«Soy tu amigo, y el amigo de tu enemigo»
▼ Madrid acoge del 15 al 17 de septiembre el Encuentro Internacional Además de rezar con otras religiones por la paz, esta realidad de la Iglesia la ha promovido activamente en varios conflictos y crisis de las últimas décadas. Y han comprobado que «más q
María Martínez López
¿Puede ser que a la octava vaya la vencida? Los acuerdos de paz para la República Centroafricana, firmados en febrero de este año, suscitaron esta pregunta después de siete pactos fallidos desde 2012. Y, sin embargo, Mauro Garofalo es cautamente optimista. Este italiano, responsable de relaciones internacionales de la Comunidad de Sant’Egidio, ha sido protagonista de las negociaciones y cree que «aunque queda un largo camino de reconstrucción» a todos los niveles «y de negociaciones sociales que llevarán años, el acuerdo era una premisa necesaria».
La sucesión casi continua de conflictos que golpea la República Centroafricana desde su independencia de Francia en 1960 suele relatarse solo en
términos de diferencias étnicas y religiosas, de acceso a materias primas, de intereses internacionales… Pero para Garofalo también es, junto con todo eso, «la historia de una larga amistad» que comenzó en 2002. Fue cuando «los centroafricanos contactaron con nosotros a distintos niveles para buscar una solución de diálogo entre el Gobierno de [el entonces presidente] Ange-Félix Patassé y los rebeldes» que querían hacerse con el poder. En ese momento Sant’Egidio no logró intervenir y se produjo un golpe de Estado. «Pero dejamos abiertas las puertas, y esos contactos continuaron, a veces de forma más confidencial, otras más abierta», hasta que en 2016, dos guerras civiles después, surgió la ocasión de iniciar un nuevo proceso de paz.
¿Por qué los protagonistas de un conflicto en el corazón de África recurrieron a este movimiento católico? «En África, Sant’Egidio es un nombre que habla de diálogo y de paz», responde Garofalo. Y ello se debe al papel clave que este movimiento tuvo para alcanzar en 1992 la paz en Mozambique, tras 15 años de guerra civil. Un logro que consideran que, en parte, se debió al encuentro de oración por la paz convocado por san Juan Pablo II en Asís en 1986. Detrás de esa cita, los responsables de Sant’Egidio vieron «una intuición muy importante: las religiones pueden dialogar en el respeto, en la amistad. Pero no para mirarse a los ojos, sino para hacer posible una alianza para construir la paz. De hecho, para ese día [el 27 de octubre, N. d. R.] se hizo un llamamiento a que hubiera treguas en los conflictos que estuvieran en marcha, y en el 85 % de los casos ocurrió».
Lo explica Alberto Quatrucci, responsable de los encuentros internacionales por la paz de Sant’Egidio, como el que se celebra del 15 al 17 de septiembre en Madrid, y en cuya inauguración participará Faustin-Archange Touadéra, presidente de Centroáfrica. Estos encuentros anuales, a los que acuden líderes religiosos y políticos de todo el mundo, así como pensadores, economistas, etc., son una forma en la que esta realidad eclesial mantiene vivo el espíritu de Asís.
De Argelia a Nepal
La otra es su mediación internacional en conflictos. En 1994, fueron promotores de la Plataforma de Roma, que unió a todos los partidos de la oposición en Argelia en una serie de propuestas democráticas. Dos años después, facilitaron el contacto entre la Conferencia Episcopal de Guatemala y la guerrilla para reactivar el apoyo de la Iglesia a las negociaciones de paz. A finales de los 90, Nelson Mandela les encargó el seguimiento del alto el fuego en Burundi que en 2000 llevó a la firma de los acuerdos de Arusha. Ya en el siglo XXI mediaron entre la monarquía y la guerrilla de Nepal, haciendo posible la paz de 2006. Una trayectoria no exenta de batallas perdidas (su intervención entre Serbia y la región de Kosovo logró pequeños pasos pero no frenar la escalada que llevó a la guerra y a la intervención de la OTAN); ni de críticas. Las recibió en España, desde los partidos constitucionalistas y desde sectores de la