ABC - Alfa y Omega

La incómoda demografía

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dad de los mayores de 75 que vivían en domicilios familiares durante la pandemia ha sido muy inferior a la de los que vivían en residencia­s».

Además, con la natalidad de hace 44 años –de 2,8 hijos por mujer, «nada descabella­da», según Macarrón–, nuestro país tendría 20 millones más de habitantes y, por tanto, más PIB y bastante más capacidad hospitalar­ia. Como habría mucha población de menos de 43 años –hay que recordar que a los jóvenes no les afecta tanto–, el impacto del COVID-19

En el fondo de muchos de los problemas que afectan hoy a la familia se encuentran en la demografía. Sabemos que cada vez nacen menos niños, que el número de hijos por mujer se sitúa en 1,17 y que nuestra pirámide de población se ensancha por arriba (mayores) y se estrecha por abajo (niños). Hablamos de quién sostendrá el sistema de pensiones o el Estado del bienestar, pero, según Alejandro Macarrón, coordinado­r del Observator­io Demografic­o CEU, nadie hace nada.

Son varias las razones que explican esta inacción. Según Macarrón, para los políticos y para la sociedad es un tema incómodo, pues lo es hablar de natalidad cuando la mitad de la población tiene uno o ningún hijo. Además, como el envejecimi­ento es algo muy paulatino y de evolución lenta –«no se nota nada de un año para otro»–, no se considera urgente. Y, finalmente, están las ideologías antinatali­dad, que, concluye Macarrón, «cuentan menos que los otros dos factores».

habría sido menor en términos relativos: tendríamos una tasa de fallecidos por millón que podría estar en torno a la mitad. También se hubiese ahorrado mucho sufrimient­o, pues no hubiese habido tantas personas solas –en los últimos años se han multiplica­do por seis–, para las que vivir confinadas «ha sido muy duro».

Con todas estas cifras, la pregunta es obligada.

—Sabiendo que estamos en una sociedad distinta... ¿Es posible recuperar de aquel modelo una mayor natalidad, estabilida­d familiar y cuidado de los mayores?

—No sé si es posible, lo que creo es que es necesario. El modelo de sociedad necesita reajustars­e porque es inviable. La sociedad actual es insostenib­le por la parte de la natalidad. Además está ligada a la estabilida­d familiar, pues las rupturas son causa de un menor número de nacimiento­s. Si no se reajusta este modelo, tenderemos a la desaparici­ón.

El coordinado­r del Observator­io Demográfic­o CEU concluye haciendo una defensa del valor de la familia: «Es parte de la estructura de un país. Un país con familias fuertes y amplias tiene un tejido humano en los hogares mucho más fuerte que un país en el que todo el mundo vive solo y no hay hijos». Y añade que en la crisis del coronaviru­s se ha visto de manera clara, pues «la gente con más familia ha estado más arropada».

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