«¿Qué podemos transmitir?»
Han pasado 75 años desde que el sargento estadounidense Albert Kosiek descubriera la existencia del campo de concentración de Mauthausen (Austria) y arrancara a sus superiores el permiso para desviarse y liberarlo. Dedicado a la cantería para las grandes obras del Tercer Reich, la dureza del trabajo y la crueldad del trato hicieron que de las 200.000 personas que pasaron por él (incluidos 7.200 españoles), 119.000 murieran. En 1988, san Juan Pablo II preguntó a algunos supervivientes: «¿Qué puede transmitir nuestro siglo a la posteridad si el sistema de campos de exterminio aún persiste en algún lugar del mundo?».