Vuelve el culto público… sin olvidar la salud de todos
«Garantizar la salud pública es un deber moral de justicia y de caridad. Los sacrificios que nos pidan para no matar, sino para hacer vivir a la gente, son necesarios. Tenemos que educarnos todos, también la comunidad cristiana». Lo aseguró el pasado lunes en Telemadrid el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, al ser preguntado por la supresión de celebraciones públicas durante el Estado de alarma. Ahora que se inicia el desconfinamiento, el también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) explicó que los obispos han aprobado una serie de pautas higiénicas y organizativas, que él ya está trasladando a los sacerdotes a través de videoconferencia, para que la vuelta del culto público no genere problemas.
Aunque algunas diócesis están anunciando sus propios protocolos, como norma general se mantiene la dispensa del precepto dominical y se sugiere a personas de riesgo, mayores y enfermos que se queden en casa y sigan las celebraciones por los medios de comunicación. Para quienes, poco a poco, vayan volviendo a los templos, se atiende a las etapas fijadas por las autoridades. En la fase 1, en la que ya se encuentran Formentera (Baleares), La Gomera, La Graciosa y El Hierro (Canarias) y en la que entrarán buena parte de las provincias el próximo lunes, 11 de mayo, se permite «la asistencia grupal, pero no masiva, sin superar el tercio del aforo», y se pide cuidar especialmente el «acompañamiento de las familias en su duelo». En la fase 2 se producirá un «restablecimiento de los servicios ordinarios y grupales de la acción pastoral», manteniendo la mitad del aforo, y en la fase 3 se recuperará la «vida pastoral ordinaria», con medidas preventivas «hasta que haya una solución médica a la enfermedad».
Misas dominicales sin aglomeraciones
A fin de evitar aglomeraciones y garantizar que se respetan las distancias de seguridad, la CEE pide organizar la apertura y el cierre de las iglesias, al tiempo que recomienda que, en caso de ser «necesario y posible», se aumente el número de celebraciones. También incide en la conveniencia de que los fieles usen mascarilla, las pilas de agua bendita continúen vacías y se ofrezca gel desinfectante antes y después. Además, el facultativo gesto de paz se sustituirá por uno sin contacto; se evitarán los coros, reduciendo la música a un solo cantor; no se distribuirán hojas parroquiales ni ningún otro objeto, y el cestillo de la colecta no se pasará durante el ofertorio, sino a la salida de Misa.
Estas pautas son aplicables al resto de sacramentos, si bien los obispos añaden algunas notas específicas:
● La Reconciliación deberá realizarse un espacio amplio, para mantener la distancia social y la confidencialidad. Tanto el fiel como el confesor deberán llevar mascarilla y redoblar esfuerzo de higiene.
● El Bautismo será por el rito breve. La administración del agua bautismal deberá hacerse desde un recipiente al que no retorne el agua utilizada, evitando el contacto entre los bautizandos.
● En la Confirmación, llegado el momento de la crismación, se podrá utilizar un algodón o bastoncillo. Habrá que cuidar la higiene si hay varios confirmandos.
● En el Matrimonio, los anillos, las arras y demás deberán ser manipulados exclusivamente por los contrayentes. Habrá de mantenerse la «debida prudencia» en la firma de los contrayentes y los testigos, así como en la entrega de la documentación.
● La Unción de enfermos se realizará por el rito breve. En la administración de los óleos podrá utilizarse un algodón o bastoncillo, como ya se está haciendo. Los sacerdotes muy mayores o enfermos, advierte la CEE, «no deberían administrar este sacramento a personas que están infectadas por coronavirus».
● Los funerales y las exequias seguirán los mismos criterios de la Misa dominical. Habrán de evitarse, «aunque sea difícil», los gestos de afecto que implican contacto personal y cuidar la distancia de seguridad.
Después de «semanas sin expresar comunitariamente nuestra fe», tal y como subraya la CEE, con estas normas se pretende «recuperar progresivamente la normalidad de la vida eclesial», sin tener que volver a la casilla de salida.