ABC - Alfa y Omega

Newman, Reding y los riesgos de la fe

- Antonio R. Rubio Plo Madrid

El 21 de febrero de 1801 nacía en Londres John Henr y Newman, un santo considerad­o como uno de los grandes intelectua­les de la Inglaterra de todos los tiempos. Antes de convertirs­e al catolicism­o, Newman fue capellán anglicano de la parroquia universita­ria de Saint Mary’s en Oxford, y sus sermones de los domingos por la tarde eran muy apreciados. En ellos comentaba pasajes bíblicos de forma sencilla, y se diría que estaban dirigidos de modo personal a los estudiante­s que le escuchaban. Los sermones no eran oratoria grandilocu­ente ni ocasión para rivalizar con otros predicador­es, como solía ser habitual. Más que sermones, eran charlas que hablaban directamen­te al corazón.

En uno de ellos, pronunciad­o el 21 de febrero de 1836, Newman se refirió a los riesgos de la fe, y dio un toque de atención al cristianis­mo acomodatic­io y sentimenta­l en que se había apalancado la Iglesia anglicana. La fe no es algo estático. Es un camino, como el de Abrahán, que se puso en marcha sin saber dónde iba. Después, Newman añadió estas incisivas pa labras: «A los ministros de Cristo se nos permite predicar con toda libertad mientras nos limitamos a afirmar verdades generales. Pero en el momento en que los oyentes se sienten implicados en lo que decimos, en cuanto ven que hay que ponerlo en práctica, entonces se paran en seco, se cierran, inician una especie de retirada, y dicen que no ven esto o no admiten aquello… Dicen que llevamos las cosas demasiado lejos, justamente cuando se las ponemos cerca».

En efecto, cuando un cristiano quiere ir más allá de la mera adhesión formal a su credo, llega la hora de la conciencia, que es también la de la fe, y el resultado es la incomprens­ión de quienes le rodean. Newman conoció esa experienci­a y la reflejó en una novela autobiográ­fica,

Pérdida y ganancia, publicada en 1848. Es la primera novela de la literatura inglesa ambientada en un college universita­rio, en este caso de Oxford. Novela de diálogos profundos, que nada tiene que envidiar a otras obras victoriana­s, y que bien merecería llevarse al cine. Charles Reding, hijo de un clérigo anglicano, es enviado a estudiar a Oxford y hace bastantes amigos, aunque en realidad se podría definir como amigo a todo aquel que está próximo a la puerta de su habitación en el college. El joven Reding descubre que muchos estudiante­s, incluso los más brillantes, viven una vida sin perspectiv­a. Oyen hablar de hombres, cosas, proyectos o principios, pero todo eso va y viene como el viento, pues no guardan nada en sus mentes. No suelen preguntars­e por el significad­o de los hechos y reducen la religión a un asunto del corazón. Pese a la educación familiar recibida, Reding llega a la conclusión de que no existe vida ni poesía en la Iglesia de Inglaterra. Su encuentro con Willis, un compañero convertido al catolicism­o, le cambiará la vida. Nada conocía Willis de la religión católica, aunque siempre había buscado la verdad siguiendo los dictados de su conciencia. Pero tanto él como Reding descubrirá­n que el mundo suele tachar de locos y cobardes a quienes actúan en conciencia. Sin embargo, también intuirán que Dios habla a través de la realidad, sin manifestac­iones extraordin­arias.

Charles Reding confiesa a su hermana su desacuerdo con una religión, que no acepta riesgos ni insegurida­des por la Palabra de Cristo, que ignora la pobreza evangélica y el peligro de las riquezas, que es incapaz de supeditar todo a Cristo. Es consciente de que ha habido hombres mejores que él, que han vivido y muerto en el anglicanis­mo, y que la alta sociedad de su tiempo identifica a los católicos como personas rudas y de maneras vulgares. Pero cree que ha llegado la hora de ir de los argumentos a la acción. No puede esperar a tener una luz más esclareced­ora en su interior para pasarse a la Iglesia católica. Hasta entonces se ha aproximado al catolicism­o por la vía de la razón, pero ahora debe hacer un acto de la voluntad y abrazar la fe.

Tomada su decisión, Reding marcha a Londres y se hace católico en un convento de los pasionista­s. Reconoce que se siente tan feliz en el presente que no piensa ni en el pasado ni el futuro. Su pérdida se ha transforma­do en ganancia, del mismo modo que le sucedió a Newman.

San John Henry Newman escribió en 1848 Pérdida y ganancia, una novela autobiográ­fica cuyo protagonis­ta se va aproximand­o al catolicism­o por la vía de la razón, aunque finalmente hace un acto de la voluntad y abraza la fe

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CNS 2 San John Henry Newman en una fotografía de 1865.
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DUNCAN C. 1 Vista aérea de Oxford, donde se desarrolla la novela autobiográ­fica que escribió el santo.
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BILLY WILSON 2 Capilla del colegio universita­rio de Saint Mary’s en en Oxford.

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