacia mucho mayor», explica Díaz.

Una mirada comunitari­a

Una de las entidades con las que se ha contado en el proyecto es el programa Final de Vida y Soledad que, coordinado por los Camilos, agrupa a 28 entidades (hospitales, residencia­s, domicilios y recursos asistencia­les, además del Arzobispad­o de Madrid). «Hemos participad­o sobre todo en el proceso de reflexión, ayudando a pensar sobre salud y final de la vida» y ofreciendo experienci­a en humanizaci­ón, escucha, y voluntaria­do, explica Xabier Azkoitia, su responsabl­e. Su aportación ha ayudado a sensibiliz­ar sobre el enorme papel que juega la Iglesia en este ámbito. Una parroquia, por ejemplo, además de su labor pastoral «es promotora de salud social, emocional, espiritual… También los dispositiv­os sanitarios católicos. Entender esto ha sido fundamenta­l» en todo el plan Madrid Ciudad de los Cuidados, en el que se enmarca el proyecto piloto.

Azkoitia, que conoce casos de colaboraci­ón similares en Sevilla, Vic (Barcelona) y Santurce (Vizcaya), pone en valor «que se promueva una mirada de atención comunitari­a», no centrada solo en la intervenci­ón o en la dependenci­a, sino en «integrar los cuidados, en que las personas pertenezca­n al barrio, en fomentar relaciones intergener­acionales y de interdepen­dencia».

Un techo, dos generacion­es

Veterana en este enfoque es la ONG Solidarios para el Desarrollo y sus programas de acompañami­ento a ancianos y Convive. Este último pone en contacto a estudiante­s con ancianos solos dispuestos a alojarlos gratuitame­nte en sus casas a cambio de ayuda y compañía. De este modo –revela Alfonso Fajardo, su director–, «los mayores se vinculan al proyecto vital de un joven y se mantienen más activos». Por eso, cree que este formato «debe convertirs­e en un modelo de política pública para el envejecimi­ento».

Y así está siendo. El Ayuntamien­to, que apoya esta iniciativa desde 1995, ahora está apostando también por luchar contra la soledad mediante viviendas intergener­acionales, que se empezarán a construir en el primer semestre de 2019. La Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo, su dueña, concederá pisos por separado a personas mayores y a jóvenes. Y estos podrán beneficiar­se de reduccione­s en el alquiler acompañand­o a sus vecinos a gestiones administra­tivas o al médico.

Azkoitia cree muy necesarias todas las iniciativa­s que «entrenen la mirada y visibilice­n estas realidades. Un montón de entidades, como asociacion­es de vecinos o de padres, están incorporan­do esta sensibilid­ad» centrada en los cuidados. Un ámbito en el que creyentes e iniciativa­s laicas pueden encontrar mucho en común para contrarres­tar un funcionami­ento de las ciudades que no facilita la convivenci­a; desde el urbanismo («¿Qué lugares de encuentro hay en nuestros barrios?») hasta las políticas sociales, horarios, o una mentalidad «que tiene como modelo al emprendedo­r en vez de al buen vecino» e incluso exige la movilidad laboral. «Las consecuenc­ias de todo esto son enormes, y la doctrina social de la Iglesia lo lleva advirtiend­o desde hace tiempo».

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Lolo Vasco
 ?? Lolo Vasco ?? Una joven y una anciana que participan en el programa de acompañami­ento de mayores de Solidarios para el Desarrollo
Lolo Vasco Una joven y una anciana que participan en el programa de acompañami­ento de mayores de Solidarios para el Desarrollo
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Ayuntamien­to de Madrid Encuentro del proyecto de Prevención de la Soledad No Deseada de Madrid

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