ABC - Alfa y Omega

«Tuvo el privilegio de contribuir a mejorar este país»

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La presidenta del Partido Socialista, Micaela Navarro, conoció al cardenal Estepa siendo una niña, en Andújar. Lo recuerda como «ese vecino tan importante que, cada vez que venía a casa, hablaba con nosotros como un familiar más»

A Micaela Navarro (Andújar, 1956) el mejor elogio que se le ocurre para describir a su amigo José Manuel Estepa es que «era una persona muy normal». «Cuando uno va cumpliendo años y va conociendo a tanta gente, te encuentras con muchas personas que no son normales, que no tienen los pies en el suelo. Pero él nunca dejó que el personaje se comiera a la persona», afirma la expresiden­ta del PSOE y senadora por Jaén, que el lunes se acercó a la capilla ardiente del purpurado, en la catedral castrense.

Navarro empezó su carrera política como concejal en Andújar, su pueblo, de donde también era Estepa. De su infancia, recuerda a sus padres oír hablar con admiración de «ese vecino tan importante». «Yo era una niña y no conocía la trascenden­cia de su dimensión institucio­nal. Lo que sí sabía es que cada vez que venía a casa hablaba con mis padres y con nosotros como un familiar más».

Sobre su trabajo, dice, era «una persona muy discreta que tuvo una responsabi­lidad importante en momentos cruciales de la historia reciente de España. Probableme­nte, valía más por lo que callaba que por lo que decía». También «era consciente de la suerte, del privilegio que no todo el mundo tiene, de poder ofrecer una aportación importante a mejorar este país, y supo aprovechar­lo».

A medida que Micaela Navarro fue asumiendo responsabi­lidades políticas más altas, ambos hablaban de cuestiones como el terrorismo (Estepa fue arzobispo castrense) o de las relaciones IglesiaEst­ado, pero la dirigente socialista elude entrar en detalles. Preguntada sobre si las a veces tensas entre

su partido y los obispos enturbiaro­n la relación, responde con rotundidad: «¡Nunca, nunca, nunca! Por encima de todo, había un cariño y un respeto mutuos». Además, «cuando hagamos balance de estos 40 años de democracia en España, creo que habrá que reconocer el papel absolutame­nte respetuoso que ha tenido el PSOE con la Iglesia, a pesar de las discrepanc­ias que hayamos podido tener». Eso sí, añade, «en algunos casos, se han aireado mucho más esas discrepanc­ias que cuando eran otros los que estaban gobernando».

Como obispo y cardenal, cree, Estepa hizo una importante contribuci­ón a que «entre todos pudiéramos conseguir un país democrátic­o, respetuoso con todos». Hijo de un alcalde republican­o, el purpurado sufrió con su familia la represión política tras la guerra –fueron deportados a León– y también algunas suspicacia­s dentro de la Iglesia. «Al haberlo vivido en primera persona – destaca Navarro–, sabía qué se siente al ser excluido por cuestiones de cualquier tipo, así que estaba totalmente conciencia­do en la necesidad de trabajar para que eso no le volviera a suceder a nadie en España. Hablamos de una persona que, por su edad [nació en 1926] vivió una parte de la historia de este país que no fue nada fácil. Y los frutos que estamos recogiendo hoy proceden de lo que sembraron él y otras personas con responsabi­lidades públicas del tipo que fuera. Pero también de lo que sembraron otras muchas personas, como puede ser el caso de mis padres, que de forma anónima pusieron su grano de arena para construir un país mejor para sus hijos y para sus nietos. Y por eso nosotros les debemos estar hoy muy agradecido­s».

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