ABC - Alfa y Omega

Ángeles con nombre: Rubén

- José Luis Garayoa* *Agustino recoleto. Misionero en Texas (EE. UU.)

Rubén García es el director fundador de Casa Anunciació­n, albergue que desde hace 41 años ha desarrolla­do una labor inmensa al dar asilo y asistencia a migrantes que llegan a esta zona fronteriza de El Paso, Texas. Las instalacio­nes ubicadas en el 1003 East de la avenida San Antonio, reciben diariament­e a grupos de inmigrante­s que les son entregados por las autoridade­s federales, una vez que han sido procesados tras peticiones de asilo en los Estados Unidos.

Rubén García cuenta que se inspiró en la madre Teresa de Calcuta al comenzar su trabajo con los migrantes, «el grupo más vulnerable del planeta», dice.

Los inmigrante­s detenidos son liberados después de unos pocos días en custodia, sin dinero, sin un lugar donde hospedarse, con un grillete electrónic­o en el pie, y sin saber cómo llegar a su destino en los Estados Unidos. Rubén los recoge de las calles y les proporcion­a una cama para dormir, la oportunida­d de bañarse, comer y descansar.

Dos veces al día, US Immigratio­n and Customs Enforcemen­t (ICE), le envía un mensaje con el número de inmigrante­s que la agencia va a soltar, y le preguntan si tiene sitio para ellos, porque los centros

de detención están llenos. Otras veces, los recoge deambuland­o por las calles. Desde octubre, la Casa Anunciació­n ha recibido alrededor de 50.000 inmigrante­s del Gobierno, a los que ha atendido con la colaboraci­ón de distintas iglesias.

En marzo, los Estados Unidos han detenido cerca de 100.000 personas en la frontera. Son tantos, que la Border Patrol (patrulla fronteriza) los transfiere a la Casa Anunciació­n directamen­te.

El teléfono de Rubén suena constantem­ente y siempre responde lo mismo:

«Yes… I’ll take them» («Sí, yo me encargo de ellos»). Dice que poquito a poco su relación con ICE y la Border Patrol ha cambiado y que siente que todos han entendido que los migrantes son seres humanos y que hay que tratarlos como tales. Su teléfono suena otra vez.

Un reportero le pregunta a Rubén cuál ha sido el donante más grande de Casa Anunciació­n.

Te voy a contar una historia, le dice: «Hace algunos años una mamá mexicana llegó a la puerta del albergue con dos niños enfermos y colapsó en la puerta de mi oficina. Acogí a la familia. Días más tarde uno de mis contactos me llamó buscando a alguien para limpiarle la casa. Le pregunté a la mamá si quería ir y al final del día me entregó los 15 dólares que había ganado. Me dijo que le guardase diez para ella y sus hijos y que entregase los otros cinco a alguien que los necesitase más que ella, que fuese un poquito más pobre que lo que ella era». Es una de las más grandes donaciones que he recibido en mi vida.

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José Luis Garayoa
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