ABC - Alfa y Omega

El éxodo de Mahdi

- Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Un día, las hijas de la Caridad de la casa San Vicente de Paúl, en Burgos, recibieron un pedazo de papel que les hizo llegar Mahdi, un iraní solicitant­e de asilo que tienen acogido. Había usado el traductor de Google para escribir: «Quiero ser cristiano». Dos años después, el arzobispo de Burgos lo bautizó en la catedral

Mahdi es la prueba de aquello que escribió san Agustín en sus Confesione­s: «Nos hiciste Señor para Ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti». Nacido en Irán, tuvo desde niño una fuerte inquietud por buscar a Dios. En su juventud leyó varios libros con la historia de diferentes religiones, hasta que un día conoció a «un amigo cristiano» con quien empezó «a leer la Biblia a escondidas». «Iba a menudo a su casa a rezar en secreto junto a su familia y junto a otros amigos cristianos. Leíamos la Escritura y hablábamos de la vida de Jesús».

«Los cristianos en mi país no viven con tranquilid­ad y no tienen iglesias para rezar», explica Mahdi. «Yo allí vivía feliz porque conocía al Hijo de Dios, pero tenía mucho miedo al llevar mi fe en secreto». En Irán está prohibido cambiar de religión y hacerte cristiano, afirma, «y por eso mis amigos y yo tuvimos que salir, aunque tengo mucho amor a mi país». «Me fui porque tenía y sigo teniendo miedo a lo que le pudiera pasar a mi familia si me descubrían. Un día les dije que me iba a buscar un lugar para hablar con Jesús con libertad».

Lo que siguió fueron dos largos años de los que el iraní no quiere dar más informació­n. «He pasado un camino muy duro, no quiero volver atrás», reconoce. Su fiel compañera durante esos dos años ha sido una Biblia escrita en farsi que logró sacar de Irán, y que fue leyendo durante todo ese tiempo. Mahdi cita un pasaje tras otro casi de memoria porque conoce muy bien la Escritura: tanto en su país como en su huida a Occidente ha sido su compañera habitual en su trato con el Señor.

Su éxodo concluyó cuando, dos años después de abandonar su casa, una furgoneta lo dejó en Burgos, donde lo primero que hizo fue encaminar sus pasos hacia la catedral. Se puso delante del Santísimo «y recé como un ser humano perdido que ha encontrado el camino. Le di las gracias a Dios y a su Hijo por haberme dado salud y por haberme cuidado como siempre ha hecho».

Precisamen­te la catedral de Burgos ha sido el templo donde Mahdi recibió el Bautismo hace apenas dos semanas de la mano del arzobispo, monseñor Fidel Herráez. Desde que mostró su interés a las religiosas que le acogían hasta ahora ha sido catequizad­o por José Luis Lastra, consiliari­o de la Delegación de Pastoral de Migracione­s, quien cuenta que «al principio nos teníamos que comunicar por el traductor de Google, y solo cuando aprendió algo más de español comenzamos con el catecismo habitual de la Primera Comunión». En todo este tiempo, a José Luis le ha sorprendid­o de Mahdi «todo el conocimien­to que tiene de la Biblia. Yo no conozco a muchas personas que la puedan manejar como él lo hace».

«Solo puedo dar gracias a Dios, a su Hijo y a María mi Madre, que me llevaron hasta la catedral de Burgos para darme una vida nueva», concluye Mahdi.

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Fotos: Archidióce­sis de Burgos El arzobispo Fidel Herráez bautiza a Mahdi, en la catedral de Burgos, el pasado 24 de mayo
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