Contra el miedo y el populismo, diálogo entre diferentes
▼ El Papa ha puesto al frente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso al comboniano español Miguel Ángel Ayuso. Son tiempos convulsos marcados por «el miedo, los nacionalismos y las desigualdades económicas», dice. Los creyentes de las disti
Ricardo Benjumea
«Hemos complicado demasiado las cosas. Un poco más de fraternidad, un poco más de amor, un poco más de abrirse más a los demás para construir todos juntos desde la diferencia… Eso es todo. Lo que el Papa está pidiendo y el mundo necesita son en realidad cosas muy sencillas, pero se ha creado tal clima generalizado de sospecha y de confrontación que a veces todo esto, tan de sentido común, puede parecer casi extraordinario».
El comboniano Miguel Ángel Ayuso (Sevilla, 1952) preside desde finales de mayo el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, tras ejercer durante siete años de número dos en este dicasterio con el cardenal Jean-Louis Tauran, fallecido en julio de 2018. Se trata, dice, de «un dicasterio pequeño pero muy importante para el futuro de la humanidad». Apenas cuenta con una plantilla de 15 personas en el Vaticano. No obstante, explica,
mediante su trabajo en red con las conferencias episcopales y diócesis de todo el mundo, su ámbito de actuación abarca todo el planeta, promoviendo «la convivencia entre los pueblos y los grupos de diferentes tradiciones religiosas». «Vivimos en un mundo herido» y la apuesta de la Iglesia es clara: «más y más diálogo, frente al miedo al diferente que hoy propagan los nacionalismos, los populismos, las desigualdades económicas…».
Más allá de «la condena de la violencia y la prevención del terrorismo», un «tema que ha sido central en los últimos años en el diálogo interreligioso», a Ayuso le preocupa «el aumento de la xenofobia, de la islamofobia, la cristianofobia y el antisemitismo». Frente a todas esas amenazas el objetivo es «construir una plataforma de diálogo, no para ponernos a discutir cuál es la religión más verdadera, sino para hacernos compañeros de viaje en nuestro camino hacia la Verdad, con mayúscula, tal como indica la declaración conciliar Nostra aetate, «la Carta Magna de la Iglesia para el diálogo interreligioso».