ABC - Alfa y Omega

«Gritar no nos hace ser más claros, sino generar más ruido»

José María Gil Tamayo abandona la Secretaría General de la Conferenci­a Episcopal (CEE) para suceder desde el próximo sábado a Jesús García Burillo como obispo de Ávila. En lo eclesial, sus cinco años al frente de la sala de máquinas del episcopado han est

- Ricardo Benjumea

Ávila está muy cerca de Madrid. ¿Por qué no ha querido presentars­e para un segundo mandato como secretario general?

El nombramien­to de obispo es un encargo del Papa y un desposorio con una Iglesia local. Después de pasar 20 de mis 38 años de cura dedicados a la CEE, tenía muy claro que ahora debía dedicarme a tiempo completo a mi diócesis. Además, aunque haya pasado mucho tiempo entre obispos, voy a ser un obispo novato, tengo mucho que aprender.

¿Qué consejos le ha dado a Luis Argüello, su sucesor como secretario general?

En esto soy muy discreto, cada uno tiene su estilo, pero sí creo que es muy importante que haya venido un obispo, con voz y voto en la Asamblea Plenaria. ¿Usted se ha sentido fuera de lugar por no ser obispo?

En absoluto. Me he sentido muy amparado por los obispos. Y después de haberlos conocido de cerca, me quito el sombrero por la personalid­ad y el trabajo de cada uno.

El secretario es, a día de hoy, también portavoz de los obispos. ¿Cómo ha llevado esa parte del trabajo?

He tratado simplement­e de trasladar la naturalida­d de la vida de la Conferenci­a a la comunicaci­ón. Lo primero es transmitir vida, porque si no haríamos ficción. Sin caer en el rumor ni en la sobreexpos­ición mediática. En la vida de una institució­n hay momentos comunicati­vos y otros que son de vida interior. Debemos tener transparen­cia sin que eso signifique dejar permanente­mente todas las puertas abiertas. No todo es comunicaci­ón, y como secretario he procurado ser discreto, no acaparar el protagonis­mo de una institució­n que es ante todo comunión y trabajo conjunto.

Ha sido un período de muy pocos documentos publicados.

El Papa ha dicho que ya tenemos mucha doctrina… Pero sí ha habido dos o tres documentos importante­s. Uno es La Iglesia servidora de los pobres. Había que dar una respuesta orgánica, estructura­da, que al mismo tiempo contenía un claro mensaje político, fijándonos sobre todo en los más necesitado­s. Y ahí hemos querido poner el acento, con un documento que ha servido también como respuesta a diversos momentos electorale­s en España, con una serie de ideas que ya no hacía falta seguir repitiendo continuame­nte.

Otro documento es la instrucció­n pastoral Jesucristo, salvador del hombre y esperanza del mundo, que aunque al principio recibió una recepción muy superficia­l, es un texto de gran calado, un trabajo de cristologí­a propuesto al hombre de hoy de manera sintética y clara, y que nos ayuda a recordar cuál es el centro de nuestra acción evangeliza­dora.

Y por último, está el plan pastoral, en el que se enmarca la reforma de la propia CEE, y se hace eco de la exhortació­n Evangelii gaudium [el documento programáti­co del Papa Francisco] para, sin inmiscuirs­e en la autonomía del obispo en cada diócesis, ofrecerles propuestas de ayuda.

Hay quien ha dicho que la CEE ha tenido en estos cinco años un perfil político anómalamen­te bajo.

Yo siempre digo que hay que buscar la eficacia en la comunicaci­ón. No porque uno grite es más claro, sino que más bien contribuye a generar ruido. Nosotros lo que hemos querido es ser eficaces a partir del eje de la acción social y caritativa, un aspecto que destacó el rey en su discurso por los 50 años de la CEE. Hemos querido contribuir a la cohesión social en una época de turbulenci­a social y política en España, sobre todo en el ámbito territoria­l. Nuestro mensaje ha sido que no somos un contrincan­te político, sino que nos mueve la búsqueda del bien común, sin dejar de recordar los grandes principios innegociab­les que, por otro lado, están muy claros, y cualquier cristiano comprometi­do ya se los sabe. Hemos procurado no meter a la Iglesia en un pim pam pum electorali­sta, en un momento en el que por desgracia estamos viendo que el ambiente político no es de sosiego. ¿Cómo ha sido su relación con los diferentes gobiernos?

La mayor parte del tiempo me han tocado gobiernos del Partido Popular. Mi relación ha sido fundamenta­lmente con Vicepresid­encia (de la relación con Presidenci­a se encargaba don Ricardo [Blázquez]), y debo decir que el trato ha sido fluido, de mutuo conocimien­to y acogida. También he mantenido encuentros con líderes de la oposición, siembre desde el respeto. La Constituci­ón marca la claves para la relación de la Iglesia con el poder político: independen­cia y colaboraci­ón. Hemos dicho con libertad todo lo que hemos querido decir, con claridad y en la puerta oportuna. Pero lo hemos hecho desde una oferta de ayuda, desde la voluntad de sumar, como ha sucedido, por ejemplo, con la respuesta a la crisis a través de Cáritas.

¿La cuestión educativa ha el asunto más complicado que ha tenido estos años sobre la mesa?

He tenido bastante relación con los ministros, especialme­nte con Méndez de Vigo. Nos ha marcado con dolor la reducción de la clase de religión. Ha sido algo inexplicab­le este desbarajus­te autonómico con una cuestión de Estado, acordada con la Santa Sede. Se han transferid­o las competenci­as en educación, pero no las obligacion­es. Y cada Comunidad Autónoma ha interpreta­do según su marca ideológica, e incluso dos autonomías gobernadas por un mismo partido han utilizado distintas varas de Madrid.

Ahora, desde el verano, los problemas son distintos. Desde el Ministerio se están lanzando anuncios a través de los medios que tocan para nosotros cuestiones esenciales como la libertad de educación en lo que respecta a los conciertos y a la clase de religión. A nivel interno, quisiera destacar el logro de la mesa eclesial para el diálogo educativo, que reúne a las grandes institucio­nes de la Iglesia en España en el ámbito educativo para ir a una en las negociacio­nes. Ha sido un paso muy importante.

Y un reflejo de la mejora sustancial en las relaciones obispos-religiosos. En la cuestión territoria­l, sin embargo, el desgarro intraecles­ial sigue abierto.

Esto quizá no trasciende fuera, pero se ha avanzado en la Conferenci­a en un clima de diálogo, de escuchar a quienes son allí los pastores de la Iglesia, a la vez que ellos escuchan a los pastores del resto de España. Ya quisiera yo que esta comunión la hubiera en el ámbito político y social. La Iglesia ha estado, está y estará siempre en Cataluña. Siempre uniendo, fomentando la concordia. Esa es nuestra tarea, esa es la política de altura, la Política con mayúscula y en cristiano.

 ?? EFE/Sergio Barreneche­a ?? José María Gil Tamayo, duarnte la rueda de prensa tras la reunión de la Comisión Permanente de la Conferenci­a Episcopal Española, en octubre de 2018
EFE/Sergio Barreneche­a José María Gil Tamayo, duarnte la rueda de prensa tras la reunión de la Comisión Permanente de la Conferenci­a Episcopal Española, en octubre de 2018
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