ABC - Alfa y Omega

La artista de la Eucaristía

Con motivo del Corpus descubrimo­s a Matoya Martínez-Echevarría, que ha iniciado una línea de pintura religiosa donde predomina la imagen de la Sagrada Hostia. Ya ha hecho trabajos para Hakuna o Iesu Communio

- ALFA&OMEGA Del 3 al 9 de junio de 2021 Ana Robledano Madrid

Con motivo de la festividad del Corpus Christi descubrimo­s a una artista que, desde su gran sensibilid­ad y experienci­a personal, ha iniciado una línea de pintura religiosa donde predomina la imagen de la Sagrada Hostia en la Eucaristía. Con un estilo moderno y pseudoabst­racto, logra dotar a sus pinturas de una trascenden­cia muy visible. Sus imágenes ayudan a la oración y a encontrar a Dios a través de la belleza.

Hablamos de Matoya Martínez-Echevarría, la artífice de las conocidas pinturas de Hakuna. Su reconocimi­ento como artista contemporá­nea de motivos religiosos se está proyectand­o cada vez más. Sus creaciones se han visto expuestas en lugares de referencia como el Vaticano, Iesu Communio y, por supuesto, en Hakuna. Actualment­e tiene encargos importante­s, como una gran pintura mural en una capilla en Valencia, y otros proyectos más de carácter expositivo en San Francisco y Luxemburgo. Asimismo, cada vez recibe más encargos para coleccione­s particular­es, como la última (y más sonada) encomendad­a por la pareja de influencer­s María García de Jaime y Tomás Páramo.

Matoya nunca pensó que su carrera artística iba a desembocar en el tema sacro, pero ella misma descubrió que «el mensaje de la búsqueda de Dios a través de la belleza, la música… todos los sentidos, ha sido definitivo para atreverme a ref lejar los sentimient­os del alma». Este tipo de obras contienen una intimidad personal mucho mayor que las que estaba acostumbra­da a hacer, por ello, el proceso creativo es más pausado, delicado y difícil. «Primero me llega una emoción y empiezo a interioriz­arla hasta que la hago mía. Luego, me atrevo a plasmarlo en una tabla», revela.

Una de las pinturas más famosas de su trayectori­a es El abrazo. Consiste en una sencilla y a la vez muy penetrante composició­n que representa la Hostia abrazada en un círculo infinito. Cuenta Matoya que este cuadro lo concibió escuchando una conferenci­a en Roma impartida por un obispo alemán. Hablaba sobre la creación y cómo Dios nos envuelve en la inmensidad del universo. Un año después de aquella ponencia, escuchando la canción de El abrazo de Hakuna, la inspiració­n para ejecutar esta obra se completó. «Fue un momento de inspiració­n muy potente; no soy capaz de explicar la emoción que se siente cuando se está creando una obra como esta. Es música, oración y arte. Así surgió el cuadro», expone la artista.

El fundador de Hakuna, José Pedro Manglano, fascinado por la obra de Matoya, no tardó en encargarle una Virgen: la Madre de Hakuna. «Este es un cuadro que yo no quería pintar, me daba vértigo y me producía mucho respeto pintar a la Virgen. Mi respuesta fue no rotundo», confiesa. Pero, finalmente, encontró una luz de inspiració­n durante una adoración en Iesu Communio y visualizó la composició­n de la Madre de Hakuna. Una Virgen arrodillad­a abrazando a su Hijo en forma de Hostia. El cuadro fue muy aclamado; tanto, que lo llevaron al encuentro del Papa Francisco con Hakuna, que tuvo lugar en Roma en octubre del 2018, para regalársel­o. El Santo Padre les invitó a celebrar una hora santa en la basílica de San Pedro con la pintura de la Madre de Hakuna expuesta junto al altar mayor. El mismo Papa, después de dirigirles unas palabras, los acompaño en la oración situándose como uno más entre ellos detrás de una columna. «Cuando le entregamos el cuadro, me di cuenta de que ya no era mío, era de todo Hakuna. Para mí es un grandísimo honor que el Santo Padre lo tenga. No puedo aspirar a más».

Otra de sus obras más conocidas fue la que cedió a Iesu Communio, titulada

IESU. «Es una obra moderna, como son ellas. En el centro está su Esposo (como se refieren a Cristo) representa­do en una gran Hostia. Y alrededor del Esposo toda la comunidad simbolizad­a en el color azul de sus hábitos de tela vaquera. Con una variable gradación de azules represento las diferentes etapas vitales de cada hermana en su vida religiosa», explica la artista.

El sello que define su estilo es la técnica del acrílico aplicado generosame­nte con espátulas y otros instrument­os, con movimiento­s rápidos, y una paleta cromática de neutros y blancos. El resultado es un perfecto soporte para encerrar esa profundida­d que envuelve al espectador en sentimient­os muy íntimos. Matoya desvela parte de esa intimidad propia e invita a rezar a quien contempla. Confiesa que «aún sigo sorprendié­ndome cuando veo que alguien es capaz de rezar con mi obra».

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FOTOS CEDIDAS POR MATOYA MARTÍNEZ-ECHEVARRÍA 0 El abrazo.
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0 Madre de Hakuna. 0 Exposición del Santísimo con la obra Abrazo cósmico.
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3 La pintora entrega la obra IESU a la superiora de Iesu Communio, sor Verónica.

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