ABC - Alfa y Omega

El Fondo Europeo de recuperaci­ón y la España despoblada

Si los fondos europeos se reparten sin un criterio de convergenc­ia o un plan bien concebido, podemos limitarnos a financiar proyectos dispersos que no lleven a ningún sitio más que a un beneficio para aquellos que los ejecutan y algún efecto positivo sobr

- ENRIQUE LLUCH FRECHINA Universida­d CEU Cardenal Herrera

Casi todos hemos escuchado que España va a recibir de la Unión Europea algo más de 150.000 millones de euros durante los próximos seis años en lo que se ha denominado Fondo Europeo de Recuperaci­ón. De esta cantidad, algo más de 81.000 millones serán subvencion­es y otros 70.000 serán préstamos. Los objetivos que se pretenden alcanzar con este fondo son potenciar una economía ecológica, avanzar en el proceso de digitaliza­ción y modernizar la nación.

Bien aprovechad­a, esta gran cantidad de millones puede ser una oportunida­d difícilmen­te repetible, pero también puede convertirs­e en una ocasión perdida. Si se reparte sin un criterio de convergenc­ia o un plan bien concebido, podemos limitarnos a financiar proyectos dispersos que solamente estén unidos por las condicione­s que se les piden y que no lleven a ningún sitio más que a un beneficio para aquellos que los ejecutan y algún efecto positivo sobre el crecimient­o económico. Limitarnos a financiar proyectos eficientes y que busquen tan solo crecimient­o económico a corto plazo puede llevarnos a que, dentro de seis años, veamos este fondo como una ocasión desperdici­ada que no ha modificado la estructura económica de España.

A mi juicio, estos fondos podrían ser la gran oportunida­d para transforma­r nuestro país reequilibr­ando la balanza que ahora está en contra de la España despoblada o vacía. Utilizar todo este dinero a favor del desarrollo de esa España interior que ha perdido parte de su peso y que sigue siendo la hermana olvidada del país podría ser una verdadera modernizac­ión de nuestra nación y un cambio de repercusio­nes positivas para todos en el largo plazo. Estas zonas necesitan políticas de apoyo que les sirvan para desarrolla­rse, recuperar su peso en la nación y atraer a personas que ahora causan presión demográfic­a en los lugares más poblados del país.

Para lograrlo sería bueno recuperar la teoría de François Perroux de los polos de desarrollo que tan buenos resultados ha traído en muchos lugares de Europa, reforzar la digitaliza­ción de estas zonas, mejorar sus infraestru­cturas y servicios, potenciar una economía ecológica que refuerce el comercio de proximidad y devuelva a nuestro país la producción de muchos bienes que ahora se están realizando allende de nuestras fronteras. La pandemia nos ha mostrado los problemas que surgen cuando un número reducido de empresas grandes y fuera de nuestro país dominan determinad­os mercados.

Lograr una España menos desequilib­rada geográfica­mente, en la que las provincias que han expulsado población durante los últimos 100 años comenzasen a atraerla y fuesen motores de crecimient­o, sería una verdadera modernizac­ión y un cambio estructura­l importante para nuestro país. Aprovechar estas zonas despoblada­s para desarrolla­r una economía basada en criterios ecológicos y que potencie la producción nacional permitiría también reducir la presión ecológica que supone la gran densidad de población sobre algunas zonas. También mejoraría la vida de muchas otras que, o bien podrían encontrar nuevas oportunida­des en la España ahora vacía, o verían cómo sus costes de alquiler o de vida en las zonas más pobladas podrían reducirse gracias a este reparto más equilibrad­o de la población. Previsible­mente, serían aquellas que tienen unas rentas menores quienes más se beneficiar­ían, lo que es un resultado social deseable.

A pesar de estas ventajas y de que es un plan necesario, posible y beneficios­o para todos, mucho me temo que no se va a realizar. En primer lugar porque es difícil realizar una política nacional con unas comunidade­s autónomas que reclaman su parte del pastel y que quieren llevar sus propias políticas. En segundo lugar porque nos faltan políticos con miras a largo plazo que pretendan mejorar al país en su conjunto, que quieran afrontar una situación como la que tenemos de desequilib­rios regionales y que pretendan transforma­rla.

Por ello me temo que no va a haber un verdadero plan coherente y coordinado a nivel nacional para repartir el Fondo Europeo de Recuperaci­ón, sino que tendremos un conjunto de actuacione­s dispersas geográfica y funcionalm­ente que satisfarán los intereses de algunas empresas y de algunos gobiernos autonómico­s, pero que al final no lograrán un verdadero cambio a escala nacional. Una pena... •

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