Café y calor
b Jessica Pérez Coordinadora del Programa de Inclusión de Cáritas Diocesana de Tenerife En su mensaje, los obispos hablan de la labor «durante las 24 horas del día» de los voluntarios Cáritas. No es una frase literaria. Efectivamente, hay miembros de la entidad caritativa que desarrollan su labor incluso de noche. Es el caso de los técnicos y voluntarios del Proyecto Café y Calor, de Cáritas Diocesana de Tenerife, destinado a hombres en situación de calle y con un perfil de baja exigencia. «Esto quiere decir que cualquier persona que toque la puerta, si hay una cama libre, va a pasar». Una vez dentro «es el usuario el que decide si quiere que le acompañemos hacia un proceso de intervención o simplemente quiere el café y el calor», asegura Jessica Pérez, coordinadora del Programa de Inclusión de Cáritas Diocesana de Tenerife. Café y Calor abre sus puertas a las 19:00 horas y «allí hay una persona que recibe a los que quieren hacer uso del recurso». Tras el protocolo COVID-19 –toma de temperatura, desinfección de manos…–, «comienza una especie de rutina ya establecida: ducha, aseo y cena». Esta última la han dejado preparada un grupo de voluntarios que participan en el proyecto, y luego son los propios usuarios quienes se encargan de servirla. «Cada uno tiene asignada una tarea», explica Pérez, que tiene 38 años y ha dedicado los últimos seis en exclusiva a Cáritas, donde ve una «sinergia total entre los valores cristianos y el trabajo que desarrolla en el día a día». Posteriormente, «entre las diez y las once de la noche hay un rato de ocio y luego es la hora del descanso. A partir de esa hora, la persona de Cáritas está al tanto de lo que pueda surgir». Por la mañana, «se hace el ofrecimiento de intervención a los usuarios y toda la labor de valoración social».