Obligados a huir... para vivir su fe
Etiopía se ha convertido en el nuevo hogar o en un lugar de paso para 250.000 refugiados eritreos, entre ellos 20.000 católicos como los de la imagen –en una parroquia de Adís Abeba–. La mayoría huyen de las violaciones de los derechos humanos del Gobierno, comunista, de su país. Pero no faltan quienes han sido perseguidos por su labor sacerdotal o por intentar vivir coherentemente su fe en la vida pública. Algo inaceptable para un régimen que afirma que la fe debe circunscribirse al interior de la persona y ha dado nuevo impulso a su cruzada contra las obras sociales de inspiración religiosa. No son los únicos cristianos perseguidos.