ABC - Alfa y Omega

Cuando los jesuitas de Managua protegiero­n a 5.000 manifestan­tes

El vicerrecto­r de la Universida­d Centroamer­icana ha visitado España para denunciar la represión en Nicaragua

- María Martínez López

Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, iba a ser el rostro de la presentaci­ón en España del informe Libertad religiosa en el mundo 20162018, de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Era la persona más indicada para describir los ataques que ha recibido la Iglesia en Nicaragua por su apoyo a la rebelión cívica contra la deriva totalitari­a de Daniel Ortega. Al final, lo delicado de la situación le hizo desistir del viaje.

Quien sí ha podido denunciar en España lo que ocurre en Nicaragua es Jorge Alberto Huete, vicerrecto­r de la Universida­d Centroamer­icana (UCA), pertenecie­nte a los jesuitas. La semana pasada visitó varias universida­des de la Compañía en España, que han condenado en un manifiesto la represión armada. La Policía y las fuerzas paramilita­res, afirma el texto, están detrás de más de 300 muertes desde abril. El manifiesto exige al Gobierno que «respete los derechos constituci­onales de sus ciudadanos, libere a todos los detenidos arbitraria­mente, cese cualquier forma de represión e intimidaci­ón, y garantice la actuación de la justicia».

El 30 de mayo, francotira­dores afines al Gobierno dispararon contra una manifestac­ión en Managua cuando pasaba por delante de la UCA. Entre los manifestan­tes estaban Huete y el rector, José Alberto Idiáquez, que abrió las puertas y ofreció refugio a 5.000 personas. Pero el papel del centro en este movimiento ha sido mucho mayor.

«Hemos promovido debates y fomentado el pensamient­o crítico. El rector ha sido muy activo apoyando a las víctimas y a los encarcelad­os y reclamando al Estado que cese la represión», explica su segundo a Alfa y

Omega. Su implicació­n lo llevó a formar parte de la fallida mesa de diálogo nacional. Y contrasta con el resto de universida­des. «Se han subordinad­o de una manera abyecta al Gobierno», inmerso en una deriva cuasi totalitari­a que –denuncia– comenzó en 2007 con el segundo mandato de Ortega.

«Poco a poco se han ido aboliendo todas las institucio­nes democrátic­as y no hay una verdadera división de poderes, todo está sometido a la presidenci­a. Quieren vender que es la segunda fase de la revolución [sandinista], pero esto no tiene nada que ver», Ahora en el país funciona un modelo económico de «capitalism­o salvaje, extractivi­sta y clientelar».

El vicerrecto­r cree que el protagonis­mo de los jóvenes en las manifestac­iones es una rebelión frente a esa complicida­d de las universida­des públicas con Ortega. «Nuestros estudiante­s, en cambio, siempre han tenido libertad de expresarse». Esto les ha dotado de herramient­as para ejercer el liderazgo entre sus compañeros. Aunque también ha puesto a la UCA en el punto de mira de las fuerzas

orteguista­s. El acoso ha sido tal que llevan meses sin clases presencial­es.

Para Huete, es «impresiona­nte» que estos jóvenes, «que son los que más han sufrido la violencia, no hayan caído en la tentación» de recurrir a las armas. «Parece como si el Gobierno lo buscara, para resolver la situación por la vía militar. La ciudadanía respalda la postura de la Iglesia de buscar una solución pacífica y de diálogo. El problema es que no tienen medios» para obligar a un Gobierno «sin ninguna motivación para sentarse a hablar. Estamos en ese impase». Y teme que el inmovilism­o de Ortega y el deterioro económico acaben desencaden­ando una respuesta violenta. «Nicaragua tiene una historia de violencia, y hay quienes señalan que sobre todo en las zonas rurales sí puede haber personas buscando otras formas de organizaci­ón para rebelarse».

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EFE/Jorge Torres

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