«Amad África»
«Amad África por sus heridas y por sus gritos de dolor, por sus grandes hombres y por sus santos, por sus jóvenes y por sus mujeres pioneras de liberación y desarrollo», nos decía nuestro fundador, Charles Lavigerie. Amadla con sus recuerdos y sus leyendas, con sus tradiciones de respeto y de fe y con su paciencia y con su esperanza… De África, yo he amado todo, su pasado, sus montañas y su cielo azul, su sol, las grandes líneas de sus desiertos y las olas que la bañan… Amad África». Hoy la gran esperanza para África sigue radicando en sus pueblos, en su juventud más educada, en sus líderes carismáticos y en sus mujeres, que están ya siendo las grandes pioneras de una profunda regeneración social, democrática, económica y ética, de los pueblos africanos. Los pueblos africanos sabrán cómo integrar la ciencia y la tecnología en su propia identidad cultural, como también podrán enfrentarse a los enormes retos que les toca vivir, para ser una parte imprescindible en la construcción de un mundo más humano y solidario. África es un continente inmensamente rico que no necesita nuestras limosnas, sino más respeto y trato justo, por parte de los gobiernos y empresarios poderosos, para que sean los pueblos africanos los que decidan cómo vivir su propia identidad y trabajar juntos para potenciar un desarrollo sostenible de todos sus habitantes y contribuir al bienestar de toda la familia humana.