La Eucaristía, clave para los voluntarios de Cáritas
Frente a las «muchas y muy urgentes» necesidades que ha traído la crisis social y sanitaria, Cáritas aboga en el Día de Caridad por «fortalecer nuestra dimensión como pueblo de Dios» y «garantizar los derechos básicos»
ESPAÑA En la solemnidad del Corpus Christi, Cáritas celebra el Día de Caridad. Como cuentan voluntarios de la entidad, al alimentarse de la Eucaristía sienten la llamada a ayudar a los más vulnerables.
Las mediáticas colas del hambre acaban, en su gran mayoría, en la puerta de una parroquia y son atendidas, principalmente, por voluntarios de Cáritas, muchos de los cuales estarían haciendo esta labor después de participar en la Eucaristía parroquial. Es la «projimidad», la «cercanía», la «fraternidad» y la «esperanza cristiana» que, según explica la Subcomisión de Acción Caritativa y Social dela CEE en su mensaje para el Corpus Christi y Día de Caridad –que se celebran este domingo–, «brotan de la Eucaristía». Un mensaje en el que los prelados también reconocen que «la pandemia está dejando heridas profundas» que, sin embargo, «están siendo cicatrizadas gracias a la colaboración y ayuda mutua».
La subcomisión cita en su mensaje a los integrantes de Cáritas, a quienes dan las gracias por su trabajo. «Los obispos reconocemos y agradecemos este servicio generoso, al tiempo que animamos a que sean muchos más los cristianos que se comprometan con los más pobres. Cáritas, con sus trabajadores y equipos de voluntarios, hace cada mañana que las fronteras y los muros se concreten en la dimensión universal de la caridad».
Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas Española, advierte, a pesar del creciente optimismo en España –proporcional al ritmo de vacunación–, que «las necesidades siguen siendo muchas y muy urgentes». La crisis social ha venido de la mano de la crisis sanitaria, cuyo principal síntoma es «la quiebra del medio de vida de muchas familias» que «se han quedado sin ingresos», señala a Alfa y Omega. La vacuna para esta crisis social pasa por «fortalecer nuestra dimensión como pueblo de Dios y miembros de una misma familia humana que vive en la misma casa, donde todos se conocen y se ayudan», y de la que «nadie debería quedarse fuera», insta Peiro. En este sentido, la secretaria general habla de «garantizar los derechos básicos» de todos, especialmente de los más afectados por la pandemia, «desde la alimentación a la vivienda, pasando por la educación, la salud o el acceso al mercado laboral a través de programas de formación». Así, como demuestran los testimonios propuestos a continuación, surgirá «una vida nueva, más justa y fraterna».