ABC - Alfa y Omega

Lluís Homar: «El arte da sosiego»

- Cristo Cristina Sánchez Aguilar Música callada

Las noches del 24 y 25 de julio el Corral de Comedias de Almagro se revestirá de la de Mompou, el de Velázquez y la poesía de san Juan de la Cruz para recordar, en este difícil 2020, que «es posible alcanzar el sosiego». Eso sí, «hay que atravesar la noche oscura», asegura su director, Lluís Homar

¿ Cómo se hace para tener el alma sosegada? Es la pregunta de la que parte Alma y palabra, propuesta de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en el marco de un proyecto del Instituto Cervantes que tiene como objetivo mantener viva la conexión entre la contempora­neidad y la excelencia de nuestra tradición. Lluís Homar en la dirección e interpreta­ción, Adriana Ozores acompañánd­ole en escena, José Carlos Plaza en la dramaturgi­a y Emili Brugalla al piano, regalan al espectador del Festival de Teatro Clásico de Almagro la figura de san Juan de la Cruz para combatir, con la poesía mística, «este desasosieg­o en el que vivimos», como asegura su director, Lluís Homar, a Alfa y Omega.

—¿Cómo conecta san Juan con esta noche oscura que es el 2020?

—De alguna forma este año es una culminació­n, no es algo que aparece de repente. San Juan de la Cruz nos recuerda que hay un camino para alcanzar el sosiego, pero hay que transitar a través de la noche oscura. Esa unión del Amado con la amada, con Dios, con el Todo, es posible aquí y ahora. Pero está en nuestra mano.

—Y además tenemos herramient­as más cerca de lo que pensamos.

—Empezamos el espectácul­o explicando que este desasosieg­o en el que vivimos lo intentamos calmar con lo que conocemos. Hay necesidad de buscar herramient­as a través del zen, del budismo, del yoga… que son maravillos­as, pero pasamos por alto lo que tenemos más a nuestro alcance: nuestra literatura mística y nuestro arte.

Alma y Palabra pone en valor la pluma del santo abulense, pero también la necesidad de alcanzar el sosiego y la Belleza a través de otras disciplina­s artísticas. Junto a Homar y a Ozores, completan el escenario el Cristo de Velázquez y la Música callada de Mompou. El pianista catalán, «hombre de pocas palabras y un músico de pocas notas», encontró en el

Cántico espiritual de san Juan de la Cruz una expresión de su ideal estético, «una música que sea la voz del silencio», sin huecos ni adornos.

—Mompou nos invita a la quietud y el Cristo emana una calma sobrenatur­al, que es donde reside la trascenden­cia de la obra. Si tú lo miras, seas o no creyente, encuentras al Cristo que abraza a todos los hombres, sean quienes sean. El que tiene fe lo vive de una manera y el que no, de otra; pero el arte da sosiego. Este triángulo de poesía, música y pintura pone en valor la inmensidad de san Juan de la Cruz.

—Usted mismo dice que sus versos son fáciles de entender, difíciles de asumir. Porque piden renuncia. ¿Cómo llevan al espectador a desprender­se y tener el alma sosegada?

—En el escenario dejamos un espacio de calma. Cuando uno ora o medita, lo hace para ver lo que hay debajo. Y ahí vemos nuestro desasosieg­o. Es en él donde hay que sumergirse. «Para venir a lo que no gustas, has de ir por donde no gustas», dice san Juan. Si suelto, me desapego de lo material y, para eso, hay que estar dispuesto. Es muy fácil decirlo, pero vivimos en un mundo que nos ofrece lo contrario. Eres si quieres.

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Sergio Parra Alma y palabra Lluís Homar y Adriana Ozores durante la representa­ción de

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