Al rescate de autónomos y pequeñas empresas
▼ La diócesis de Osma-Soria ya ha entregado los primeros 10.000 euros de su fondo de emergencia dirigido a paliar la situación de trabajadores y autónomos que hayan perdido el trabajo, y a los negocios familiares en dificultad
El pasado 1 de abril, el obispo de Osma-Soria, Abilio Martínez Varea, anunciaba a través de una carta la creación de un fondo diocesano extraordinario de solidaridad con el objetivo de paliar la situación de trabajadores y autónomos que hubiesen perdido el trabajo, así como ayudar a los negocios familiares que se encontrasen en dificultades por la pandemia del COVID-19.
Poco más de un mes después, el 11 de mayo, se constituía oficialmente ese mecanismo con un total de 175.000 euros, aportados por la propia diócesis, el seminario y la Cáritas Diocesana, además de aportaciones de sacerdotes, comunidades de vida religiosa... Dos semanas después de la constitución, el 25 de mayo, la comisión gestora repartía en su primera reunión los primeros 10.000 euros del fondo para dos pequeñas empresas y siete autónomos.
Para acceder a estas ayudas, que son a fondo perdido, hay una serie de requisitos. Solo se pueden beneficiar de ellas empresas de menos de diez trabajadores, empresas familiares donde el 50 % del capital esté en manos de uno o varios miembros de una misma familia, y autónomos. Además, tendrán que justificar una reducción del 75 % en la facturación e incluir una declaración jurada con el compromiso de no destinar la ayuda a pagar indemnizaciones o finiquitos para el despido de personal, ERTE o cualquier otra operación de reducción de plantilla. Todos tendrán que desempeñar su actividad en la provincia de Soria.
En conversación con Alfa Omega, Alberto Martín, administrador de Cáritas Diocesana y del fondo, explica que estas ayudas económicas buscan cubrir las «necesidades más inmediatas» y trabajan para que lleguen lo más rápido posible. De hecho, dos días después de aprobar las primeras solicitudes, los beneficiarios ya tenían el dinero en su cuenta bancaria. En concreto, esta dotación les ayudará a cubrir las necesidades más importantes para la reapertura de su actividad laboral.
Martín explica que la recepción de los casos tiene, evidentemente, una parte más burocrática –la de rellenar una solicitud,
ypresentar documentos...–, a la que sigue una acogida personal. «Comparto con ellos sus preocupaciones, la incertidumbre, pero también la esperanza. Son situaciones muy difíciles».
A veces, incluso tiene que ponerse el uniforme de psicólogo. «Muchos vienen con vergüenza, diciendo que no habían pedido en su vida... Yo intento hacerles ver que esto ha sido una situación sobrevenida, que no ha habido una mala gestión. La empatía es muy importante». Aunque también se encuentra con el agradecimiento de la gente, que es «reconfortante». «Somos para muchos la única ayuda, el único punto de luz al que agarrarse».
Hasta el momento, señala Martín, han recibido en torno a 25 solicitudes que tienen que ver con distintos sectores económicos, aunque la hostelería es el más recurrente. Por ejemplo, de las nueve peticiones ya atendidas, cuatro eran de este área. Otros negocios afectados son tiendas de ropa, negocios de seguridad privada o fotografía... De cara al futuro, el administrador prevé que sigan aumentando el número de solicitudes. Ahora y también tras el verano, una vez acabe la temporada alta: «Aunque 175.000 euros parezcan muchos, las necesidades los van a superar y queremos ayudar al mayor número de personas». Por eso, reclaman colaboración ciudadana, porque cualquier aportación será «bien servida».
Concluido el tiempo pascual, pero aún a la luz de este misterio, celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, en la que Dios se revela plenamente como centro del mundo y de la historia. A pesar de que, cuando oímos hablar de Dios, uno y trino, inmediatamente pensamos en algo transcendente, oculto e imposible de comprender, la realidad es que, gracias a la acción de Dios, quien parecía lejano, se ha hecho cercano con el hombre y ha establecido una relación familiar con él. El Evangelio y el resto de lecturas de la celebración de este domingo nos dan prueba de ello, presentándonos a Dios desde lo concreto de la experiencia del hombre que ha tenido acceso a la revelación del Señor.
«Tanto amó Dios al mundo»
La experiencia más profunda de Dios que nos transmite san Juan en el Evangelio es la de un Dios que es amor. Como amor lo define en su primera carta, y como amor que se entrega nos lo presenta ahora. El acto supremo de ese amor ha sido entregarnos a su Unigénito para que tengamos vida; y no cualquier vida, sino vida eterna: una vida que nadie nos puede arrebatar y que ya hemos comenzado a experimentar en nuestra existencia terrena, incorporándonos al misterio de Jesucristo. Sabemos, asimismo, que cuando el Padre entrega a su Unigénito lo hace con todas las consecuencias que ello implica, en un camino que pasa por hacerse carne con las implicaciones que esta condición llevará consigo. Lejos de una concepción de dioses lejanos y distantes de la época, Dios se muestra, ante todo, cercano, en continuidad con la tradición bíblica. En este sentido, la primera lectura, del libro del Éxodo, presenta a Moisés pidiendo perdón a Dios por la idolatría de su pueblo. Es significativa la expresión: «El Señor bajó de la nube», puesta en relación con la de «subir a la montaña». La nube representa la divinidad, y ahora Dios ha venido al encuentro del hombre descendiendo al monte Sinaí. En ese lugar, Dios entonces se manifiesta como «compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad». Esta autorrevelación de Dios no resta nada a la condición transcendente y, en cierto sentido, inaferrable de Dios.