Por una economía de la interdependencia
▼ La pandemia de COVID-19 constata el paso de un paradigma socioeconómico basado en la dialéctica individualismo / estatismo a un nuevo paradigma: el de nuestra interdependencia vulnerable
esta pandemia genocida se añade el contagio de graves problemas económicos que tienen al mundo al borde de una de las peores recesiones de la historia, golpeando más duramente, como siempre, a los más vulnerables.
Para afrontar retos como este y otros similares es vital aprender de las vulnerabilidades y amenazas que conlleva nuestra creciente interdependencia global en materia de salud, medioambiente, terrorismo... Pero también hemos de aprender de las fortalezas y oportunidades que nos abre este contexto. O dicho en términos empresariales, es necesario hacerle un análisis DAFO a la situación poscoronavirus, tomando como referencia los principios de la DSI.
Por llevarlo a la actualidad, sería conveniente repensar desde la interdependencia dos ámbitos enfrentados ideológicamente en el debate COVID-19: lo público vs. lo privado –o también economía vs. salud–. Esta es una de las posibles lecciones de esta crisis: replantear un modelo de interdependencia públicoprivado, frente a la defensa unilateral de lo público, que reivindica determinado socialismo, y frente a la defensa unilateral de lo privado, que postula cierto individualismo liberal. Conviene superar la vieja dialéctica público vs. privado en una alianza que refuerce ambas dimensiones y que amplíe nuestra visión de lo público, no reductible a lo estatal, y de lo privado, no reductible a lo mercantil. En ello la sociedad civil debería adquirir protagonismo, como apunta la economía civil de Zamagni, la sociología de la (inter)relación en red de Donati, o su idea de lo «privadopúblico». Otro ámbito vital de aplicación es el de la cuestión medioambiental, lo que nos lleva a Laudato si.
En el ámbito geopolítico también cabe plantear la interdependencia, pero partiendo de los principios de participación y subsidiariedad hacia la cooperación en un bien común internacional, en el sentido que apuntaban nuestros pensadores de la Escuela de Salamanca y la DSI. Pero sin caer en los cantos de sirena de ciertos gurús y lobbies del dirigismo globalista.