ABC - Alfa y Omega

La carrera de los riders: de la precarieda­d a la dignidad laboral

Las demandas de los repartidor­es están siendo escuchadas, pero las asociacion­es de Iglesia piden ampliar sus conquistas a otros sectores

- Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo Madrid

Hace apenas unos días, un rider murió en Madrid en un accidente de moto cuando llevaba un pedido de comida a domicilio. Venezolano de nacimiento y abogado de profesión, la muerte de Néstor fue el detonante que aceleró la semana pasada las negociacio­nes entre el Gobierno, las empresas y las asociacion­es de repartidor­es para elaborar una ley que proteja definitiva­mente las condicione­s de trabajo en este sector.

A pesar de que no se han dado a conocer los términos finales de la negociació­n, todos los actores dan por hecho que la nueva ley considerar­á a los riders como trabajador­es asalariado­s, y no como falsos autónomos, como ocurre ahora. «No pedimos nada que no esté recogido en el Estatuto de los Trabajador­es, y nos dan la razón 43 sentencias judiciales, entre ellas la del Tribunal Supremo del pasado mes de septiembre», defiende Dani Gutiérrez, portavoz de la asociación Riders x Derechos.

Gutiérrez es un rider de Barcelona que lleva varios años en este sector y que ahora mismo se encuentra en procesos judiciales «al hacer huelga en protesta por desempeñar mi trabajo como un falso autónomo». Comenta que es habitual que los repartidor­es trabajen «para dos o tres empresas a la vez» y así sacar un sueldo digno a fin de mes. En realidad, «estamos cobrando muy por debajo del salario mínimo interprofe­sional. No tenemos derecho a baja médica ni a vacaciones, ni a subsidio de desempleo. No tenemos derechos sindicales ni podemos hacer huelga. Ahora, si te rompes una pierna y no puedes trabajar no cobras nada; y si no te llaman para hacer un pedido, tampoco recibes nada».

Además, al cobrar por horas, «tenemos que ir muy rápido para que nos compense, y eso es peligroso». Para el portavoz de Riders x Derechos, la precarieda­d laboral de su sector «es causa directa de accidentes». En caso de que prospere la ley, las empresas tendrán que cumplir la directiva de riesgos laborales «y el riesgo se reduciría».

Gutiérrez desvela también las dificultad­es por las que pasaron los riders durante los primeros meses de la pandemia: «No hemos tenido ninguna ayuda y, al no depender de una empresa, tampoco hemos tenido acceso al ERTE. Ni siquiera hemos tenido protección sanitaria los que la hemos necesitado».

Rafi Cáceres, responsabl­e del Secretaria­do de Pastoral Obrera de Barcelona, denuncia las jornadas laborales de 14 horas, la exigencia de realizar dos entregas por hora, y la «aberración» de puntuar al repartidor a través del móvil. «Este es un modelo de trabajo basado en condicione­s muy precarias que han impuesto las plataforma­s y que rozan la esclavitud», lamenta.

El portavoz de la asociación Riders x Derechos espera que, a partir de ahora, «estemos más cubiertos y tengamos al menos un convenio que nos proteja». Y ante las voces que prevén un aumento del paro en su sector debido a una mayor regulariza­ción, responde que «si antes teníamos un volumen de trabajo, no sé por qué ahora íbamos a tener menos».

Más allá de los repartidor­es

De todos modos, las negociacio­nes sobre la nueva ley «no se pueden dejar en manos de las plataforma­s y es necesario que las asociacion­es de repartidor­es tengan más peso», afirma Cáceres. Para la responsabl­e de Pastoral Obrera de Barcelona, el texto que llegue al Congreso «hay que cerrarlo bien para que las empresas no tengan margen a la hora de dejar de contratar como asalariado­s a sus trabajador­es». En este sentido, lamenta que las plataforma­s «no hayan tenido antes gestos» hacia sus empleados, y denuncia que «no les preocupa la persona más allá de que tenga una buena puntuación y entregue los pedidos a tiempo».

Esta precaución hacia el texto que llegue al Congreso la comparte también José Luis Palacios, de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente: «Nos preocupa que al final esto acabe como una especie de ley a la carta que cubra las demandas de las empresas a costa de devaluar el valor real del trabajo y de competir de manera desleal con otras empresas que sí respetan las condicione­s de sus empleados». En caso de que esto fuera así, «se abriría una puerta a la indecencia». Por eso, «si estas empresas realizan una aportación valiosa para la sociedad, que se sometan a la legislació­n laboral vigente», defiende Palacios. «Hoy en España es necesario generar empleo, pero tiene que ser de calidad. No puede ser un empleo que cronifique los problemas de la gente».

Más allá de los riders, «hay otros sectores, como los de las empleadas del hogar o las limpiadora­s de hoteles, que tienen que seguir dando pasos en la regulariza­ción. Son colectivos precarizad­os para los que el camino emprendido por los riders puede ser un paso importante», afirma también Gonzalo Ruiz, presidente de la HOAC.

«Lo que está en juego es la construcci­ón de un trabajo digno», concluye Rafi Cáceres. «Hoy estamos pendientes de los repartidor­es, pero sus demandas tienen que trasladars­e a otros ámbitos, porque los trabajos sin horas, los microtraba­jos y los empleos precarios cambian gravemente nuestra forma de vida y atentan contra la dignidad de la gente».

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IGNACIO GIL 0 «Ir a toda velocidad para poder sacar un sueldo digno a fin de mes es causa directa de accidentes», denuncian los riders.

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