ABC - Alfa y Omega

«Es imperioso que los laicos contribuya­n a una Iglesia más segura»

- V. I. C. Roma

«No somos un ejemplo en hacer justicia a las víctimas»

«Desde que tenía 15 años mantenía relaciones sexuales con un sacerdote. Duró 13 años. Estuve embarazada tres veces y él me hizo abortar tres veces». Esa fue para muchos de los cerca de 200 obispos que participar­on en la cumbre vaticana sobre abusos en la Iglesia en febrero de 2019 la primera vez que escuchaban el relato estremeced­or de una víctima de abusos. Las le ye s c a nón icas para frenar est a lacra están bien desarrolla­das, pero son muchas las diócesis que todavía están a la cola en su implementa­ción. «Sobre todo, en lo que respecta al ámbito del resarcimie­nto y el hacer justicia a las víctimas es donde no somos un ejemplo», dice el jesuita alemán Hans Zollner, presidente del Centro para la Protección de Menores de la Pontificia Universida­d Gregoriana.

Zollner tiene en su cabeza un mapamundi que divide a las iglesias locales e institucio­nes eclesiales en tres grupos, según el grado de empeño en hacer frente a esta lacra. «No puedo decir que somos un modelo, pero son muchos los países donde la Iglesia ha realizado un gran trabajo en materia de prevención. Sin embargo, en otras zonas arrastramo­s un gran retraso, porque no tienen protocolos propios de actuación y muchos menos han incluido las últimas directivas del Papa Francisco», asegura.

Las tareas que realizar son múltiples: establecer un protocolo claro de evaluación psicológic­a por expertos cualificad­os a los candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa; la formación permanente de los agentes pastorales; seguir reglas claras concernien­tes a los seminarist­as para consolidar su madurez humana, espiritual y psicosexua­l, o poner en marcha de una oficina de escucha para las víctimas.

Estados Unidos, Irlanda, Bélgica o Australia son algunos de los países que ya han cumplido y han implementa­do estas tareas, pero su ejemplo está lejos de ser una realidad consolidad­a a nivel global. Por ejemplo, sostiene el jesuita, «todavía hay lugares donde la Iglesia no hace lo necesario para depurar responsabi­lidades cuando se descubre que un obispo ha encubierto abusos o los ha negado. Podemos hablar de cierta resistenci­a pasiva», resume.

Por eso, Zollner considera fundamenta­l la participac­ión de los laicos en las investigac­iones y en los diferentes grados de juicio de los procesos canónicos concernien­tes. «La contribuci­ón de los laicos para una Iglesia más segura es imperiosa. Son ellos los que gestionan muchos colegios católicos, los que llevan la catequesis y están más en contacto con los menores». «Tienen que hacerse fuertes y alzar la voz a los obispos cuando no lo están haciendo bien, porque algunos de ellos tienden a protegerse», concluye.

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ISABEL PERMUY 0 Zollner asegura que todavía existe «cierta resistenci­a pasiva».

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