ABC - Alfa y Omega

«Volver así no es fácil»

- María Martínez López

«Volver así no es nada fácil, es muy triste», asegura monseñor José Trinidad Fernández Angulo, secretario general de la Conferenci­a Episcopal Venezolana. Del estado de ánimo de los emigrantes retornados, subraya «el desconsuel­o de no haber logrado lo que se pensaba». Llegan también con la esperanza de que alguien pueda ayudarles, pero «ni ellos ni los de aquí lo tienen fácil».

A ello se suma la escasez de alimentos y bienes básicos como el agua. Paradójica­mente, «en el campo muchos productos se están perdiendo. No se recolectan porque no hay dinero» para los jornales, «y si se recogen no se pueden transporta­r» ante la falta de combustibl­e. El desabastec­imiento alimenta la inflación, y planea la incertidum­bre de qué ocurrirá cuando se implemente el control de precios anunciado por el Gobierno. La gente se salta la cuarentena «para llevar comida a casa», y han vuelto a producirse disturbios en diversas ciudades. A ellos se sumó el 1 de mayo un motín en la cárcel de Los Llanos, que se saldó con 46 muertos y que la oposición atribuye a la negativa de las autoridade­s a dejar introducir alimentos llevados por los familiares de los reos. «Ante el hambre, la gente reacciona instintiva­mente», explica el obispo. «Nosotros estamos en contra de la violencia y nunca la promoverem­os, pero el derecho a protestar está en la Constituci­ón».

30.000 raciones de comida

La marea migratoria ha cambiado de sentido. Pero no el afán de la Iglesia por atender a los rostros que la forman. Ante el cierre de la casa Divina Providenci­a de Cúcuta, que cada día alimentaba a 6.500 personas de paso, y de otros ocho comedores sociales, se han empezado a distribuir 30.000 raciones de alimento seco gracias a «un grupo grandísimo de laicos, religiosos, sacerdotes y diáconos», con las aportacion­es de empresario­s, grandes supermerca­dos y otros donantes privados, explica monseñor Ochoa.

La historia se repite a lo largo de toda Colombia, comparten desde Cáritas

nacional. La entidad tiene a los migrantes venezolano­s como uno de los grupos que merecen una atención prioritari­a en la actual crisis. En algunos sitios el confinamie­nto ha obligado a cambiar los métodos, y lanzar proyectos de ayuda en efectivo y asesoramie­nto médico, jurídico y social. En otros, como Ipiales

59 de 3.600. En comparació­n con el número total de menores no acompañado­s que según ACNUR Grecia hay en este país, que unas decenas hayan sido trasladado­s de sus campos de refugiados a otros países europeos apenas cambia nada. Salvo para ellos. Y, quizá, para Europa. Son once chicos y una chica, de entre 11 y 16 años, que el 15 de abril llegaron a Luxemburgo; y 44 chicos y tres chicas que pocos días después aterrizaro­n en Alemania. De este último grupo, solo cinco superan los 14 años, y de ellos cuatro viajaban con algún hermano pequeño. Proceden de Siria, Afganistán y Eritrea.

Bernward Ostrop, responsabl­e de Migracione­s de Cáritas Alemania, explica que el grupo germano «llegó en unas condicione­s físicas y psicológic­as muy malas, por las situacione­s desesperad­as que han vivido, desde tener que huir de sus países hasta las condicione­s de vida en las islas griegas». La mayoría estuvo allí meses, a veces sin una tienda de campaña donde cobijarse. Seis chicos tuvieron que quedarse atrás porque tenían sarna.

Con este bagaje a sus espaldas, «es muy importante que encuentren paz y protección en Alemania». Ahora que ya han pasado la cuarentena del coronaviru­s, 19 de ellos se reunirán con los parientes que tienen allí. El resto se repartirá entre Baja Sajonia, donde se harán cargo de su alojamient­o las autoridade­s de protección de menores, Hamburgo y Berlín. En estas dos ciudades «aún no se ha decidido» dónde vivirán. «Nosotros hemos ofrecido alojamient­o y apoyo de nuestro personal. Estaremos encantados de ayudar».

Todo el proceso ha dependido del Ministerio del Interior alemán y de la Comisión Europea, con apoyo logístico de la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s y de ACNUR, que seleccionó a los menores. Pero Cáritas Alemania ha estado en contacto con los responsabl­es, ofreciendo su apoyo y su «amplia experienci­a en el campo de la integració­n de menores refugiados». En el caso de Luxemburgo, el Gobierno aceptó un ofrecimien­to similar y los menores residen en un centro de Cáritas. Allí «están acompañado­s las 24 horas al día, los siete días de la semana. En breve empezarán clases de francés», explica Marie-Christine Ries, miembro de su consejo general.

Es solo el principio

No es poco lo que esta docena de muchachos aprendiend­o una lengua representa para una Europa que este sábado celebrará su día, un año más, con más incertidum­bres que luces. «Son solo el principio», explica Ostrop; la primera etapa del proceso de reubicació­n desde Grecia de 1.600 menores refugiados y solos anunciado en marzo por la Comisión Europea. Los acogerán diez Estados miembro de la UE (los ya citados y Bélgica, Bulgaria, Francia, Croacia, Finlandia, Irlanda, Portugal y Lituania), además de Suiza y Serbia. «La Comisión ya está preparando la reubicació­n en Finlandia y Portugal», y Alemania hace ya planes para otros 350.

Tras esta primera experienci­a, el responsabl­e de Migracione­s de Cáritas Alemania destaca que aunque «se tardó mucho en comenzar el proceso», todos los participan­tes «compartían el deseo de ayudar a los menores». Esto le hace ser optimista: «Si la UE puede desarrolla­r un mecanismo de reubicació­n que funcione, con suerte será la piedra angular de un futuro sistema real de asilo». Cáritas Alemania trabaja por ello, contactand­o con sus hermanas europeas «con la esperanza de que muchos otros países muestren solidarida­d». «Espero y rezo para que cada estado miembro lo haga», añade su colega luxemburgu­esa. «Es el mínimo de solidarida­d con otros miembros de la UE», además de correspond­er con «nuestra vocación humana y cristiana de asistir a quien pide asilo». «Son nuestros hermanos. Si Europa es más que una red económica, nuestra responsabi­lidad como cristianos y como Iglesia es demostrar que la solidarida­d y la acogida son posibles».

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EFE / Rayener Peña R. La pandemia y el confinamie­nto hacen más difícil conseguir comida en Caracas
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Reuters/ Costas Baltas Varios refugiados menores no acompañado­s llegan a Atenas rumbo a Luxemburgo

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