CARTAS A LA REDACCIÓN
Nostalgia Jóvenes generosos
Acabo de superar 15 días de soledad por COVID. El primer impacto que sentí al salir de mi habitación a los pasillos de la casa fue redescubrir que las relaciones humanas tienen algo de milagroso: nada más nutritivo que desayunar acompañado, nada más liberador que salir a correr con un amigo por Pamplona. Y lo más reconfortante de todo ha sido recuperar la relación física con Dios en la Confesión, la Misa y la Comunión. «¿Cuándo van a modernizar sus modos de relacionarse con Dios?», me preguntó mi amigo, algo escéptico con mi desahogo anterior. Me pareció una pregunta representativa de nuestro siglo, cuando nos resulta tan sencillo distinguir el cuerpo del alma. Así, escuchar palabras de un sacerdote y recibir fuerzas espirituales de la Misa son beneficios que podrían dejar de depender de un lugar físico. Sin embargo los hombres somos cuerpo y alma a la vez. No me bastan las pantallas, necesito mi cuerpo para participar en el sacramento. Espero que ahora mi amigo me comprenda mejor. Juan Ignacio Izquierdo H.
Pamplona
Alumnos de un conocido colegio de nuestra provincia se han organizado para llevar algo de comida a las personas que suelen ver pidiendo. Ya sea en las iglesias, en mitad de una calle o en un semáforo. Y a veces agradecen igual o más que se les pregunte por su nombre. No es una iniciativa nueva, pero da mucha alegría ver a gente joven generosa. Rafael de Mosteyrín G.
Córdoba