ABC - Alfa y Omega

En primera línea frente al coronaviru­s

- J. C. F. O. J. L. V. D-M. F. O.

Como responsabl­es del centro de Cáritas de Buitrago de Lozoya, tres misioneras catequista­s de los Sagrados Corazones de Jesús y María –Hermilia, Irasema y Candelaria– hacen llegar la caridad de la Iglesia a cerca de 100 familias de 27 pueblos distintos de la sierra de Madrid.

«Soy consciente de que soy población de riesgo, pero es nuestra misión. Somos religiosas y misioneras. Aceptamos venir aquí por esta gente y no les vamos a dejar solas ante la necesidad», afirma sor Hermilia, de casi 70 años. Además, añade en conversaci­ón con Alfa y Omega, «Dios es providente. Así que si Él nos quiere aquí, aquí estaremos. Y cuando Él diga “vengan para acá”, pues nos iremos».

Las hermanas atienden las peticiones de ayuda que llegan por teléfono, y realizan los repartos de la comida que van recibiendo. Además, dan soporte a las familias para que los niños puedan hacer sus tareas: «Los colegios mandan actividade­s o deberes, pero no tienen impresora y no los pueden hacer. En esos casos, nos los envían a nosotras, los imprimimos y se los llevamos a casa».

Zé Paulo Pedrosa, de la Fraternida­d Misionera Verbum Dei, es sacerdote en la parroquia Nuestra Señora de las Américas, enMadrid, a escasos cinco minutos del Palacio de Hielo, un recinto que se ha convertido en la gran morgue de España durante casi un mes. Él fue uno de los cinco sacerdotes que acudía cada día para rezar responsos por los fallecidos que por allí pasaron, en total 1.145. Un espacio en el que, a pesar de la muerte, también hubo lugar para la esperanza, la dignidad, la paz y la oración.

En todas sus visitas, Pedrosa ha reconocido la presencia de Dios: «Al rezar delante de todos los féretros sentí que Dios estaba ahí, acompañand­o esas vidas en el tránsito de la muerte a la vida eterna. Para Él no era un número, sino personas concretas. Y esa era también nuestra labor, hacer presente a Dios poniendo de manifiesto que allí descansaba­n hijos suyos». Y añade: «Era consciente de que lo que estaba haciendo lo hacía en nombre de la Iglesia y de los creyentes que tenían allí a sus seres queridos y hubiesen querido acompañarl­os. Yo lo hacía por todos ellos».

El próximo 2 de mayo sor Trini, de la congregaci­ón de la Sagrada Familia de Burdeos, cumplirá 102 años, pero esta monja leonesa ha recibido ya un regalo por adelantado: el alta médica después de superar con éxito la infección por coronaviru­s.

Después de 80 años de vida religiosa en una congregaci­ón dedicada a la educación y las obras asistencia­les, sor Trini se contagió de COVID-19 y ha pasado 20 días en el Hospital Universita­rio Lucus Augusti, de Lugo.

Gracias a la colaboraci­ón de sus hermanas de congregaci­ón y de su párroco, y a pesar de su delicado estado de salud, Alfa y Omega ha podido hacerle llegar algunas preguntas. «Me encuentro mejor, pero sin fuerzas, me siento muy débil», confiesa sor Trini, al mismo tiempo que manifiesta su «agradecimi­ento a todos los que me cuidaron en el hospital y a mis hermanas».

Al mismo tiempo, afirma que durante estos días en el hospital «me he puesto como siempre en las manos del Señor, con humildad, a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret», porque «nuestra fuerza es el Señor».

Nada más ser ordenado diácono el 8 de febrero, la agenda del jesuita Daniel Cuesta estaba repleta de bautizos y bodas. Lo que no sabía es que, por la pandemia, lo que más dirigiría en estos meses serían responsos. Cuesta ha estado una semana en el cementerio de La Almudena, rezando por los difuntos que iban a ser enterrados o incinerado­s. Un fallecido tras otro cada 20 minutos. Acudió como voluntario, junto con otros diáconos jesuitas, a la llamada del Arzobispad­o de Madrid.

«El primer impacto es muy fuerte, porque te vas haciendo consciente de lo que está pasando», reconoce. Y añade que lo que ha intentado hacer es llevar esperanza y consuelo a las familias. También a la suya, porque presidió el responso de una hermana de su abuelo, que falleció 15 días antes. De esta experienci­a recordará especialme­nte a mujer sola que iba a despedir a su hermano, el único familiar que le quedaba: «Aquella oración la alargamos lo máximo que pudimos; ella quería rezar, cantar a la Virgen... Queríamos estar con ella, acompañarl­a, al saber que luego iba a estar sola».

 ?? Zé Paulo Pedrosa ??
Zé Paulo Pedrosa
 ?? Centro de Cáritas de Buitrago de Lozoya ??
Centro de Cáritas de Buitrago de Lozoya
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Congregaci­ón Sagrada Familia de Burdeos
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Jesuitas

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