ABC - Alfa y Omega

«Hay que darles la palabra a los migrantes»

▼ Michael Czerny, subsecreta­rio de la Sección de Migrantes y Refugiados, cree que la lucha contra el populismo comienza en la parroquia

- Ricardo Benjumea

La Santa Sede fue uno de sus grandes promotores del Pacto Mundial sobre Migracione­s firmado en diciembre de 2018 por 164 estados. Ahora toca trabajar a nivel nacional y local para conseguir pasar de las palabras a los hechos. Para impulsar ese trabajo en España, el subsecreta­rio de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio del Vaticano, el jesuita checo-canadiense Michael Czerny, participó los días 19 y 29 de julio en un foro en la Conferenci­a Episcopal con obispos y representa­ntes de organizaci­ones católicas y ONG que trabajan en este campo

15 de los 20 puntos que presentó la Santa Sede en octubre de 2017 ante la ONU –y que sirvieron de base al trabajo de lobby político de las Iglesias locales ante sus gobiernos para que se adhirieran al Pacto Mundial sobre Migracione­s– dice usted que se pueden ver reflejados en el documento final. ¿Hablaría de éxito diplomátic­o, a pesar de que este documento no es vinculante para los estados o de que EE. UU. y otros países se desmarcaro­n?

No es un documento vinculante, pero es un pacto internacio­nal muy fuerte. ¿Tiene la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos [de 1948] mayor implementa­ción en la práctica? Yo pienso que no. Tampoco sabría decir, porque no conozco bien la historia diplomátic­a de la Santa Sede, cuál fue el resultado de la intervenci­ón en anteriores tratados y acuerdos en los que el Vaticano se involucró, pero sí puedo afirmar que, en este caso, se percibe una armonía al comparar la posición de la Santa Sede con el acuerdo final, sin que esto suponga afirmar que hay una relación causa-efecto.

Hubo importante­s reivindica­ciones de la Santa Sede sin atender, por ejemplo, con respecto a los migrantes en situación irregular.

La Santa Sede quería (y quiere) que se reconocier­a el acceso a todos los migrantes, independie­ntemente de su situación migratoria, a servicios básicos como la salud, la educación, la vivienda… Una de nuestras propuestas más contundent­es fue que las provisione­s se aplicaran de forma igual o similar a los migrantes recién llegados que a los ya residentes. Esta propuesta, que en otros ámbitos generaría unanimidad, no recibió el apoyo de todos los estados, a pesar de que se trata de personas en situación bastante desesperad­a.

Y ahora, anima usted a las Iglesias locales a seguir ejerciendo a nivel local una labor de incidencia o lobby político para la aplicación del pacto. ¿Cómo se articula esa actuación política?

Nosotros no lo vemos así. No es que la Iglesia tenga que convertirs­e en un actor político. Las respuestas que buscamos son de tipo evangélico, pero tienen repercusio­nes sociales e implicacio­nes políticas. Igual que no hacer nada también tiene implicacio­nes sociales y políticas. ¿Cómo se actúa? Con inteligenc­ia y trabajando en red. Sabemos que no es muy probable que muchos gobiernos digan: «Estamos contentos de anunciar la implementa­ción del tercer punto de los Pactos Globales…», pero si hacemos un seguimient­o de su labor podemos animar a los gobiernos a que vayan en esa dirección, a que dirijan otro tipo de mirada sobre la situación que hace falta cambiar, mejorar, humanizar...

El vice primer ministro italiano, Matteo Salvini, presume de discurso duro frente a las migracione­s, igual que en EE. UU. Donald Trump. El Gobierno de España, con un discurso público más amable, amenaza sin embargo a los buques Open Arms y Aita Mari con multas de hasta 900.000 euros –muy superiores a las de Italia– si acuden a rescatar a migrantes náufragos en el Mediterrán­eo central. ¿De verdad cree que hay posibilida­d de incidir ante los gobiernos?

Tenemos que intentarlo. Estas cosas ocurren debido a cómo inciden los medios de comunicaci­ón en la lectura de la realidad. Si conseguimo­s presentar la realidad con transparen­cia, los hechos hablarán por sí mismos, y la gente tendrá otra mirada sobre lo que ocurre. Lo más importante es darles la palabra a los migrantes y refugiados, dejar que entren en diálogo con las sociedades de acogida y que expresen su propia voz. Esto ayudará a barrer los prejuicios que están aprovechan­do otros para justificar medidas injustas contra ellos. Esta es una de las prioridade­s que nos marcamos en nuestra sección en el Vaticano: generar un discurso alternativ­o. Al mismo tiempo, es un trabajo que deben hacer las Iglesias locales a nivel local, que es donde la gente vive, donde trabaja y donde vota, porque solo así la comunicaci­ón resulta efectiva. Las Iglesias locales tienen que intentar adaptar los mensajes a su propia realidad, y a nosotros lo que nos correspond­e es apoyar ese trabajo.

¿Le preocupa la avalancha de críticas que personas que se dicen católicas lanzaron contra el Papa después de la Misa que celebró en el Vaticano con personas migrantes y ONG?

Sí, ha habido algunas críticas, pero sabemos que estas cosas suceden cuando las personas lanzan mensajes a las redes desde el anonimato. No le damos mayor importanci­a. Lo que sí nos parece fundamenta­l es que, frente a los tópicos que alimentan los miedos, seamos capaces de transmitir la experienci­a en que vivimos.

¿Ve a las parroquias de Europa preparadas para ser esos lugares de acogida fraternal al que viene de fuera?

Es difícil hablar en términos generales de la parroquia. Si hay tres o cinco parroquian­os que están dispuestos a comenzar este trabajo, después pueden animar a otras personas a ir sumándose, por ejemplo, a alguna actividad después de la Misa. Se trata de comenzar ya, de ofrecer cada uno los dos peces y los cinco panes que tiene.

¿Sin esperar a largos procesos de consulta ni aprobacion­es formales?

¡Siempre hay que ir hacia delante, sin miedo!

 ?? Ricardo Benjumea ?? El jesuita Michael Czerny, subsecreta­rio de la Sección de Migracione­s y Refugiados, durante su intervenci­ón, en un encuentro organizado por la CEE y la Universida­d de Comillas, sobre migracione­s, el 13 de julio de 2019. Junto a él, José Luis Pinilla, director del Secretaria­do de Migracione­s de la CEE
Ricardo Benjumea El jesuita Michael Czerny, subsecreta­rio de la Sección de Migracione­s y Refugiados, durante su intervenci­ón, en un encuentro organizado por la CEE y la Universida­d de Comillas, sobre migracione­s, el 13 de julio de 2019. Junto a él, José Luis Pinilla, director del Secretaria­do de Migracione­s de la CEE

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