ABC - Alfa y Omega

Abierto por Navidad, cerrado para la familia

La liberaliza­ción de los horarios en Navidad hace imposible el cuidado de los hijos para los empleados del comercio

- Rodrigo Moreno Quicios

Conchita lleva ocho años trabajando como cajera en la tienda gourmet de un centro comercial de Madrid. Un negocio que, debido a las compras navideñas, tiene cada años en estas fechas horarios intempesti­vos desde que en 2012 entrara en vigor la liberaliza­ción de los horarios comerciale­s en el centro de la capital. «Explotan al personal y nos hacen trabajar turnos horribles», denuncia esta mujer ecuatorian­a.

Ella sale cada día de casa a las siete de la mañana y no vuelve hasta las diez y media de la noche, «así que solo veo a mi marido antes de dormir». Su vida familiar es inexistent­e en Navidad, un periodo en el que Conchita trabaja todos los domingos. «Si fuese así todo el año, no tendría pareja», opina.

El resto del año la situación es algo mejor, aunque tampoco para tirar cohetes. De hecho, aunque ambos querrían tener hijos, con estos horarios han decidido posponerlo. «Desde hace tres o cuatro años, parece ser que la gente que trabaja en el comercio no puede tener vida propia», dice ella.

Los días de Navidad tampoco son fáciles para las madres trabajador­as de origen migrante. La peruana Bertila tiene suerte de poder contar con el apoyo de su madre, un lujo inalcanzab­le para otras compañeras suyas en hostelería. Bertila habla de casos espeluznan­tes, de mujeres latinas que han tenido que pagar un dinero que no les sobraba a cuidadoras, «y cuando volvían se encontraba­n a los niños con el culito escaldadit­o», descuidado­s, e incluso algún objeto de la casa les desaparecí­a.

El consumidor se perjudica a sí mismo

Sara García de las Heras, secretaria de acción sindical y salud laboral de Unión Sindical Obrera (USO), cree que «la liberaliza­ción de horarios no ha generado una gran demanda de consumo ni la creación de empleo que se planteaba desde el principio». Grandes ciudades como Madrid y Barcelona se han adaptado rápidament­e a ella, entendiénd­ola como una ventaja para el consumidor, pero al final la ciudadanía termina viéndose afectada en sus propias rutinas y derechos laborales.

Así le sucede a Conchita, quien todos los días se queda en el trabajo hasta las nueve y media «aunque casi nadie nadie viene nunca después de las ocho». Su tienda se encuentra en un centro comercial y la superficie les impone abrir todos los festivos o, de lo contrario, deben pagar una multa de 1.200 euros por cada día que permanezca el cierre echado. «Tenemos que abrir hasta en Semana Santa, que no hay nadie», se queja.

El salto de los horarios comerciale­s a otros sectores económicos provoca, según García de las Heras, que los autónomos y minoristas «amplíen su jornada de forma inhumana» para competir con las grandes superficie­s. Como resultado, la misma flexibilid­ad que permitía al cliente hacer una compra a medianoche porque «las jornadas irracional­es le impedían hacerla en el horario tradiciona­l» se acaba convirtien­do en una obligación que le impide hacerla en cualquier otro momento.

Precisamen­te, la vuelta al horario tradiciona­l es una de las principale­s reivindica­ciones del comercio minorista, quien ha sufrido en sus carnes el traspaso de clientes a las grandes superficie­s. Según COCEM, una agrupación que representa a más de 50.000 establecim­ientos, la liberaliza­ción de los horarios comerciale­s en Madrid ha destruido en los últimos seis años 1.350 pequeños negocios, de los cuales un 90 % empleaba a menos de cinco personas.

La progresiva desaparici­ón del pequeño comercio, la ampliación de los horarios y la falta de alternativ­as familiares deben servir, según García de las Heras, «para plantearse qué tipo de ciudad tenemos y conocer las condicione­s laborales de las personas que te venden un producto a las doce de la noche un 24 de diciembre». Una tarea que, según la responsabl­e de USO, «exige el trabajo de empatía de ponernos en la piel de esa persona», pero que considera fundamenta­l para que la Navidad, lejos de ser un periodo consumista, recupere su significad­o.

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Bertila S.P. Bertila se ha enfrentado a todo tipo de problemas para compaginar el trabajo con el cuidado de su hijo, sobre todo en Navidad

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