María, modelo en tiempos de pandemia
Carta semanal del cardenal arzobispo de Madrid ▼ La narración de la visitación es toda una propuesta de vida en todas las circunstancias, pero en los momentos que vive la humanidad de inseguridad, de búsqueda de fundamentos, ¡qué importante es!
No entendería ni mi vida, ni mi ministerio sin nuestra Madre, la Virgen María. Escribía hace años en una carta pastoral que es imposible entender en toda su hondura la misión de la Iglesia sin Santa María y así lo repetía en uno de mis libros, que titulé Ahí tienes a tu Madre, pero hoy me atrevo a decirlo con más fuerza si cabe y con más autoridad después de haber leído y reflexionado aportaciones históricas importantes desde diversas posiciones y atalayas. Es imposible entrar en el alma y dar entrañas de esa humanidad si se aleja al cristiano de la presencia de esta mujer excepcional, que trajo al mundo a quien ha descrito verdaderamente lo humano.
Descubre en María en este tiempo de pandemia cómo Dios siempre llama al ser humano para entregar vida y ponerse al servicio de los demás. Llamada que tiene una respuesta inmediata sin intereses personales y siempre para ir al encuentro con los otros. «Se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel». Se levantó porque previamente había consentido esta invasión de la fuerza y de la gracia de Dios. Y cuando sucede esto en la vida de una persona, cambia totalmente su manera de vivir, de ser y de actuar. La vida se pone en dirección hacia los demás. No importan las dificultades.
La narración de la visitación es toda una propuesta de vida en todas las circunstancias, pero en los momentos que vive la humanidad, de inseguridad, de búsqueda de fundamentos, de falta de la valoración de la vida desde que se inicia hasta que termina, de un intento de desarrollo de la persona y de la vida sin planos constituyentes, sino con planos y planes que los hombres vamos haciendo según las circunstancias y según nuestros pareceres, ¡qué importante es describir el itinerario del ser humano más excepcional que ha existido! Hoy desde Madrid, donde la presencia de la Virgen María es tan singular, con esa advocación de Nuestra Señora de la Almudena, no puedo deciros otra cosa: salgamos con prontitud y atravesemos esta historia como María, llevando a Dios en nosotros. Os aseguro que cambiamos la vida de los demás, que alcanzamos para los demás situaciones nuevas que nacen de la verdad, de la libertad y de la justicia que Dios entrega. No os hago una propuesta evasiva; meter a Dios en nuestra vida es afrontar la construcción de la historia de una manera radicalmente nueva, donde priman los intereses de la persona y donde quien más necesita está en primer lugar por ser imagen de Dios y no por cuestiones de grupos, ideas o proyectos humanos. Es el proyecto de
Dios el que hay que llevar a cabo, que es un proyecto lleno de vida, que busca siempre el desarrollo de la persona en su totalidad.
Llega María, llena de Dios, al lado de Isabel. ¿Qué sucede? Algo inaudito, un niño que no había nacido aún salta de gozo en el vientre de aquella mujer sin porvenir humano de presente y de futuro. Porque Dios cambia las direcciones. Estamos empeñados en cambiar las cosas, el presente y el futuro. Pero este cambio que necesitamos vendrá realmente cuando estemos dispuestos a dejar que Dios mismo entre en nosotros y vivamos con su fuerza y con su amor. Os hablo de un Dios al que Santa María dio rostro humano y, desde entonces, lo humano tiene nuevas dimensiones que solamente en comunión con Él se pueden alcanzar. ¿Cómo vivir en esta tierra como María?
1. Seamos conscientes, como María, de la entrada de Dios en nuestra vida. «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!». Ante el don de la fe que se nos regala, uno es libre para vivir la vida en una adhesión absoluta a Dios o ponerlo al margen. Creo que hoy esta bienaventuranza sería programática para la vida de todo discípulo y para seguir llamando a muchos a que acepten ese don. La adhesión a Dios de María es el centro de su vida y eso motivó tener en el centro a los demás. La fe no distancia de la vida.
2. Vivamos la fe como María en medio del mundo, haciéndola explícita públicamente. No reduzcamos el ser cristiano a una palabra más de las muchas que hoy se dicen sin darnos cuenta de que la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y por tanto es y dijo la única Palabra. No reduzcamos el ser cristiano a vivir unos valores, sin darnos cuenta de que lo importante es la persona del mismo Jesucristo. Pasado un tiempo nos encontraremos con que ni siquiera esos valores tienen vigencia.
3. Tengamos, como María, a Jesucristo como centro de la vida y de la historia. San Pablo VI nos decía que los valores cristianos en nuestra civilización son aceptados, pero no así su fuente que es Cristo. Y así a la larga son trastocados y eliminados. ¿Qué propuestas os hago? Que conquistéis una auténtica libertad, sabiendo que esta solamente es posible desde la Verdad y esta es Jesucristo. La verdad tiene un carácter regenerador. Y por eso jamás podrá haber verdadera regeneración de la cultura, de la sociedad, de la política, de la economía, de la paz, si no se lleva a cabo con la Verdad que es Jesucristo. Por eso se empeñó en decirnos: «Id por el mundo y anunciad el Evangelio».
En un momento de sufrimiento como fue la crucifixión, Jesucristo nos entregó a la Virgen María como Madre y, desde entonces, Juan la recibió en su casa. También en un momento de dolor, como es la actual pandemia del coronavirus –que ya ha causado más
Primer misterio: la encarnación del hijo de Leticia Pérez y de Álvaro Hernández
En este peculiar rosario del siglo XXI, Leticia Pérez hace las veces de María y su marido, Álvaro Hernández, las de san José. La encarnación no se produce en Nazaret sino en Valencia, un 9 de abril de 2020, en el vigésimo sexto día de confinamiento nacional y «día de nuestro aniversario de bodas». «Tenía alguna sospecha de que pudiera estar embarazada, pero achacaba el desajuste a los cambios que estamos viviendo estos días ante el confinamiento».
A la natural alegría que surge de 250.000 muertos en todo el mundo–, el Papa Francisco ha querido emular a Cristo y ha pedido a los fieles que nos agarremos a María a través del rosario. «En este mes, es tradición rezar el rosario en casa, con la familia». Además, «las restricciones de la pandemia nos han obligado a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual». Por ello, «he cuando uno es consciente de que va a ser padre, en este caso por tercera vez, a Leticia le sobrevino también «un poquito más de agobio de lo normal». Con el coronavirus campando a sus anchas, «me preocupaba que me pudiera infectar y que se lo pudiera terminar pasando al bebé», confiesa.
Por eso, esta joven madre valenciana de 29 años se agarra en su oración diaria a la frase evangélica: «“Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”. Estos días acudo al Señor para darle pensado proponerles a todos que redescubramos las belleza de rezar el rosario en casa durante el mes de mayo», ha escrito el Pontífice en una carta dirigida a todos los fieles.
Recogiendo el guante del Papa, las familias españolas han estrenado este mes rosario en mano. Algunas de ellas incluso han ido un paso más allá y escenifican con sus propias vidas –de forma involuntaria pero gracias porque todos estamos bien y, sobre todo, a que me alivie un poco, porque además, en mi caso, el cansancio en cada embarazo se hace muy evidente. Recurro mucho a esta frase».
También recurre al rezo del rosario, en el que «después de tres embarazos me identifico mucho con la encarnación de la Virgen». Y, «al igual que María, noto la fuerza con la que me invade Dios con aquella nueva vida que ha puesto en mi interior. Eso me da paz y me abandono en Él». consciente– los misterios del rosario, en este caso los misterios gozosos. Son la visitación, la encarnación, el nacimiento o la presentación en el templo del siglo XXI, que ha llevado literalmente a sus protagonistas a identificarse más, si cabe, con esta oración mariana y a poner en valor la dimensión doméstica del rezo del rosario, tal y como pide Francisco en su carta.
Segundo misterio: la visitación de María a las parturientas
La visitación del siglo XXI la protagoniza María Suárez de Lezo, que compatibiliza su labor de comadrona en un hospital con las visitas a domicilio de parturientas que realiza como miembro del equipo Llama a la comadrona.
La comparación con la Madre de Dios le parece un tanto exagerada. «Ya me gustaría a mí parecerme a la Virgen», asegura. Pero «sí que es cierto que, al enterarse de que su prima santa Isabel estaba embarazada de seis meses, la Virgen María se enfrentó a un viaje complicado, repleto seguro de dificultades, para ir a ayudarla. Para nosotras, con el coronavirus invadiéndolo todo, la cotidianidad también se presenta como un reto lleno de dificultades a la hora de atender a las mujeres embarazadas», matiza.
Las dificultades son tantas, y tan reales, que la propia María, que está casada y tiene cuatro hijos, acabó infectada por el virus junto a toda su familia. En su caso los síntomas han sido leves, pero su labor de comadrona le ha permitido mirar de frente al COVID-19 y, por eso, «le pido a Dios que sobre todo cuide a mis padres, que les quiero volver a ver». Además, «le pido que siga a nuestro lado y que nos ayude a ayudar de la mejor forma posible a todas aquellas mujeres que se enfrentan al momento del parto» en estas circunstancias.
Su labor siempre ha sido importante, concluye, «pero hoy más que nunca»: «Somos un apoyo para todas aquellas mujeres que van a dar a luz. Es más, somos el único apoyo, porque ni su madre va a poder acudir a ayudarla en el posparto ni su familia va a poder conocer al bebé. Vienen con muchísimo miedo y desconocimiento y nosotras estamos, como estuvo la Virgen con Isabel, para ayudarlas en todo lo que podamos».