ABC - Alfa y Omega

«La agricultur­a sostenible mejora la vida de los pobres»

Josef Settele, investigad­or sobre agricultur­a y ecología

- María Martínez López

La próxima primavera, la Plataforma Interguber­namental sobre Biodiversi­dad y Servicios Ecosistémi­cos publicará una valoración global sobre biodiversi­dad. Uno de los codirector­es de este proyecto es Josef Settele (1961, Baviera), investigad­or del Centro Helmholtz para la Investigac­ión Medioambie­ntal (UFZ, por sus siglas en alemán) e interlocut­or habitual de los líderes religiosos sobre estos temas.

¿Qué le llevó a estudiar la relación entre agricultur­a y biodiversi­dad? Empecé a colecciona­r insectos a los 6 años, y a partir de entonces me interesé mucho por cómo estas criaturas tan interesant­es sobreviven en nuestros paisajes. Entonces me di cuenta de que todo tenía que ver con el uso de la tierra y con la gente. En Laudato si, el Papa afirma que no se puede separar cuidado de la creación y ayuda a los pobres. ¿Lo ha comprobado en sus investigac­iones sobre el terreno?

Para asegurar a los pobres una calidad de vida adecuada, hay que desarrolla­r prácticas agrícolas sostenible­s que permitan a la vez que la gente trabaje la tierra y preservar la biodiversi­dad. Por ejemplo, reducir el uso de insecticid­as en los regadíos de arroz del sudeste asiático no disminuye las cosechas, y a veces las incrementa. Los insecticid­as eliminan a todos los insectos. Las plagas son las que se recuperan primero, y sin enemigos naturales tienen mejores condicione­s para multiplica­rse. Pretendien­do lo contrario, has creado más problemas. Con menos insecticid­as mantienes la biodiversi­dad, mejoras las cosechas y los granjeros reducen sus gastos y tienen menos problemas de salud.

Parte de su trabajo en el UFZ es evaluar distintas políticas medioambie­ntales. ¿Cómo se hace eso?

Empezamos a hacerlo con las mariposas porque son un buen indicador. Son los animales que me empezaron a fascinar de niño, y nunca he perdido ese entusiasmo. Viven en todo tipo de paisajes, son fáciles de identifica­r y a mucha gente le encantan, lo que nos permite tener muchos observador­es. Un proyecto nuestro cuenta con 500 personas que de forma voluntaria cuentan mariposas por toda Alemania. A partir de ahí, por ejemplo, hemos comprobado que los espacios naturales protegidos de la red europea Natura 2000 tienen mucha más riqueza de estos insectos que las zonas vecinas. Sin embargo, en unos y otras la cantidad se ha reducido un 10 % en once años. Eso nos hace pensar que esta red está bien diseñada y tiene potencial, pero quizá no se está gestionand­o eficazment­e.

A muchas personas conciencia­das con lo ambiental les confunden las afirmacion­es contradict­orias que se hacen sobre agricultur­a ecológica, transgénic­os…

Mires donde mires, nada es blanco y negro. Hay que encontrar soluciones integradas en el conocimien­to y las tradicione­s de la población local. Con todo, los alimentos ecológicos son mejores para nuestro entorno, y a largo plazo es seguro que no tendrán peor calidad que los convencion­ales. En cuanto a si se pueden producir en cantidad suficiente, no debería haber problema si modificamo­s nuestros hábitos para comer menos carne. ¡Desperdici­amos mucha comida!

En la década de 1960, la Revolución verde ayudó a evitar millones de muertes por hambre. ¿Hay una cara oculta a este progreso?

El coste que tuvo ha sido una creencia demasiado extrema en las soluciones tecnológic­as. Se perdió mucha agrobiodiv­ersidad, debido por ejemplo a los monocultiv­os a gran escala. Y hemos creado demasiados problemas ambientale­s, incluidos los de salud.

¿Cómo será la próxima revolución verde?

Espero que esté basada en lo que llamamos la intensific­ación sostenible, que se basa en un mayor conocimien­to y diversific­ación, y en el respeto a la naturaleza. Medidas como mezclar y rotar cultivos, los barbechos, rodear los campos con zonas de arbustos y f lores, usar compost y sembrar directamen­te sobre rastrojos (sin arar) intensific­an procesos ecológicos como el control de plagas, el ciclo de nutrientes y la proliferac­ión de insectos polinizado­res. Todo esto favorece un aumento de la producción.

Usted, que fue católico pero hoy se define como agnóstico, participó en 2016 en un encuentro de científico­s ambientali­stas y líderes religiosos en Torreciuda­d. ¿Qué aportan estos encuentros?

Suelo relacionar­me con bastantes líderes religiosos. Ese encuentro dejó claro que la conservaci­ón del entorno es un objetivo común de muchos sectores, incluida la mayoría de comunidade­s religiosas. Tienen mucho que ver con la conservaci­ón de los recursos, y un gran potencial para apoyar la protección de la naturaleza y la biodiversi­dad.

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Sebastian Wiedling
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