Católicos en América: es tiempo de artesanos, no de soldados
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900 líderes católicos latinoamericanos, con responsabilidades políticas, económicas o sociales, participaron durante un mes en un seminario organizado por la Academia de Líderes Católicos. «Vemos con preocupación un ambiente de polarización ideológica. Nosotros, sin embargo, creemos que no es tiempo de cruzadas, sino de construir una nueva cultura del encuentro», asegura su director general, José Antonio Rosas Polarización ideológica
Durante el seminario, los participantes reflexionaron sobre la situación actual y los desafíos de América Latina, sobre la Iglesia frente al cambio de época, o desarrollaron propuestas políticas y sociales para la era poscoronavirus. En este sentido, José Antonio Rosas piensa que «los católicos tenemos que estar ante el sufrimiento y el dolor de la gente, que hoy se está multiplicando por la pandemia y que mañana lo hará por la pobreza. Hay que estar ahí para consolar». Pero principalmente, «y esta es una de las conclusiones fundamentales del seminario, necesitamos construir una cultura del encuentro en nuestros países», pide el director general de la academia.
«Vemos con preocupación un ambiente de polarización ideológica en muchas zonas del mundo, exacerbado por grupos extremistas que están promoviendo una cultura del enfrentamiento», confiesa Rosas, al mismo tiempo que señala a países como España, Brasil o Estados Unidos. «Nosotros, sin embargo, creemos que no es tiempo de cruzadas o batallas culturales, sino el tiempo de los artesanos, de ir construyendo una nueva cultura de encuentro. Estamos en miedo de la pandemia y, en vez de dividirnos y enfrentarnos, necesitamos encontrar puntos de encuentro y de unidad para trabajar juntos», concluye.
«No ha sido fácil»
Carlos Pérez Cuevas fue uno de los líderes políticos que se inscribió al seminario. Él fue diputado federal en México –líder de bancada por el Partido Acción Nacional– y actualmente es vicepresidente mundial y presidente para América Latina y México de GOPAC (Organización Mundial de Parlamentarios Contra la Corrupción). En conversación con Alfa y Omega, asegura que «no ha sido fácil compatibilizar mi fe católica con la vida pública» y muchas veces ha sido tachado de «retrógrado».
Su participación en el seminario, sin embargo, se debió al «ejercicio inédito que ha hecho la academia de aunar a todos los que nos dedicamos a la vida pública como católicos en América Latina». Y también por la perspectiva del programa, donde «destacaban análisis muy serios en materia política, económica, social... Nos han dado elementos para el debate, pero sobre todo para poner en práctica en nuestra vida real como políticos. La fe nos ayuda a profundizar en lo que uno cree como católico. En la vida pública los argumentos tienen que estar sustentados por esa fe, pero a la luz de la razón y, en ese sentido, ha sido muy interesante el seminario», concluye.