Un colegio especial para una niña especial
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Ir a un centro de educación especial es determinante para que niños con necesidades especiales puedan llegar a ser autónomos, a mostrarse cómo son realmente e incluso a caminar. Es la experiencia que han vivido Sofía e Itziar y sus familias en el María Corredentora y San Rafael, ambos en Madrid. Por eso no entienden que el Gobierno quiera limitar al máximo esta modalidad en la nueva ley educativa, que sigue su trámite parlamentario a pesar de la pandemia
Sofía, con 13 años y síndrome de Down, sabe que desde hace más de un año sus padres –junto a otros–, libran una batalla para que los centros de educación especial no desaparezcan o queden limitados a centros de recursos. Sofía está preocupada porque ella quiere ir a su colegio, no a uno ordinario. La primera vez que surgió la polémica se puso muy nerviosa, y lo mismo pasa cada vez que intuye que algo se mueve en este sentido. De hecho, como cuenta su madre, Patricia Giral, durante un tiempo le daba pavor ir al colegio de su hermano: pensaba que tendría que quedarse allí. «La tuvimos que tranquilizar y convencer de que su colegio no se iba a cerrar», explica.
Ahora, a pesar de la situación excepcional que vivimos, las alarmas han vuelto a saltar, pues la tramitación de la nueva ley educativa, la
LOMLOE, sigue su curso y avanza rápidamente, sin ningún tipo de debate, según denuncia la Plataforma Concertados. Una ley que incluye en su disposición adicional cuarta una vía para el fin de los centros específicos, tal y como denuncia la plataforma
Educación inclusiva sí, especial también, que no se cree a la ministra Celaá cuando dice que los centros no se van a cerrar. Casi todos los pasos que ha dado la tramitación de la ley en la Cámara Baja, donde se admitió el pasado 10 de marzo, se han producido durante el Estado de alarma. Superada ya la fase de enmiendas a la totalidad, el texto, al cierre de esta edición, estaba abierto a enmiendas parciales.
Por eso, Sofía no duda en ponerse delante de una cámara –tiene tablas, pues ha desfilado en pasarelas de moda infantil y protagonizado vídeos del grupo Cantajuegos– para pedir al presidente del Gobierno que no cierre su colegio y, sobre todo, que escuche. Sofía va al colegio María Corredentora, en Madrid. Allí llegó tras pasar un curso en un centro ordinario, donde su padres vieron que no era lo mejor para ella. Al poco de empezar en el María Corredentora se dieron cuenta de que habían acertado: «La transformación fue impresionante. Empezó a decir que quería hacer cosas ella sola», explica su madre. Además, al estar en un entorno más adecuado para la niña, salió su verdadera personalidad, pues «antes era muy apocada». «Hemos descubierto que también es una líder, sobre todo, entre sus iguales. Y todos esos avances luego se van trasladando, poco a poco, al ámbito ordinario», señala Giral.
Como Sofía, Itziar también va a un colegio de educación especial, aunque ella es mucho más dependiente. Nació con una enfermedad rara, una traslocación de los cromosomas muy específica de la que se conocen solo unos pocos casos. Aunque tiene 9 años, su nivel cognitivo es como el de un niño de 12 a 18 meses, y como uno de 20 meses a nivel motor. Ella no muestra preocupación por su situación, no es consciente; pero su familia sí. Por eso se movilizan cuándo y dónde haga falta. César Reyero, su padre, incluso ha tuneado su coche con Educación inclusiva sí, especial también.