«Han vuelto las tensiones de la Guerra Fría»
6 y 9 de agosto, 75 aniversario de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki
¿ Cómo fue nacer y crecer en Japón tras Hiroshima? En 1945 mi padre tenía 15 años y vivía en Kumamoto, cerca de Nagasaki. Vieron el hongo y se preguntaron qué sería. Además, la familia de mi madre era de Nagasaki, aunque se habían mudado a Tokio. La niñera les pidió irse con ellos, pero mis abuelos no accedieron. Murió por la bomba, y mi abuela tenía ese remordimiento. Estas historias hacen que para mí las personas que mueren en las guerras tengan rostro e historia. Me motivan para trabajar aún más duro en este tiempo de retos difíciles.
¿Incluirá esos desafíos en sus mensajes por el 75 aniversario?
Es una ocasión muy importante. Por supuesto, para rendir homenaje a las víctimas y a los supervivientes. Pero también para que desde la ONU manifestemos nuestra determinación acerca del desarme nuclear, que sigue siendo la más alta prioridad, y para pedir a quienes tienen la responsabilidad que renueven su compromiso y vuelvan al diálogo. La situación actual no es positiva. La relación entre los estados poseedores de armas nucleares está deteriorándose.
El Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio entre Estados
Unidos y Rusia caducó el año pasado; el New START lo hace el año que viene y todavía no está claro si se renovará, persisten las amenazas de Corea del Norte e Irán…
Los países no confían unos en otros, se fían más del camino militar y del enfrentamiento que del diálogo y la diplomacia. Estos tiempos de desconfianza llevan a la dinámica de las carreras armamentísticas y a los círculos viciosos de deterioro de la seguridad internacional. Han vuelto tensiones similares a las de la Guerra Fría; pero más complicadas, porque no se trata solo de Estados Unidos y Rusia. Con todo, incluso en los momentos de más tensión se puede avanzar. El ejemplo más clásico es el Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares, firmado en 1963, solo un año después de la Crisis de los Misiles en Cuba. Es posible avanzar si los países se dan cuenta de que el desarme es bueno para su propia seguridad. Los exhortamos a que lo hagan. Hemos vuelto a un nivel de riesgo inaceptablemente alto.
¿Cómo lograr que esos milagros vuelvan a ocurrir?
En primer lugar es necesario juntarse para debatir medidas de reducción del riesgo nuclear que nos aseguren que un error o un fallo de cálculo no nos lleven a la guerra. En la Guerra Fría, Estados Unidos y la URSS mantuvieron líneas directas de comunicación. Actualmente no parece que exista una comunicación robusta. Pero la mejor forma de librarnos totalmente del peligro es retomar medidas para la eliminación total de las armas nucleares.
En 2017 participó en el simposio Perspectivas para un mundo libre de armas nucleares y un desarme integral, organizado por la Santa Sede. ¿Qué importancia tuvo?