ABC - Alfa y Omega

También en verano anunciamos a Jesucristo

Carta semanal del cardenal arzobispo de Madrid ▼ Tienes un tiempo maravillos­o para pensar y descubrir que estás llamado a anunciar y llevar al mundo la salvación de Jesucristo. ¿Cómo lo puedes hacer en estas momentos? Sabiéndote responsabl­e de la vida de

- +Carlos Cardenal Osoro Sierra Arzobispo de Madrid

Este verano, en el que algunos ya estáis de vacaciones y muchos quizá tenéis que quedaros en vuestras casas, está marcado por la pandemia. El coronaviru­s nos ha hecho experiment­ar a todos que somos vulnerable­s, pero también que está en nuestras manos reducir el peligro para otros. Allá donde estemos, se nos llama a vivir con una responsabi­lidad máxima al lado de los demás y a animarnos a la esperanza de días mejores.

En el caso de los cristianos, estos días son una nueva oportunida­d para tomar conciencia de la gracia que supone ser bautizados y enviados. Siente la inmensa tarea que el Señor te regaló el día de tu Bautismo, pues ese día también te hizo misionero. Tienes un tiempo maravillos­o para pensar y descubrir que estás llamado a anunciar y llevar al mundo la salvación de Jesucristo. ¿Cómo lo puedes hacer en estos momentos? Sabiéndote responsabl­e de la vida de los demás. Descubre que, ante el virus que nos amenaza y nos infecta, no podemos seguirnos consideran­do amos, dueños, señores, olvidando que en realidad somos meros administra­dores de lo creado. Ello nos debe de llevar a vivir en un respeto total a los demás, a procurar el bien del otro, a descubrir que las trasgresio­nes en el cuidado del otro provocan desorden y amenaza en la vida de los demás. Es hora de responder con fuerza y autenticid­ad a aquella pregunta que sigue haciendo Dios: «¿Dónde está tu hermano?». No podemos hacer nada sin pensar cómo repercute al otro. Aprendamos a aceptar los límites que tiene nuestra propia libertad.

Durante la pandemia nos hemos hecho consciente­s de nuestra fragilidad, finitud y vulnerabil­idad. También hemos redescubie­rto la gran sed que hay en el ser humano de Dios. Muchas veces es inconscien­te, pero la sed de Dios existe. El gran hito de la historia es la llegada del Hijo de Dios a esta tierra: hay que volver a contemplar­lo, hay que anunciarlo… Para hacerlo, como dice el Papa Francisco en la exhortació­n apostólica Evangelii gaudium, hay que estar abiertos al Señor y a los demás: «Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás. Ya no entra en los pobres. Ya no se escucha la voz de Dios. Ya no se goza de la alegría de su amor. Ya no se palpita el entusiasmo por hacer el bien».

La sociedad tiene derecho a que los bautizados llevemos, en estos momentos de la historia, el mensaje de Jesucristo con energía y valentía. Nuestro mundo está hambriento y sediento de Dios. Sí, también allí donde pasas el verano. No se trata de imponer, sino de orientar:

1. Bienaventu­rado si anuncias sin miedo que Dios quiere al ser humano, que Jesucristo se hizo presente en el mundo por ti. Conmuévete ante esta realidad.

2. Bienaventu­rado porque eres misionero si vives en comunión. Escucha a Jesús que te dice: «Que todos sean uno para que el mundo crea».

3. Bienaventu­rado si sabes dialogar con quien te encuentras, llevando a cada cual la verdad, la justicia, el amor, la misericord­ia.

4. Bienaventu­rado si eres profeta, es decir, si anuncias algo grande: que la vida tiene sentido, que somos hijos de Dios, que la vida no acaba.

5. Bienaventu­rado si cada día tomas más conciencia de que ser bautizado es unirte a Cristo y asumir el compromiso de vivir de Él, de darlo a conocer con tu vida.

6. Bienaventu­rado si haces ver por tu vida que eres sal de la tierra y luz del mundo, si das sabor y resplandor.

7. Bienaventu­rado si eres misionero y tienes pasión por la misión, ya que tu vida es de convertido, de nacido a una vida nueva que interpela y suscita asombro.

8. Bienaventu­rado si reconoces que vivir en una comunidad humana en riesgo exige una ética que nos insta a abordar todas las estructura­s de pecado que existen. El bien común de nuestro mundo no puede lograrse sin una verdadera conversión de las mentes y corazones.

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Alberto Díaz Veraneante­s mantienen la distancia de seguridad en la playa de Almonte (Huelva), el pasado 18 de julio
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