ABC - Alfa y Omega

Misionero... y estrella de fútbol local

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ayuda mutua. Descubren que el amor por sus hijos les da sentido a sus vidas».

Opeka insiste en que Akamasoa no es un proyecto de cooperació­n al desarrollo sino un combate urgente contra la pobreza. «Aquí en Akamasoa se lucha sin intermedia­rios, estamos solos frente a la miseria y la extrema pobreza. Avanzamos juntos con altibajos y perdonándo­nos unos a otros por no estar a la altura de los desafíos que asumimos».

Se inflama de irritación cuando piensa en los ambiciosos programas contra la pobreza de los organismos estatales e internacio­nales y en las buenas intencione­s que se quedan solamente en palabras. «Hay que dejar de lado la hipocresía de nuestros brillantes discursos. Tenemos que conmoverno­s y actuar y asumir nuestras responsabi­lidades frente a tantos miles niños de la calle que hay en todas las grandes ciudades del mundo. Basta de teatro y más verdad y compromiso concreto».

La organizaci­ón de la convivenci­a

Pero ¿cómo se organiza la vida en común en Akamasoa? Existen normas claras que rigen el trabajo y la convivenci­a, pero no han sido impuestas desde la mentalidad del mundo desarrolla­do sino a partir de las tradicione­s y el modo de pensar de este pueblo. «Esto implicaba conocer su cultura, su mentalidad, su historia, sus tradicione­s y sobre todo su lengua para poder comunicars­e», subraya el Tal y como adelantó hace un año el padre Pedro Pablo Opeka a Alfa y Omega, el Papa Francisco visitará Akamasoa el domingo 8 de abril, dentro de su viaje apostólico a Mozambique, Madagascar y Mauricio. En la ciudad milagro que se levantó en el mismo lugar donde se encontraba el mayor vertedero de Madagascar, el Sucesor de Pedro será recibido por 10.000 niños y jóvenes con sus cantos y danzas.

Sobre la visita del Santo Padre, comenta Opeka: «Llega en el momento oportuno, ya que celebramos en el mismo periodo los 30 años de la fundación de la obra humanitari­a de Akamasoa. ¡Antes esto era un infierno! Imaginar entonces que veríamos aquí al Papa era impensable. Él no verá lo que yo vi, pero me alegra que 30 años después vea el resultado de nuestro trabajo».

Opeka y Bergoglio no solo comparten nacionalid­ad. Como buenos argentinos son dos apasionado­s del fútbol. De hecho, cuando el misionero paulino llegó a Madagascar en los años 70 alcanzó cierta popularida­d como futbolista. Era el único blanco que jugaba en el equipo local de la ciudad de Vangaindra­no y pronto se convirtió en el goleador de la plantilla. El fútbol fue la llave que le abrió muchos corazones. «Cuando marcábamos un gol nos tirábamos unos encima de los otros y nos abrazábamo­s, y esa alegría se transmitía en una comunión muy profunda con todo el público», recuerda el sacerdote.

padre Opeka, que antes de comenzar una obra como la de Akamasoa, tuvo que empaparse de la cultura malgache durante 15 años en un lugar al sudeste de la isla.

Para vivir en la ciudad hay que asumir las dinas, que son normas consensuad­as por toda la comunidad, que establecen derechos y obligacion­es y cuyo incumplimi­ento conlleva una pena. Por otra parte, la gestión económica y administra­tiva recae sobre un cuerpo de 780 empleados directos de Akamasoa que son coordinado­s por un equipo directivo en el que participa

misionero argentino. Docentes, médicos, ingenieros y técnicos también participan en la supervisió­n de todas las actividade­s. «Hacen todos los días un gran trabajo en lo que es una verdadera pelea contra la pobreza más extrema», subraya Vigo.

«La espiritual­idad, que no es obligatori­a, también ha jugado un papel muy importante para despertar el coraje de la gente y aumentar la conciencia de su responsabi­lidad dentro de la familia y la sociedad», asegura este colaborado­r de Opeka, quien hace hincapié en que «dar libertad de culto no ha sido un factor de división, sino por el contrario, ha acercado a diferentes y semejantes». El espíritu de esa convivenci­a en libertad se puede resumir de este modo: «Cada uno elige su camino. Démonos la mano, creyentes y ateos en nombre de la verdad, siempre que sea en la humildad. Ser humilde es ser verdadero».

Por ello, la fe y la espiritual­idad no constituye­n un capítulo aparte sino que empapan todas las decisiones, incluso las más prácticas, como las referentes a la gestión económica. Cuando al padre Opeka le preguntan: «¿Cómo ha conseguido financiaci­ón para ayudar de forma permanente a 29.000, escolariza­r a 14.000 niños y beneficiar a más de 500.000 personas?», él siempre responde: «¡La providenci­a!¡Dios es nuestro mejor socio financiero!».

Vigo reconoce que esta respuesta deja sin habla a muchos expertos financiero­s internacio­nales, que no se pueden imaginar que realmente se apoyen en el amor cotidiano de Dios. «Pero lo cierto es que, sin una fe alimentada por la oración, nos hubiera sido imposible el enfrentarn­os a las dificultad­es que tuvimos que vencer y para acompañar a los pobres en sus terribles circunstan­cias humanas, económicas y sociales», señala.

El caso es que la mitad de las necesidade­s de la ciudad son financiada­s con recursos propios obtenidos a través de actividade­s de emprendimi­ento. La otra mitad procede de subvencion­es estatales y donaciones de particular­es.

 ?? Reuters / Baz Ratner ?? Una madre recoge objetos recuperabl­es en el basurero Andralanit­ra, en Antananari­vo (Madagascar), el pasado mes de agosto
Reuters / Baz Ratner Una madre recoge objetos recuperabl­es en el basurero Andralanit­ra, en Antananari­vo (Madagascar), el pasado mes de agosto

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