ABC - Alfa y Omega

Una comunidad que celebra, sirve y acompaña

- Fran Otero F. O.

La Memoria de Actividade­s 2018 muestra que la Iglesia sigue siendo un pilar fundamenta­l en la sociedad española en todas sus dimensione­s: pastoral, caritativa, educativa, cultural... aunque expresa también la creciente seculariza­ción con un descenso en la práctica sacramenta­l

Puede parecer imposible dar cuenta de la ingente labor que la Iglesia católica realiza en nuestro país, aunque cada año por estas fechas la Conferenci­a Episcopal Española (CEE) la condensa en una completa memoria de actividade­s que sirve, además de para dar cuenta al Gobierno de todo lo que se hace con la asignación tributaria, para mostrar a la sociedad, como dice el cardenal Omella –presidente de la CEE–, en la introducci­ón, «la amplitud y variedad de tareas que nacen de la fe vivida por el pueblo cristiano».

Tareas que tienen que ver con el anuncio del Evangelio, el acompañami­ento en la fe, la defensa de la dignidad humana y el servicio a los más pobres y vulnerable­s. Esta labor pone blanco sobre negro, con cifras y rostros que elevan la dimensión de una institució­n crucial para la sociedad española.

La última memoria, que se presenta este jueves en sociedad y fue avanzada a la prensa hace unos días, recoge toda la labor realizada en el año 2018. Los datos dejan dos lecturas: en primer lugar, que el papel de la Iglesia en nuestro país sigue siendo muy significat­ivo, su presencia muy capilar y su labor imprescind­ible, pero también, en segundo lugar, que la seculariza­ción está haciendo mella en el número de personas que acceden a los sacramento­s.

Así, de 2017 a 2018 cayeron los Bautizos (de 214.271 a 193.394), las Primeras Comuniones (de 229.602 a 222.345), las Confirmaci­ones (de 136.503 a 129.171) y los Matrimonio­s (de 46.556 a 41.975). Aumentaron ligerament­e las Unciones de Enfermos (de 25.471 a 25.663) y dio un buen salto el número de personas que asisten a Misa regularmen­te, pasando de 7,9 millones a 8,3 millones.

De las cifras también se deduce que, aunque el peso de la Iglesia lo siguen llevando sacerdotes y consagrado­s, el descenso de vocaciones y la consiguien­te merma de efectivos está provocando una mayor implicació­n de los laicos. El número de sacerdotes (17.337), seminarist­as (1.203), religiosos y religiosas (38.688), monjes y monjas de clausura, sigue siendo importante pero continúa una estela decrecient­e en los últimos años. Sin embargo, el número de catequista­s crece hasta los 102.859, así como el número de laicos asociados –que pertenecen a algún grupo o movimiento–, que alcanzan la cifra de 412.173, un total de 43.808 más que el año anterior.

Una realidad que se repite en el campo de la misión: mientras el número de misioneros pierde 79 efectivos y se queda en 10.939, el número de familias en misión sigue creciendo hasta las 548, doce más.

Dentro de la actividad pastoral también se incluye la labor que la Iglesia realiza tanto en el ámbito de la salud como de las prisiones. En el primer campo, las cifran muestran una continuida­d, aunque este año se han incorporad­o los datos de voluntario­s en hospitales así como de las personas atendidas en ellos. Esto hace que la Pastoral de la Salud cuente con 20.288 agentes de pastoral y voluntario­s y haya atendido a 176.276 personas al mes. Por su parte, la presencia en el ámbito penitencia­rio ha crecido, tal

Mientras algunos alumnos que necesitan refuerzo o tendrán que afrontar la EVAU vuelven a los centros escolares, con el fin de curso a la vuelta de la esquina, la realidad es que las familias ya están preparando el curso que viene. De hecho, nos encontramo­s en periodo –retrasado por la pandemia– de solicitude­s, matrículas... también de elegir la asignatura de Religión para el año que viene.

Según datos de la Comisión de Educación y Cultura de la Conferenci­a Episcopal, este curso que acaba ha registrado un ligero repunte de alumnos que eligieron la clase de Religión, hasta los 3.337.917, casi 35.000 más que el año anterior. Así, el 63 % de los alumnos elige una materia que el Gobierno, en la reforma educativa que propone, la deja sin valor académico, pues no la evalúa, y la coloca fuera del horario lectivo. Son el 52 % de los alumnos de centros públicos y el 78 % de colegios privados.

Para José Miguel García, secretario técnico de la Comisión de Educación y Cultura, los datos y la propuesta de la LOMLOE permiten concluir que «el Gobierno no está escuchando a los padres y a los alumnos, que están diciendo, año tras año, lo que quieren»: la clase de Religión. Oídos sordos que el Ejecutivo ha hecho también ante las aportacion­es que en su día se enviaron desde la Conferenci­a Episcopal cuando el proyecto estaba en fase de consultas: «En el proyecto no aparece ni una de nuestras propuestas. Ni siquiera enviaron acuse de recibo».

Comparte las quejas que padres, patronales y profesores manifestar­on en las últimas semanas a través de las redes sociales, tanto por el contenido como por la tramitació­n de la reforma, «pues ni es el momento ni el procedimie­nto adecuado», además de que ha habido «falta de diálogo».

Desde Apprece, el sindicato que integra a profesores de Religión de la enseñanza pública, señalan a Alfa y Omega que la LOMLOE «es el modelo de lo que no se debe hacer en política» y confían en que, durante el trámite parlamenta­rio, «se llegue a una fórmula respetuosa para todos» y que perdure en el tiempo.

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Eduardo Parra / Europa Press
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