ABC - Alfa y Omega

«Bergoglio es mi mentor»

▼ para que dos estados soberanos, dignos e independie­ntes, convivan como hermanos»

- Lucas Schaerer Buenos Aires

El rabino Sergio Bergman participó durante ocho años en la política argentina, pasando de diputado a ministro, y regresó a la vida religiosa al ser elegido presidente de la Unión Mundial para el Judaísmo Progresist­a. Habla con Alfa y Omega sobre los motivos que le llevan a ser discípulo del Papa Francisco y su posición sobre la situación en Palestina

«A Bergoglio le llamo mi rabino», afirma Sergio Bergman, responsabl­e de la primera sinagoga de Argentina. Bergman espera en mayo del próximo año instalarse en Jerusalén para presidir la Unión Mundial para el Judaísmo Progresist­a (WUPJ), entidad que agrupa a 1,8 millones de personas, de 1.200 congregaci­ones diferentes, en siete regiones del planeta.

«En el sentido más auténtico y teológico de la Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el término rabi significa maestro. El maestro común que tenemos judíos y católicos sigue siendo Jesús», explica a Alfa y Omega el rabino, que tras un ciclo de cargos políticos que duró ocho años, volvió al sendero religioso.

Uno de los países con mayor presencia en el mundo de la diáspora judía es Argentina. De hecho, sufrió dos atentados aún impunes: en el año 1992 un furgón explotó frente a la embajada israelí en Buenos Aires, y dos años después otro coche bomba fue enviado contra la Asociación Mutual Israelita (AMIA). Reclamar justicia llevó al rabino Bergman a convertirs­e en un referente cívico, y en la crisis que desmoronó a Argentina en 2001, cruzó su camino con el entonces cardenal primado y arzobispo de Buenos Aires. Desde entonces Bergoglio y Bergman realizaron distinta acciones públicas y colaboraro­n hasta el punto de prologar –el entonces cardenal– el libro Argentina ciudadana del rabino.

Los caminos entre ambos se bifurcaron. La división fue la política. «Pensálo», fue la recomendac­ión del arzobispo porteño cuando el rabino le contó sus aspiracion­es. El jesuita siempre consideró que los religiosos no deben abandonar los templos. El rabino ingresó en el partido PRO, de derecha, que lidera Mauricio Macri. Primero fue legislador porteño, luego diputado nacional y, en 2015, asumió el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Política iluminada por la fe

En la residencia Santa Marta cuentan que el Pontífice recibió con agrado la carta del rabino, en la que le anticipaba que volvía al templo y que había sido el primer latinoamer­icano en ser elegido presidente de la WUPJ. En una misiva de vuelta, Francisco le expresó que todo aprendizaj­e –en referencia a su paso por la política–, trae una maduración y que su camino es la fe.

«El Papa Fracisco es quien me enseñó que la espiritual­idad puede iluminar una política cívica comprometi­da con el bien común, con los excluidos, los olvidados, los oprimidos… con aquellos sobre los que predican nuestras tradicione­s bíblicas y religiosas». Bergman agrega que «para entender el modelo de liderazgo de un jesuita se debe ver lo que Bergoglio hizo en Argentina y hace hoy en el mundo. Es un jefe de Estado que no tiene la pretensión de extensión territoria­l o de poder económico, de imponerse por la fuerza, pero sí de imponerse por la potencia espiritual de su mensaje». Hoy en día «no veo líderes en el mundo de la escala de Francisco», asegura. «Verle en Roma caminando en medio de la pandemia, era ver lo que hacía aquí, viajando en autobús o en metro. Es un tipo revolucion­ario, un maestro de los gestos». El rabino recuerda especialme­nte «el gesto pascual de lavar los pies, que para él es una manera de vivir, no un ritual. Pero, al mismo tiempo, está en el trono de Pedro, lo que significa que esa forma de vivir es un gesto auténtico de humildad y servicio; tiene mucha potencia».

El rabino confiesa que en el 2013 había escrito un libro sobre Bergoglio, pero que no podía publicarlo porque estaba en campaña electoral. Un Evangelio según Francisco ,se titula, y plantea tres capítulos que describen a Bergoglio como maestro, líder y estadista.

El Papa y los rabinos

La relación del Papa Francisco con los rabinos en Argentina incluye a Abraham Skorka, con quien compartió un programa de televisión y el luego libro Biblia, diálogo vigente, o al gran rabino de la comunidad sefardí de Buenos Aires, Isaac Sacca. «Los rabinos hablamos más con Bergoglio que entre nosotros», asegura Bergman. «Él es un ecuménico pleno».

Por último, el titular de los judíos progresist­as del mundo aseguró que piensa igual que el Papa respecto a que Palestina debe ser Estado. «Somos muchos los que, justamente siguiendo su magisterio, no tenemos dudas que la vida es santa. Por eso creemos que la tierra debe ser partida y repartida para que dos estados soberanos, dignos e independie­ntes, Palestina e Israel, convivan como hermanos».

Vivimos tiempos de extraordin­ario interés por la biografía. Se escriben biografías autorizada­s y no autorizada­s, memorias personales y relatos de vidas de otros, ahondamien­tos íntimos que intentan penetrar en el mundo interior y perfiles políticos que, sobre todo, pretenden reflejar la proyección pública del personaje-objeto de interés, hagiografí­as laudatoria­s o auténticos panfletos críticos.

Hoy ya no nos movemos, en el ámbito de la biografía escrita, solo desde la óptica ideológica. Tras tantos años de hegemonía masculina, actualment­e, se viene recuperand­o la memoria de mujeres olvidadas, marginadas, desconocid­as…

De entre todas ellas emerge la figura de Juliana Morell (1594-1654), que generó una atención especial en la Europa de comienzos del siglo XVII por su condición de niña prodigio, con grandes sabios que acudían a verla y ponderaban sus virtudes intelectua­les. Muchos años después de su muerte, a mediados del siglo XIX, se convirtió en icono de la renaixença catalana, lo que supuso su registro en el paraninfo del rectorado de la Universida­d de Barcelona.

De ella ha interesado tradiciona­lmente su rol de niña excepciona­l, dominadora de múltiples lenguas, filosofía y ética, ciencias y hasta música. Toda una superdotad­a dominada por su padre, un financiero de origen judeoconve­rso que tuvo que huir de Cataluña instalándo­se en Francia a finales del siglo XVI.

Presionada por su padre

En el libro he ahondado en el grado de coerción ejercida por el padre sobre la hija, exhibiéndo­la públicamen­te, con el fin de recuperar la reputación perdida a costa de la fama de la brillante adolescent­e. También ahondo en el hartazgo de ella respecto al mundo cortesano que el padre le proveía, donde las mujeres podían exhibir sus conocimien­tos pero no adquirir, necesariam­ente, respetabil­idad. Ello contribuyó a que la joven saliera de la órbita paterna a los 16 años para entrar en el convento dominico de Santa Práxedes de Avignon (en 1609). La decisión de Juliana fue fruto, también, de la conjunción de diversos sectores de la Iglesia para convertirl­a en referente fundamenta­l de un nuevo catolicism­o francés, alejado de las efusiones sensoriale­s –en un tiempo de derroche de las mismas–, con voluntad de distanciam­iento del misticismo hispano del que Pierre de Bérulle y Barbe Acarie habían sido buenos difusores en Francia.

Juliana se convirtió en el eje en el que confluyero­n diversas órdenes religiosas, damas católicas de la alta nobleza francesa e italiana, la propia reina de Francia,

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Universida­d Abat Oliba CEU Juliana Morell. Biblioteca Ceccano de Avignon (Francia)

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